José Rubio, de 81 años, recibió ayer el cariño de todo un pueblo, de representantes de muchas generaciones vinculadas al mundo del deporte y del fútbol sala en particular, autoridades, antiguos jugadores y, como no, el pilar básico de su vida, su familia, encabezada por su mujer África, sus cuatro hijos, Andrés, Maite, José Luis y África, y sus seis nietos.

El acto de denominación del polideportivo municipal de Posadas se convirtió en un merecido y emotivo homenaje a un hombre bueno en el más amplio sentido de la palabra, una persona ejemplar y esencial en la reivindicación de la construcción del pabellón, que se inauguró en 1995. Cuatro años antes, ya había fundado el club Posadas Fútbol Sala, en el cual hizo de todo, desde lavar camisetas, arreglar balones, preparar bocadillos, recorrer la provincia con su coche, hasta ostentar el cargo que menos le gustaba, el de presidente. Fue una época en la que los campeonatos de liga vivieron su máximo esplendor, y el club llegó a tener equipos federados en todas las categorías.

El polideportivo se convirtió, con la paciencia de su esposa, casi en el centro de su existencia, dedicándole las horas que fuesen precisas. Cada papel en el suelo, cada grifo abierto, cada rotura, le dolía como si se tratase de su propia casa. Ayer, en señal de agradecimiento, su pueblo le devolvió todo lo que él ha dado siempre de manera desinteresada. Su huella es ya imborrable en la historia del deporte maleno. La designación de polideportivo José Rubio Ruiz fue aprobada por unanimidad por el pleno.