Más de dos horas y media en la que se realizó un repaso exhaustivo a todas las carpetas abierta que tienen la Generalitat y el Estado y la nueva verificación de la distancia oceánica que les separa en la cuestión de fondo, el conflicto político. La cumbre onomástica entre Pedro (Sánchez) y Pere (Aragonès) en el día de su santo despejó pocas incógnitas, aunque quizá la noticia sea la propia celebración del encuentro y su buen tono. Los únicos acuerdos fueron de calendario, de fijar fecha y lugar a los cónclaves en los que sí se debe ya de entrar en materia, es decir, una muestra de voluntad de ambas partes por poner solución al conflicto, pero poco más porque, como trasladó posteriormente la ministra portavoz, María Jesús Montero, las dos partes necesitan "darse tiempo, sosiego" y "generar confianza". Dejar, en definitiva, que el paso de los meses y los años haga su trabajo y permita encontrar una luz al final del túnel sirviéndose del instrumento del "diálogo".

Primer acuerdo de calendario: la mesa de negociación. Tras el paréntesis pandémico, el foro entre gobiernos se reunirá en Barcelona en la tercera semana de septiembre, la del “día 13”, concretó Aragonès, subrayando así que sería después de la Diada. Segundo acuerdo: la comisión bilateral Generalitat-Estado, para el seguimiento de las inversiones y de los cumplimientos del Estatut, se reunirá este mes de julio. Eso sí, ya "desde el miércoles", los 'consellers' del Govern se pondrán en contacto con sus homólogos en los ministerios para detallar las cuestiones sectoriales y, en especial, los proyectos que pueden ser bonificados con los fondos europeos de reconstrucción.

Y es que, según reconoció el Govern, Sánchez sí mostró en este ámbito una mayor predisposición a poner coto a los incumplimientos del Estado con Cataluña (en cuanto al Estatut y a las inversiones). Eso sí, Aragonès, con toda la cautela posible, quizá para evitar que desde los asientos posconvergentes de su propia Govern le afearan haber llevado a cabo una cumbre meramente ‘autonómica’, señaló que "estas cuestiones son muy relevantes para el día a día, pero sin resolver el conflicto político no habrá la suficiente estabilidad " que precisa el mundo económico, sintetizó Aragonès. Es decir, son dos ámbitos distintos y uno más importante que el otro. Y con el reparto hecho, Sánchez no podrá introducir en la mesa de negociación cuestiones como, por ejemplo, la financiación.

Sánchez recibe a Aragonés en Moncloa

Sánchez recibe a Aragonés en Moncloa Agencia ATLAS / EFE

En cuanto a la mesa de diálogo, el mes de julio, que era el preferido por el Govern para realizar esta segunda reunión (no por el Gobierno, que siempre apuntó a septiembre), se empleará para que ambos ejecutivos “pacten la metodología de las negociaciones, también un calendario más extenso, y el orden del día", para el segundo cónclave que se celebrará, esta vez, en Barcelona. Aragonès manifestó que no se había puesto sobre la mesa en la Moncloa la posible presencia de un relator en las conversaciones, aunque aseveró que ve con buenos ojos todo aquello que sirva para “dotar de mayor igualdad la bilateralidad”.

Sobre la composición de la mesa, y el veto a la presencia de Oriol Junqueras en ella que hizo Sánchez, el lunes, Aragonès orilló la polémica, pero sí aseveró y reiteró que la 'alineación' será definida por el Govern, es decir, por ERC y Junts, y se pretende que también por la "mayoría parlamentaria"; es decir, por la CUP, a pesar del desapego que muestran los anticapitalistas a esta fase de negociación con el Estado. No obstante, sí dijo que debería tener un perfil "institucional", como en la otra ocasión, con miembros bien del Govern o bien del Parlament, lo que dejaría fuera al jefe de ERC. La Moncloa da por hecho que el 'exvicepresident' quedará fuera, como ya dejó claro el lunes Sánchez.

En cualquier caso, Aragonès insistió en su comparecencia no en la Moncloa, sino en el centro cultural Blanquera -la Delegación del Govern en la capital de España-, en que la resolución del conflicto debe pasar, sí o sí, "por el fin de la represión, siguiendo las directrices de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. Porque si no, no habrá una negociación en igualdad de condiciones". Todo ello en el día en que el Tribunal de Cuentas dio a conocer las fianzas impuestas a los altos cargos de la administración catalana desde 2013.

Aragonès reiteró ante Sánchez la demanda de un referéndum de autodeterminación, del que negó que sea "el punto de salida del independentismo". "El punto de partida es la independencia, por tanto, la petición del referéndum es ya una postura intermedia y, además, es la más inclusiva, por cuanto permite la libre expresión, tanto de los que abogan por la unidad de España como los que proponen la secesión".

Según la versión del Gobierno, los dos presidentes no abordaron estas dos cuestiones centrales para el independentismo. Según contó Montero, el 'president', en su "relato", puede trasladar aquello que considere, pero ambos temas no fueron "objeto de debate" con Sánchez, porque conoce "con exactitud" los límites del Ejecutivo, que son la Constitución y en la ley, y en ellas no caben. Sí admitió que hablaron de la resolución de la Asamblea del Consejo de Europa -que ya Exteriores rechazó-, pero subrayó que no se profundizó "en ninguna" de las carpetas de mayor peso para el Govern (amnistía, autodeterminación y desjudicialización del conflicto).

El líder socialista persigue que se pongan sobre la mesa soluciones "viables y concretas" y cree que una vía a explorar es la dotación de un mayor autogobierno para Cataluña. La portavoz recalcó que hay que huir de la "presión", de la "ansiedad", porque "no hay recetas mágicas" para problemas "enquistados que han causado dolor y sufrimiento". El Ejecutivo, dijo, no es "ingenuo", y es consciente de que no será fácil la "búsqueda de soluciones", porque ni siquiera hay "garantía de éxito".

Montero, en su narración de la cita, puso el acento en los cuatro puntos en los que había incidido Sánchez: la evolución de la pandemia en Cataluña y en el conjunto del país, la normalización de las relaciones institucionales -aquí instó a Aragonès a acudir a la Conferencia de Presidentes de finales de julio en Salamanca, aunque no obtuvo respuesta-, la creación de un foro de diálogo entre las fuerzas políticas catalanas y dentro de Cataluña -de nuevo sin réplica por parte del 'president'- y el impulso de la agenda socioeconómica (fondos europeos, ejecución de las inversiones previstas en los Presupuestos, ampliación de El Prat o apoyo a la candidatura de Pirineus-Barcelona para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030).

"Demos tiempo al tiempo", prescribió Montero. Es decir, que la voluntad de seguir dialogando se abra camino y vaya haciendo posibles los frutos. Si es que al final los hay.