Cristóbal Montoro es uno de esos dirigentes que suelen defender siempre sus tesis de la misma manera: atacando las ajenas. Cada vez que sube a la tribuna del hemiciclo, el ministro de Hacienda subleva a la oposición. Y entre sus intervenciones parlamentarias, ninguna es más importante que la del debate de los Presupuestos Generales del Estado. Ya ocurrió en el anterior, a finales de abril, solo que en esta ocasión, cuando el Gobierno vuelve a defender las cuentas del próximo año en absoluta soledad, el clima político se encuentra mucho más crispado. Ni el PSOE tiende ya la mano para buscar acuerdos, ni CiU, en su actual ofensiva soberanista y con las catalanas dentro de un mes, apoya las reformas económicas. Montoro cargó ayer contra todos. Contra los socialistas, con argumentos viejos y nuevos: la herencia recibida y el descalabro del domingo. Contra CiU, por no atender a las auténticas "prioridades" de los catalanes. Y contra los partidos de izquierda, por querer "llevar a España fuera de Europa".

Fue una curiosa manera de presentar sus Presupuestos. De hecho, en su primer turno, cuando los grupos de oposición no habían intervenido y por lo tanto él no había recibido aún ninguna crítica, apenas se detuvo en el contenido de las cuentas. Dijo que se trataban de las "más sociales de la democracia" (una frase que ya se le había escuchado antes, pero que en esta ocasión provocó carcajadas), que eran "cumplibles" (algo sobre lo que el resto de grupos y los expertos tienen serias dudas) y que el déficit del Estado se había reducido al 3,9% en septiembre. Pero ni siquiera entonces pudo evitar Montoro tensar la sesión con acusaciones que nada tenían que ver con el debate. "Hay líderes políticos que, como no saben luchar contra la crisis económica, se dedican a levantar banderas políticas", sostuvo. La Diada y el president Artur Mas, de nuevo, se colaron en el hemiciclo. Al PP le conviene, como se ha visto en los resultados de Galicia, donde ha ampliado su mayoría absoluta.

EL 21-O COMO AVAL Esa victoria le ha dado fuelle al Ejecutivo, que ahora se considera legitimado para seguir transitando la senda de los recortes. "Ha sido una muestra de confianza de la ciudadanía", dijo el titular de Hacienda. Fue en su contestación a Alfredo Pérez Rubalcaba, cuya intervención despertó casi más interés que la del propio Montoro. Tras los pésimos resultados del domingo, mientras parte de su partido reclama un cambio de rumbo e incluso en algunos casos un cambio de líder, el secretario general no había aparecido. Aunque sus colaboradores admiten que se encuentra abatido por el batacazo y porque le gustaría contar con más apoyos en el seno de su partido, el jefe de la oposición se mostró muy firme. Sobre todo en la réplica, algo que gustó al Grupo Socialista. Son muchos los que le piden más contundencia.

Además de acusar a Montoro de carecer de "sensibilidad social" y de ser el responsable de unas cuentas "injustas" e "ineficaces" por confiarlo todo a la austeridad y nada a las políticas de crecimiento, Rubalcaba habló de los Presupuestos como si fueran un texto de ciencia-ficción. "No hay nadie que se los crea", dijo, porque están basadas en un supuesto de contracción de la economía (del 0,5% en el 2013) que va en contra de las previsiones de los expertos, que vaticinan una caída del 1,5%. Esa fue una constante en los discursos de los grupos (intervinieron todos, salvo el Mixto, que lo hará hoy): las cuentas son irreales y por lo tanto ocurrirá como las anteriores, que fueron revisadas dos meses y medio después de ser aprobadas, a golpe de recorte aprobado en decreto ley. También todos le preguntaron si pensaba actualizar las pensiones. Montoro, simplemente, no contestó a la recurrente pregunta.

El portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, tachó los Pre-