En España hay señales claras de que la pandemia del Covid puede estar a punto de ser historia. Una de ellas es que la Casa Real haya vuelto a organizar, tras dos años de excepción a la regla general, una rebosante recepción en el Palacio Real con periodistas incluidos entre los centenares de invitados para conmemorar otro 12 de octubre, Día de la Fiesta Nacional. Calor, salutación tradicional mano a mano por parte de los Reyes y gel hidroalcohólico antes de acceder a los salones en los que los canapés conviven con los corrillos. 

Alguna que otra mascarilla pudo verse ocultando parte del rostro de sus portadores, sí, pero la gran mayoría de los presentes buscaba la cercanía de ventanas y balcones más por las atípicas altas temperaturas de la jornada en Madrid que por cuestiones de ventilación preventiva. El temor al virus, vista la cercanía con que unos y otros se hablaban –¡y a fe que se hablaban mucho entre sí!–, es agua pasada. ¿Qué de qué charlaban? Pues de quién no estaba allí, Carlos Lesmes, dimitido presidente del Consejo General del Poder Judicial, y de las consecuencias de esa ausencia: la negociación retomada entre Gobierno y PP para intentar solventar la vergonzante situación de bloqueo que vive la justicia española.

Si finalmente hay pacto o no, dependerá de que los dos partidos mayoritarios sepan estar a la altura de unas circunstancias que han llegado demasiado lejos. Esta vez se negocia “en serio”, según palabras literales del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, a quien con gracia aconsejaba este miércoles uno de sus compañeros de gabinete, Miquel Iceta, que midiera el nivel de influencia de la que goza (o al menos que se le reconoce) en virtud de los corrillos de los que es protagonista en eventos como el de Palacio. Si ese es el medidor, Bolaños figura en la ‘high class’ de los todopoderosos.

“Progresa adecuadamente”

Sobre el acuerdo en torno al poder judicial que este ministro está buscando tejer con el popular Esteban González Pons, apuntó en una charla informal con la prensa que él no es dado a cantar victoria hasta que el fruto de un supuesto acuerdo sea publicado en un BOE, pero que admite que las conversaciones progresan “adecuadamente”.  

Con este lenguaje propio de calificaciones escolares se despidió Bolaños de los periodistas, no sin antes advertirles de que se disponía a cruzar un copadísimo salón en busca del líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, para saludarle. Todo un síntoma de que existe un esperanzador punto de inflexión (la realidad dirá si efímero o no) en las relaciones PSOE-PP, ante el resignado pataleo (se oye, pero de poco sirve) de Podemos, la ya habitual posición de querer ser la Suiza gubernamental de Yolanda Díaz y el mosqueo de los líderes de Vox.

El caso es que también Núñez Feijóo fue presa de las preguntas de los medios, sin micrófonos ni cámaras mediante, en la recepción de los Reyes. Experiencia en sortear a la prensa en estos corrillos acumula, desde luego, pero hasta ahora lo había venido haciendo como presidente de Galicia y no del PP –este año el barón territorial con más gancho en la celebración fue el andaluz Juanma Moreno–. Feijóo también mostró moderado optimismo en cuanto a las posibilidades de poder desbloquear el CGPJ no tardando demasiado. Su partido siempre ha defendido que la reforma de la ley orgánica del Poder Judicial que conlleve un cambio de modelo debe ir en el lote negociador. Pero el presidente, Pedro Sánchez, le resta peso a la urgencia de esa reforma que, según puntualizó, el jefe del PP no puso como condición en su última cita. 

Encuestas, sedición, abucheos y abrazos

Es el cambio legal que pide el PP o la alternativa que se termine ofreciendo desde el Gobierno, y no los nombres para el Poder judicial, lo que ocupa a los negociadores. Al menos eso es lo que se intuye del cruce de de información de corrillos diversos con el del presidente Sánchez, quien además de valorar la negociación con los populares, tuvo tiempo de presumir de gabinete de ministros y de autoaugurarse un mejor resultado electoral que la tendencia que muestran los socialistas, actualmente, en los sondeos.

El también líder del PSOE, a preguntas de los periodistas en corrillos, se mostró dispuesto a reformar el delito de sedición, pese a que no ve apoyo suficiente en el Congreso, en estos momentos, para poder aprobarla. Cabe recordar que ERC y Junts acaban de romper con como socios en el gobierno de la Generalitat de Cataluña. ¿Y su incidente del desfile militar llegando tarde y haciendo esperar a los Reyes? ¿Lo hizo para evitar los abucheos? A eso respondió alegando que él salió del coche cuando le dijeron que debía hacerlo. Vamos, que es un mandado en estas cuestiones…

Como colofón, el gran abrazo en el que se fundió Sánchez con su exministro de Cultura, el presentador y escritor Màxim Huerta, que dimitió una semana después de haber jurado su cargo, en 2018, cuando se descubrió que había cometido fraude fiscal. Vista la fuerza del abrazo, la responsabilidad ministerial duró poco. El afecto, perdura.