CRISIS EN VOX

La salida de Espinosa y la pérdida de poder en Madrid debilitan la situación de Rocío Monasterio

El auge de otros perfiles de Vox en los gobiernos autonómicos de Valencia, Extremadura, Aragón y Castilla y León también diluye la voz de Monasterio

Rocío Monasterio.

Rocío Monasterio. / EFE

Elena Marín

La dimisión de Iván Espinosa de los Monteros y del auge del ala más radical de Vox hace virar inevitablemente la mirada hacia Madrid, donde Rocío Monasterio, mujer del ya exportavoz de Vox en el Congreso, había quedado debilitada tras los resultados de las últimas elecciones autonómicas. Si su futuro era incierto hace dos meses, ahora lo es más si cabe.

Este martes su entorno ha guardado oficialmente silencio, se han limitado a decir que "no hay cambios previstos" respecto al papel que Monasterio seguirá teniendo en Madrid, es decir, que de momento se rechaza la posibilidad de que la marcha de su marido vaya acompañada de una renuncia de ella en la portavocía del grupo en la Asamblea de Madrid o el control del partido en la región. Pero su posición no solo ha quedado debilitada en Madrid sino diluida en el partido a nivel nacional. Su capacidad de resilencia y de nadar en aguas poco favorables, sin embargo, le permiten aguantar.

Intentos fallidos

Monasterio quiso cambiar de ámbito antes de las elecciones autonómicas, pero el partido no se lo permitió. El recorrido de Vox frente a Isabel Díaz Ayuso ya parecía limitado meses antes de la convocatoria electoral, no así en el Ayuntamiento de Madrid, pero el salto al consistorio quedó cortado cuando Santiago Abascal confirmó en otoño de 2022 a Javier Ortega Smith como candidato a la alcaldía antes que al resto de los cabezas de lista.

El jefe del grupo en el pleno municipal venía de tener disputas internas en el partido por su cargo de secretario general y estallaron tras la derrota de las elecciones andaluzas. Con el portazo de Macarena Olona llegó también el desplazamiento de Ortega Smith de las labores de organización internas. Abascal le quitó de la Secretaría General pero dejó que se quedara en el Ayuntamiento de Madrid, frenando así uno de las alternativas naturales de Monasterio. Después, según relataron en su momento en la formación, ella intentó aparcar la Asamblea de Madrid para dar el salto a la política nacional en el Congreso de los diputados, pero la dirección también cortó aquí el paso. Tener "otro matrimonio" en el Congreso, en referencia a Pablo Iglesias e Irene Montero, no entraba en los planes del partido.

Y fue así porque ella fue "la sacrificada" en la pugna de poder interno que se vivía en el partido, con Iván Espinosa de los Monteros por un lado y el ala que representan Jorge Buxadé, Ignacio Hoces y Kiko Méndez Monasterio por otro. "Se quedó sin oportunidades" en el momento en el que esa batalla la empezaron a ganar quienes tras la dimisión de Espinosa se han quedado con todos los mandos del partido, explicaba una fuente que conoce de cerca los movimientos internos de Vox.

Peso territorial

Hasta el 28M ella era, junto con Javier Ortega Smith en Madrid y Juan García Gallardo en la vicepresidencia del Gobierno de Castilla y León, una de las figuras más visibles y reconocibles de Vox para la opinión pública fuera de los órganos de dirección del partido. Pero los resultados en Madrid no la acompañaron. "Rocío no vive su mejor momento", relatan en el entorno conservador, aunque matizan que no es solo por las cuestiones de poder interno sino porque su recorrido se ha quedado muy limitado ante una mayoría absoluta de Ayuso. Matiza esa fuente que la debilidad en la que se encuentra la portavoz del grupo en la Asamblea de Madrid no se debe solo a "cuestiones ideológicas" y luchas de poder internas, sino a que "en Vox la cuestionan porque no arañar votos" a la líder del PP.

Y eso, en un momento en el que hay otros perfiles que pueden coger peso en otras comunidades autónomas tras entrar en los gobiernos regionales de la mano del PP, hace que la voz de Monasterio se escuche cada vez más bajo. Ha tenido una legislatura con mucho protagonismo mientras sus votos eran fundamentales para las iniciativas del Gobierno de Ayuso. Pero ya no lo son. Y sin embargo sí lo serán los de los responsables de Vox en Extremadura, Aragón, Valencia o Castilla y León.

El grupo parlamentario en Madrid ha replicado de alguna manera las peleas que se han vivido a nivel nacional, pero se ha saldado con la salida de quienes no se entendían con Monasterio, como Jaime de Berenguer o Alicia Rubio. El grupo lo sigue liderando ella, pero está por ver si a medio plazo esa sigue siendo la situación tras la grita abierta en Vox. En el PP de Madrid, de momento, no temen que una mayor radicalidad de Vox cambie nada. Primero, explican, "hay que esperar a ver qué pasa a nivel nacional, solo después llegarán los ecos a las organizaciones locales o regionales. Y en Madrid, pueden gritar más o menos fuerte, pero con una mayoría absoluta se les va a escuchar igual".