En el entorno de Pablo Casado reconocen que han sido semanas difíciles. “Se ha hecho muy largo”. El aún presidente del PP pactó con los barones territoriales que su despedida se produciría en el congreso extraordinario de Sevilla, donde daría el relevo a Alberto Núñez Feijóo. Ni antes, ni después. A cambio, ante la desconfianza de los dirigentes territoriales, Casado se comprometió (tuvo que hacerlo por escrito) a no volver a presentarse. Pero lo que tenía claro es que “no se iría de cualquier manera” y “mucho menos, por la puerta de atrás”. 

En aquella reunión el líder popular seguía repitiendo que él “no había hecho nada” y que no merecía el trato que estaba recibiendo. En la picota: sus declaraciones sobre Isabel Díaz Ayuso sin pruebas documentales mientras todos los líderes regionales insistían en que no tenía otra salida. No existía alternativa posible a marcharse ya.

Para el líder del PP era muy importante escenificar “un final digno” en el cónclave de Sevilla, con un espacio propio después de casi cuatro años en la presidencia de la formación (se iban a cumplir en el mes de julio). Pero todo apunta a que no tendrá un gran momento durante el congreso. Su discurso se producirá el sábado por la tarde, después de que hayan intervenido José María Aznar y Mariano Rajoy. Justo antes de los expresidentes tendrá lugar un coloquio de los presidentes autonómicos populares con las miradas puestas en Isabel Díaz Ayuso.

Además, Aznar será homenajeado en recuerdo al congreso de 1990, también celebrado en Sevilla, en el que Alianza Popular pasó a ser el PP y Fraga le entregó las llaves de la formación. Después de Casado está previsto el primer discurso de Feijóo, en el que presentará oficialmente su candidatura. Aunque podría no revelar todos los nombres que le vayan a acompañar, se trata de uno de los momentos más esperados del congreso. Un sándwich de intervenciones en el que Casado aparecerá diluido.

Así ha sido la despedida de los diputados a Pablo Casado

Así ha sido la despedida de los diputados a Pablo Casado. Agencia ATLAS / Foto: David Castro

El futuro de Casado

En la reunión de aquel 23 de febrero los barones pretendían que Casado firmara su dimisión. De alguna forma, lo hizo, aunque en diferido. Quien sí había renunciado un día antes era Teodoro García Egea, escenificando el principio del fin de la dirección. 

En el entorno del ex número dos reconocen que ambos siguen en contacto total, cada día prácticamente, aunque sus caminos a nivel profesional se han separado. “También tienen formas de ser diferentes, el carácter de uno y otro nada tienen que ver”, y todo eso, admiten personas que los conocen a ambos, “condiciona que afronten la situación de forma distinta”. 

Mientras es habitual ver al ex secretario general en el Congreso, de un lado para otro, con la actitud de quien admite lo que ha ocurrido y pasa página, Casado ha restringido por completo sus apariciones. Acude casi a diario a su despacho en la sede de Génova, donde su equipo ya tiene las cajas casi terminadas. No ha desvelado por ahora sus planes de futuro.

En el partido muchos dirigentes descartan que vaya a seguir tras el trauma vivido y la apuesta que más se repite es que podría irse fuera de España una temporada. "Necesita estar un tiempo lejos", afirman. Algunos recuerdan la oferta que llegó a aceptar en un despacho en París en 2018 antes de dar el salto y ganar las primarias del partido.

EFE

Con todo, la mayoría de los consultados por este diario aseguran que "poco a poco" ha ido recomponiéndose y que ahora, cuatro semanas después, "está mucho mejor" y con "las cosas más asumidas". Que iba a "necesitar tiempo" lo daban todos por hecho en la formación porque aseguran que "el golpe ha sido muy duro" en un espacio muy breve. Él siempre tuvo claro que quería irse en un congreso, "igual que llegó a la presidencia del PP", rematan diputados que se mantuvieron a su lado, pero que también reconocen que estas semanas de transición le han situado en una posición confusa.

A pesar de que apenas tiene agenda pública en este periodo de transición, sí tuvo un encuentro relevante en París con el PP europeo que no sentó nada bien a los dirigentes que empujan en el nuevo partido. Sobre todo, por las explicaciones que dio a sus colegas europeos y que Donald Tusk recogió después saliendo en defensa de Casado y asegurando que había sido la garantía de que Vox no entrara en ningún gobierno de coalición.

Todo ello tras la firma de la primera coalición en Castilla y León y dejando en mal lugar a Alfonso Fernández Mañueco, pero también a Alberto Núñez Feijóo. La respuesta fue inmediata y el Comité Organizador del Congreso amarró a primeros espadas europeos para el cónclave poniendo en evidencia el escaso cartel que consiguió Casado en su convención de Valencia.