Rey emérito

Corinna repite acusaciones y amenazas contra Juan Carlos I en un documental de televisión

La examante del monarca muestra documentos comprometedores que guarda en un banco

Juan Carlos I y su entonces amante, Corinna Larsen.

Juan Carlos I y su entonces amante, Corinna Larsen.

Juan José Fernández

La ofensiva mediática de Corinna Zu Sayn Wittgenstein (o Larsen) en su pleito postamoroso y económico con Juan Carlos de Borbón llega ahora a su culmen con la emisión por la plataforma británica de pago SkyShowtime de 'Juan Carlos: la caída de rey'. Así se titula una docuserie de cuatro capítulos que tiene previsto su estreno el próximo lunes en esa plataforma... aunque no para su audiencia británica. Según ha adelantado el magazine digital alemán DWDL, especializado en información sobre televisión y otros medios, SkyShowtime ha decidido “posponer” la emisión del documental en el Reino Unido, aunque en Alemania podrá verse bajo el título ‘Juan Carlos. Amor, dinero, traición”.

En abril, la docuserie se mostró en un preestreno en el festival de Cannesseries. Y en ese mes ya estarían avanzadas -según conjetura esa cabecera alemana- diversas gestiones de abogados en el Reino Unido que le han hecho aconsejable a Sky detener preventivamente su emisión en las islas británicas.

Con una muy lujosa realización, el documental repite buena parte de lo que ya ha trascendido -bien por investigaciones periodísticas, bien por las dosificadas revelaciones de la propia Corinna- de la relación que el rey Juan Carlos mantuvo con la alemana y el escándalo que golpeó la imagen de la monarquía en España. Pero trae la novedad de aportaciones de la propia examante del rey emérito, que muestra cajas llenas de papeles que guarda como munición, y de opiniones del financiero Mario Conde y del excomisario Villarejo, entre otras voces invitadas más o menos inopinadamente a la docuserie.

Momento estratégico

Para el mes de julio está prevista en los tribunales británicos la vista de la causa CA 2022 001029, cuya burocrática numeración corresponde en los archivos de la Corte de Justicia de Londres al pleito que allí llaman “Zu Sayn Wittgenstein Sayn v (versus) Borbon y Borbon”. O sea, el juicio por las denuncias contra el rey Juan Carlos formuladas por la empresaria alemana de las relaciones públicas y la comisión.

La productora de este trabajo documental es una prestigiosa firma alemana: GebruederBeetz Filmproduktion, premiada internacionalmente, propiedad de Christian Beetz, veterano director de documentales, con 120 películas en su haber.

Los movimientos que supuestamente han llevado a detener la emisión del primer capítulo llevan camino de convertirse en un pulso por la libertad de expresión y el derecho a la información. Hacia ese campo ha tratado de inclinarlo Beetz declarando al digital alemán su contrariedad, recordando supuestos problemas de otros productores en el pasado para contar cosas de Juan Carlos I y definiendo así su trabajo: “Este documental trata sobre la responsabilidad democrática de una figura pública como el ex rey de España que actuó como si hubiera estado fuera de la ley durante años”.

El fracaso

El primer capítulo de este documental ya polémico antes de brillar arranca con las propias palabras de Juan Carlos. Pero no es que el rey emérito haya concedido declaraciones a la productora, es que el relato se inicia con un plano del empresario Philip Adkins llamándole con su móvil.

Suena el teléfono. Alguien descuelga: “Your majesty, are you there?”, dice Adkins. Y el propio Juan Carlos contesta confirmando que Adkins es uno de sus mejores amigos. Adkins, ex marido de Corinna, es también uno de los principales denostadores del carácter “inestable y peligroso” de la aristócrata alemana.

No obstante, adelanta la tonalidad de la selección de testimonios el detalle de que el primero en opinar, en el mismísimo prólogo del capítulo 1 la serie, sea el exbanquero condenado Mario Conde. Y también son significativas de las conclusiones dos definiciones del amorío entre el entonces jefe del Estado y Corinna incluidas en la serie: “Una relación tóxica para el rey, para la monarquía y para España”, dice ante las cámaras el periodista y exdirector de prensa de Zarzuela Javier Ayuso. “Una historia shakesperiana, con poder, sufrimiento, sexo y dinero”, explica la periodista especializada Ana Romero.

Y quizá esta última opinión se queda en el tópico si -tras lo oído en el podcast ‘Corina y el rey’, que ya se produjo y emitió en noviembre pasado con el impulso, más visible y menos sutil, de Corinna Larsen- la historia se resume en lo que ahora dice la propia examante de Juan Carlos de Borbón: su participación en el documental es al fin y al cabo la manifestación de un desacuerdo, la consecuencia de no haber llegado a un arreglo antes de acabar en el enconado pleito por supuestos acoso y amenazas que ahora ve la Corte de Justicia de Londres. O, dicho por la propia Corinna: "Una prueba del fracaso es que yo estoy hoy aquí revelando información que se hubiera mantenido secreta para siempre".

Secretos a buen recaudo

La historia es ya sabida: una relación que ya no existe entre Juan Carlos I y Sofía; Corinna instalada en la finca La Angorrilla de El Pardo, junto a La Zarzuela; el rey yendo cada día a verla; ‘Ingrid’ y ‘el rubio’, indicativos de ella y él en un dispositivo secreto de seguridad; una crisis feroz en España, por la que miles de personas que no pueden pagar su hipoteca se ven en la calle; la pareja que se va en plena crisis de safari de lujo a Botswana; el viaje que deja de ser secreto porque él se cae y se lesiona la cadera…

Opina el excomisario Villarejo ante las cámaras que, en plena derrota reputacional del rey, con él hospitalizado, “el primer error se produce cuando la reina le dice al servicio secreto: ‘A esta barragana échenla de España, si quieren que yo vaya a verle al hospital’”.

Corinna cierra el primer capítulo mostrando un álbum decorado con una corona dorada en su portada. Y dentro, entre fotos que enseña sin enseñar, la que demolió a Juan Carlos: él y un cazador profesional sentados, rifle en mano, ante el cadáver de un enorme elefante. No es un recorte de prensa: es LA foto. Y Corinna la muestra tras sacar el álbum de una caja negra de fibra de vinilo en la que guarda muchos otros documentos. La semiótica de la escena no admite equívocos.

De hecho sirve para enlazar con la parte más dura de lo que ha trascendido de la obra, que llega en el capítulo 2. ‘Cajas escondidas’, se titula esa entrega. Se inicia con Corinna abriendo “la caja número uno de ocho cajas negras”, explica, repletas de secretos que guarda en un banco.

Según cuenta ella, la mayor parte de su contenido son “cientos de cartas” que el monarca le escribía, muchas notas manuscritas que acompañaban a un ramo de flores, y mensajes para el hijo de Corinna, Alexander, a quien el rey emérito aprecia mucho, corrobora ella.

Pero no solo guardan escritos amorosos las cajas negras. También documentos con membrete oficial, papeles de asuntos políticos internos y externos de España. Y ahí aborda la docuserie otra de las revelaciones que ya había hecho la aristócrata en su podcast: que tenía acceso a documentación del Estado que el rey le entregaba para que la leyera cuando a él le daba pereza. “Papeles sobre Rusia, sobre terrorismo…” va desgranando ella sin mostrar ningún contenido concreto. Cierra Corinna la caja y deja el realizador que mire fijo a la cámara unos segundos. Todo un aviso.

Asuntos escabrosos

Cajas de documentación llenó también con papeles seleccionados un equipo de seguridad privada que apareció en el apartamento y oficinas de Corinna Larsen en Mónaco. Según el documental, fue enviado por el CNI; y según ironiza en ante las cámaras Villarejo, estaba formado “por ex miembros de la legión extranjera francesa, lo mejor de cada casa”. “No tengo idea de que quería esa gente, de cuál era la misión. ¿Matarme?”, esboza Corinna, tocando de paso uno de los extremos de la denuncia que presentó contra su examante real en los tribunales de Londres.

Se desvela en el documental, en boca del periodista Jaime Peñafiel, que la primera vez que en la Casa Real española se discutió sobre la abdicación de Juan Carlos I fue en una cena a la que el entonces rey convocó a sus hijos para anunciarles que planeaba divorciarse de Sofía y casarse con Corinna. Según esta versión, el entonces príncipe Felipe le dijo a su padre: “Tendrás que abdicar”.

El documental tira del periodista Javier Bleda -que trabajó para Mario Conde en la agonía del diario Ya, convertido en lanzadera de bulos de extrema derecha-, para hablar de “la extraña muerte de Sandra Mozarowsky”, joven de la alta sociedad que a los 18 años falleció tras caer de un balcón.

Bleda la retrata embarazada “supuestamente” de Juan Carlos, y se adentra en el terreno de la atribución de delito perseguible de oficio mediante el recurso al impersonal “se”: “Se hablaba de la posibilidad de que la hubieran tirado”.

Es el contrapunto más escabroso para otras intervenciones a favor: “Es el rey de la democracia, sin duda”, sostiene el expresidente José María Aznar; “campeón de la democracia”, le alaba Ronald Reagan en imágenes de archivo; “una combinación de intelecto, charme, perseverancia y clarividencia”, añade Adkins, el exmarido; “un Borbón genéticamente puro: divertido, mujeriego, humano y gran cazador”, dibuja Peñafiel…

Pero entre esas lisonjas se cansa el juez José Castro, magistrado del caso Noos, al recordar el último mensaje de Navidad del monarca, aquel del “todos somos iguales ante la ley”. Suspira Castro: “Que el rey diga que todos somos iguales cuando él es el primero que no es igual, hombre, la verdad es que molesta”.