Se cuenta que don Pío tenía un reloj de pared en cuya esfera lucía unas breves palabras que, en modo aleccionador, recordaban el paso de las horas: «todas hieren, la última mata». Y he aquí que nos citamos con una nueva hora para Andalucía: la electoral. Porque si hablamos de elegir, esa es nuestra principal, simple y todopoderosa hora: lade elegir a unos si y a otros no.

Otra cosa es lo que, por el dedo de los elegidos, se decida luego en la sede parlamentaria y en el ejecutivo andaluz que resulte. Así pasaremos muchas horas este mes. Pensando en lo que decidirán nuestros elegidos tras la última hora de nuestro voto.

Y observando un péndulo a la izquierda y a la derecha, pienso en lo que es decisivo para generar más riqueza económica y empleo en una Andalucía cada vez más al sur de esta España cuestionada y más al sur del sur de una Europa también cuestionada. Y observo, por ejemplo, las oportunidades derivadas del actual brexit. Es mucha la renta generada por británicos aquí residentes y de las relaciones con Gibraltar dependen miles de empleos. Porque Andalucía no puede permitirse una caída libre en el flujo de viajeros y gasto generado por este emisor turístico. Porque son muchas las inversiones aquí y más aún el capital británico que está buscando unamayor seguridad jurídica que la proporcionada desde Cameron por sus erráticos gobernantes. Porque una posible soberanía compartida de Gibraltar que termine con el agravio fiscal existente puede ser decisiva para nuestros intereses. Y esa es otra gran oportunidad que nos jugamos para esta descapitalizada región tras la crisis pasada que aún colea. Como nos la jugamos con el problema territorial e independentista --por ende económico-- de España.

Y como también con la insufrible burocracia administrativa, la cuestión de la inmigración o la gestión de la deuda pública y el control del déficit presupuestario, entre otras muchas. Me temo que la debilidad que comparten los candidatos andaluces al pertenecer casi todos ellos a corrientes internas díscolas con la nacional de sus partidos, a su escasa relevancia en lo nacional, así como los casos de corrupción que acucian a unos y otros, no sirva para que Andalucía pueda ser decisiva en la gestión de estos asuntos.

Si elegir es nuestra responsabilidad, solo podremos hacerlo con candidatos sin el suficiente peso político para influir en decisiones que son, cuando menos, de política nacional con mayúsculas en su mayoría.

Como decía el reloj de Baroja, la última hora mata.

* CEO de Tress Capital. Economista