Cinco horas de reunión, 32 intervenciones (23 a favor de la dirección y nueve a favor de los críticos) y una tensión como pocas veces había vivido la ejecutiva del PSC, con palabras como "inmoral", "deslealtad" y "traición" en medio de un intercambio de reproches, por la indisciplina de unos al no acatar la orden de rechazar la declaración de soberanía de Cataluña y por la falta de sensibilidad de los otros. Y al final, el compromiso de acelerar la renovación y otorgar mayor protagonismo a los sectores críticos.
Ese fue el único gesto conciliador del primer secretario, Pere Navarro, a lo largo de una reunión tensa, "avinagrada" según algunos presentes, que en absoluto cumplió con el objetivo de cerrar las heridas. Muy al contrario, planeó sobre ella la sombra de la ruptura, una posibilidad real para mucho dirigentes.
Con las cinco multas de 400 euros ya impuestas, los diputados díscolos que están en la ejecutiva quisieron centrar el debate en lo que consideran el problema de fondo: la estrategia del PSC sobre el derecho a decidir y la capacidad de la dirección para asumir la discrepancia interna.
Navarro "perdió una nueva oportunidad de crear un espacio de confianza para seguir avanzando juntos", lamentó un dirigente crítico. Ninguna intervención planteó la expulsión de los diputados insumisos, pero tuvieron que aguantar durísimos reproches de algunos miembros de la ejecutiva por rechazar la declaración de soberanía.
Por su parte, el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha restó importancia a las discrepancias que existen entre su partido y el PSC sobre el derecho a decidir en Cataluña porque, a su juicio, "lo importante es saber si te vas o te quedas" y los socialistas de toda España "quieren quedarse".
En una entrevista en TVE, Rubalcaba manifestó que, aunque el PSC es "otro partido" y tiene su "autonomía", tanto los catalanes como el PSOE tienen en común "la 'S' de socialistas" y defienden "que Cataluña siga formando parte de España". No se pronunció sobre la sanción impuesta a los críticos.
