En la década de los sesenta a los setenta, la supervivencia de los artistas flamencos de Córdoba dependía en ocasiones de la imprevisión de la fiesta pagada por casta señoritil. Los artistas de la época, siempre con la incertidumbre de ganarse alguna dadiva, daban lo mejor de sí mismo en los escenarios nocturnos de la Judería, en el incipiente mundo peñistico o cualquier rincón intimista donde se reunían los llamados cabales.

Ya se empezó a tomar conciencia sobre la verdad del cante una vez pasada la época de las voces aterciopeladas, dando paso al quejido ancestral y profundo, ese «que alía raíces nocturnas con las raíces de todos nuestros antepasados, atendiendo más al grito que al argumento, más al latido que a la melodía». De eso sabe mucho este Pele, que desde su infancia tuvo que recorrer muchos caminos para huir del hambre; un camino en el que las acometidas seguirilleras eran uno de los rasgos más hirientes de su rebeldía, a la vez que el detonante de una personalidad en ciernes que fue madurando por las carencias de todo género y que intentaba mitigar con el metal inequívoco de su garganta en bares, plazas y peñas y siempre aprendiendo de los viejos, para lo cual no dudaba en desplazarse a la geografía del cante portando solamente el parco, pero vital, equipaje del quejido de su garganta.

Socios y amigos de la Peña El Rincón del Cante, auspiciada por Paco Ruiz y que tuvo su primera sede en la carretera de Palma del Río, se estremecían ante el grito telúrico de El Pele, que podía, en una noche de inspiración, «romper el azogue de los espejos». Lanzazo que iba dirigido directamente al corazón del que lo escuchaba, y que le ha valido el respeto y el reconocimiento de artistas y aficionados que lo consideran como uno de los cantaores más jondos de este tiempo y que va a ver reflejado en este Mapa Mundi que presenta mañana en el Gran Teatro de Córdoba, bajo la dirección, música y trama argumental de José Miguel Évora. Obra que, según sus palabras, muestra perfiles que ni el mismo conocía y que viene a subrayar sus más de 50 años en la profesión, en la que hasta en los altibajos de salud, ya afortunadamente superados, no han podido doblegar su talante de cantaor de raza. Al contrario, se siente más pletórico en los retos con los que cabalga en el indómito caballo del cante que lleva y trae con la docilidad que le otorga su irrepetible personalidad.

El cantaor vuelve ahora a la creación con un espectáculo que recuerda sus orígenes humildes y una infancia en la que recorría cantando las calles, plazas y tablaos de Córdoba o se escapaba de casa haciendo auto stop para escuchar a los viejos del flamenco. Aunque no ha querido desvelar mucho del espectáculo, sí sabemos que gira en torno a su vida, la trayectoria que ha seguido el niño hasta hacerse mayor y maduro. «Vamos a ver unos paisajes maravillosos donde esperan muchas sorpresas», ha señalado El Pele, que reunirá en el escenario a tres guitarras y un chelo, y entre los artistas contará con Pastora Galván, Dani de Morón y un grupo de Jerez. Y todo ello para que el aficionado, el público, descubra un poco más de la vida de este cantaor, que cuenta con los más altos reconociemientos del flamenco y que del que queda mucho por ver.

CÓRDOBA

GRAN TEATRO

SÁBADO 16

20.30 HORAS