Los socialistas llevan semanas quejándose de que el Gobierno no les llama. Ni siquiera cuando surgen cuestiones en las que están en sintonía con el PP, ya sea la crisis de la Casa del Rey --tras la expedición cinegética del Monarca-- o la expropiación argentina de YPF. Su líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, volvió ayer a tender la mano en el Congreso.

El secretario general del PSOE alertó de la necesidad de diálogo en estos tiempos convulsos y propuso un triple pacto: político, entre partidos; social, con empresarios y sindicatos, e institucional, entre el Estado y las autonomías. Pero son gestos fundamentalmente estéticos. Porque el Gobierno, de un tiempo a esta parte, ha decidido no contar con el PSOE para casi nada. Tampoco le informa cuando la prima de riesgo sube hasta alcanzar máximos históricos, ni cuando se nacionaliza una institución financiera tan importante como Bankia, algo que ha ocurrido en las últimas jornadas.

La cuestión es por qué. Las fuentes conservadoras consultadas esgrimen argumentos variados. Uno es que los socialistas no están dispuestos a apoyar ninguna de las iniciativas del Ejecutivo (salvo la reforma financiera del pasado marzo), así que no tiene sentido buscar el acuerdo. Otra de las justificaciones es que el PSOE está más preocupado por tener los pies en la calle que en los pasillos y en los despachos. Y un tercero consiste en que, como dice un miembro del Gobierno, el PP ya habla con quien tiene que hablar, en referencia a las autoridades de Bruselas y el Banco Central Europeo.

HUELGAS Y NOMBRAMIENTOS Un importante dirigente popular, por ejemplo, sostiene que el principal partido de la oposición no ha aportado pruebas reales de que quiera arrimar el hombro. "Está alentando huelgas, y también paralizando el nombramiento de cargos institucionales", señala. "Lamentablemente, con esta situación económica, los principales interlocutores no están sentados en el Congreso. Esto no se arregla con un debate", explica un ministro. "La relación con el PSOE no nos resulta relevante --reconoce otro cargo del PP--. No son tan importantes ni se pueden presentar como alternativa mientras su líder sea el mismo que es corresponsable de la mala gestión de la crisis".

Sin embargo, es precisamente su inesperada capacidad de presentar alternativa lo que, a juicio de los socialistas, explica el ninguneo al que son sometidos. Su tesis, expuesta la semana pasada por Rubalcaba en la ejecutiva del partido, es que el ninguneo obedece al resultado de las pasadas elecciones andaluzas. Hasta entonces, las relaciones eran fluidas. El secretario general del PSOE se reunió con el presidente, Mariano Rajoy, en un par de ocasiones. La primera vez, de forma pública, y la segunda, privada. Pero llegaron los comicios y José Antonio Griñán se mantuvo en la Junta de Andalucía gracias a su pacto con IU. Todo cambió.

CAMBIOS SIN AVISAR En el Congreso, Rajoy desveló el encuentro secreto que había mantenido con Rubalcaba. "Nos hemos visto más de una vez", señaló. Por muy urgente que fuese el problema, el teléfono dejó de sonar. El Gobierno cambió el sistema de elección del presidente de RTVE para que no fuera necesario el consenso y paralizó la negociación sobre el resto de cargos institucionales. Los socialistas creen que el cambio fue de todo menos casual. Que tras el resultado andaluz, el Ejecutivo, al percibir que el PSOE no estaba tan desfallecido, decidió arrinconarlo, no darle el mínimo espacio en las decisiones claves para el país.

Pero Rubalcaba, al que parte de su partido reclama una oposición más dura y frontal, insiste en el pacto. "Estoy convencido de que es bueno hablar con ustedes", le respondió ayer un Rajoy al que sorprendió la oferta, según apuntó después alguno de sus ministros. Suena bien, pero fue lo mismo que el jefe del Ejecutivo le dijo al líder de la oposición el pasado 11 de abril, también en el Congreso. Y ese diálogo no se ha concretado en nada.

Lo que se ha confirmado es la voluntad de celebrar el debate sobre el estado de la nación este año, una convocatoria que algunos miembros del Ejecutivo querían evitar con la excusa de que el debate de investidura se celebró en diciembre y de que este año habrá dos sesiones extraordinarias sobre Presupuestos (del 2012 y del 2013). Rajoy ha informado a su Ejecutivo de que quiere que ese monográfico sobre España se convoque, como es habitual, para julio.