Intervención en Berlín

Sánchez pide unidad europea contra el "virus del odio y el miedo" de la extrema derecha

El presidente del Gobierno español y el canciller alemán "han subrayado la importancia de seguir apoyando a Ucrania y destacan también la unidad de los Veintisiete frente a la agresión rusa"

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el canciller alemán, Olaf Scholz.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el canciller alemán, Olaf Scholz. / EP

Carlota Camps

Decidir entre una Europa "que progrese" o una Europa "dominada por el miedo" y "el odio". Según el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este es el dilema que estará en juego en las próximas elecciones europeas, previstas para el 9 de junio del año que viene. Así lo ha afirmado desde Berlín, donde ha participado en el congreso del SPD. Desde allí, tras haberse reunido con el canciller Olaf Scholz, ha aprovechado para pedir la unidad de toda la socialdemocracia europea para parar la extrema derecha.

Ante unos 600 asistentes, Sánchez ha alardeado de la reciente formación de Gobierno "progresista" en España, tras haber "ganado al adversario" -en referencia al PP y Vox- en las elecciones del pasado 23 de julio. "En España dijimos no al pasado y sí al progreso, al futuro, a la voluntad inquebrantable de avanzar", ha remachado, situando las próximas elecciones como cruciales para demostrar que se puede "resistir el virus del odio y el miedo que intenta propagar la derecha y la extrema derecha".

Además, desde Alemania, Sánchez ha querido hacer una distinción entre la derecha tradicional, que asegura que buscaba siempre mantener el "status quo", y los partidos conversadores actuales, que considera que van a remolque de la ultraderecha y que buscan un "retorno al pasado", algo que cree que puede ser "letal para la democracia".

"Ante la encrucijada, defenderemos nuestros principios mientras otros se rinden. Tenemos que asumir la responsabilidad aunque tengamos que hacerlo solos por la deserción de aquellos que son incapaces de resistir", ha aseverado Sánchez, que ha pedido también no "sucumbir a la melancolía" ni "dejarse llevar por la inercia".

"Lo hemos visto en Estados Unidos, también en Brasil y ahora en Argentina, y hemos sido testimonios de ello también en Europa", ha advertido Sánchez. Por lo que, ante las próximas elecciones al Parlamento Europeo, ha pedido no dar la "batalla por perdida" y ha apelado a los "principios" socialdemócratas ante el "dilema" que considera que se dará entre la Europa de la "integración" y la "democracia" o la que quiere "volver a los años 30, fracturada y dominada por el miedo".

"Vuestra causa es nuestra causa, vuestro éxito será nuestro éxito", ha asegurado, ante el avance de la ultraderecha en Alemania y también en el conjunto de Europa. El presidente también ha aprovechado para agradecer a los socialistas alemanes la "ayuda" que brindaron para la "consolidación de la democracia" en España y ha asegurado que estuvieron "al lado" de la sociedad española "en los momentos más oscuros".

Reunión con Scholz

Más allá de su intervención en el congreso del SPD, el viaje ha valido también a Sánchez una reunión bilateral con el canciller alemán, Olaf Scholz, coincidiendo con la recta final de la presidencia española del Consejo de la Unión Europea que termina el 31 de diciembre.

El encuentro ha servido para que los dos mandatarios abordaran varios de los asuntos europeos que están actualmente encima de la mesa, entre ellos, la reforma de las reglas fiscales o el Pacto de Migración y Asilo -según han informado desde la Moncloa-, dos temas que el Gobierno considera cruciales y que aseguran que están dando un "acelerón final" estos últimos días de la presidencia española. El encuentro, que ha durado 30 minutos, también ha servido para abordar la situación de los conflictos en Ucrania y Gaza.

La próxima reunión del Consejo de la UE será el martes que viene, donde también está previsto que se aborde -por cuarta vez- la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera, una vez la Comisión Europea ha hecho ya el cálculo del coste económico de la medida -unos 132 millones de euros al año-. Esta ha sido, hasta día de hoy, una de las cuestiones que ha generado más dudas entre los veintisiete, aunque también inquieta como afectaría a nivel práctico y burocrático y el precedente que podría crear para otras lenguas europeas.