Los dirigentes del PSOE (y en esto hay dos bandos: la dirección del partido y los barones más importantes) interpretan los resultados electorales bajo ópticas muy distintas. Se puede intentar pactar con Podemos y otras fuerzas para formar gobierno. Ni se puede ni se debe buscar una alianza con Podemos y el resto de grupos. Los 90 diputados y el 22% de votos conseguidos son un resultado "aceptable", porque el PSOE, como segunda fuerza, es la única alternativa a los 123 escaños del PP. El resultado es "catastrófico". Pedro Sánchez, líder y candidato a la Moncloa, debe continuar. Debe irse.

"A esto último, en el fondo, se reduce toda la discusión", señala un influyente dirigente socialista no implicado en la batalla. Las partes en conflicto (Sánchez junto a su núcleo duro a un lado y los líderes territoriales de más peso al otro) también suscriben esta tesis, aunque con distintos énfasis. Al secretario general se le ha dado por amortizado varias veces desde que tomó el mando del partido, pero ahora la situación es especialmente tensa. En un clima de desconfianza absoluta, Sánchez citó ayer por la tarde a todos los líderes territoriales para intentar consensuar la política de pactos que aprobará el comité federal de esta mañana. Pero los barones no se quedan ahí. Todos los presidentes autonómicos socialistas, salvo la balear Francina Armengol, quieren que el PSOE celebre su congreso cuanto antes, como tarde en febrero, para relevar Sánchez y acudir con otro candidato a la previsible repetición de elecciones.

MALESTAR POR EL ANUNCIO El presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, ya planteó hace unos días la conveniencia de cambiar de candidato si hay nuevos comicios. Su homóloga en Andalucía, Susana Díaz, hacia quien de nuevo se dirigen todas las miradas cara al probable relevo, ha vuelto a exteriorizar su desconfianza hacia el secretario general. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, tiene posiciones parecidas. Se trata de tres barones que se despegaron de Sánchez hace tiempo, pero el distanciamiento también ha llegado a dos mandatarios que hasta ahora le defendían: el extremeño Guillermo Fernández Vara y el asturiano Javier Fernández.

El secretario general, mientras tanto, no se ha quedado quieto. Lo primero que hizo al día siguiente de las elecciones, durante la ejecutiva, fue anunciar que el congreso del PSOE, previsto para febrero, se retrasaría hasta la primavera, sin mayor concreción, y que él buscaría la reelección. El mensaje provocó un enorme malestar en muchas federaciones. No solo por la imagen de ensimismamiento orgánico que trasladó el partido en un momento de tanta incertidumbre política, sino porque consideran que a Sánchez se le ha acabado su tiempo. Quieren el congreso cuanto antes.

El todavía líder cuenta, entre otros, con el apoyo de los líderes del PSC y del socialismo madrileño, Miquel Iceta y Sara Her- nández, pero la balanza orgánica está del lado de Díaz y los barones críticos. Son ellos quienes tienen el poder institucional.

EL FUTURO DE DIAZ Con la cumbre de Sánchez y los dirigentes territoriales sin terminar al cierre de esta edición, la cuestión reside en qué ocurrirá en el comité federal de hoy. Si el PSOE se mantendrá en la discusión sobre los pactos, algo "ficticia" según un presidente autonómico, ya que en el partido se considera casi imposible gobernar gracias a Podemos y el independentismo, o si entrará de lleno en el futuro de Sánchez y sus posibles relevos. Como siempre en los últimos tiempos, la andaluza Díaz, que fue la principal artífice del ascenso de Sánchez hace algo más de año y medio, es la destinataria de casi todas las especulaciones sobre sustitutos.

Pero Sánchez, junto a su secretario de organización, César Luena, considera que debe tener otra oportunidad e insiste en liderar un "gobierno progresista". Nunca lo ha tenido tan difícil.