Entrevista | Raquel Campillos García-Carpintero Estudiante de la Escuela de Arte Mateo Inurria

«Intento dotar de un tono humorístico a todos mis trabajos»

Ramona Corder (nombre artístico) ha logrado un premio extraordinario en enseñanzas artísticas 

Raquel Campillos, Ramona Corder, en su rincón creativo. | CÓRDOBA

Raquel Campillos, Ramona Corder, en su rincón creativo. | CÓRDOBA / VÍCTOR RH

Víctor R. H.

-Enhorabuena Raquel... ¿o prefiere que le llame Ramona?

-La gente que me conoce me llama Raquel, obviamente; pero en el mundo artístico aparezco siempre como Ramona Corder. Es como mi sello de identidad y mi carta de presentación junto a mi trabajo.

-¿Y le puedo preguntar de dónde le viene ese nombre?

-Pues bueno, todo artista lo suele tener y, en el mundo de la ilustración, es frecuente también. Muchos de ellos están vinculados a animales como el caso de Elena Hormiga, Aurora Gorrión... Yo quería hacer ese juego con el cordero pero estaba cogido y me tuve que adaptar.

-El detalle deja muy claro que se toma esto del arte muy en serio.

-Bueno, sí y no. Me tomo muy en serio esta parcela de mi vida, por ser una buena profesional y amar la ilustración. Al tiempo, intento dotar todos mis trabajos artísticos de un tono humorístico. De hecho, escogí Ramona como primera parte del nombre porque me sonaba gracioso y también porque tenía vinculaciones musicales que me gustan. En definitiva, Ramona Corder es como una declaración de intenciones.

-¿Entre sus intenciones estaba ganar un premio andaluz?

-Pues no me lo había propuesto y, aunque lo he conseguido, todavía no me lo creo del todo. Haber logrado uno de los premios extraordinarios de las Enseñanzas Artísticas Superiores en Andalucía ha sido todo un regalo y una alegría inmensa.

-¿Y cómo acabó participando y alzándose con el galardón?

-Me enteré prácticamente de que existían estos premios cuando estaba haciendo FP en la Escuela de Arte y Superior de Diseño Mateo Inurria de Córdoba y más adelante supe que nuestros proyectos de fin de ciclo se podían presentar al mismo. Los docentes tuvieron que elegir entre presentar el mío y el de otro compañero que, por cierto, estaba igual de bien. Muy agradecida de ser la elegida, y de ganar, pero cualquiera lo hubiese merecido.

-Parece que lo dice de corazón ¿no? ¿Estaba en familia?

-Sin duda, me dio mucha rabia que no escogieran a mi compañero. Pasamos muchas horas dibujando, compartimos mucho porque el ciclo es intenso y, los supervivientes, como nos llamamos, estrechamos lazos. De hecho, mi obra final refleja todo lo vivido y lo que me han aportado tanto los estudiantes como los profesores. Da gusto compartir enseñanza y aprendizaje con ellos, porque lo vivimos con mucha pasión y dedicación.

-¿Y en qué consistía su trabajo que ha sido premiado?

-Pues gira en torno a las palabras salvajes, que, según los expertos, son vocablos y sílabas sin sentido ni significado claro que surgen a lo largo de la historia de juegos o cancioneros. Las hay de todo tipo, en todos los países e idiomas. Y yo he querido plasmar en dibujo lo que transmiten estas palabras salvajes.

-¿Fue un proceso creativo tranquilo o, precisamente, salvaje?

-Pues ante todo ha sido un proceso bonito y apasionante. De hecho, da la casualidad que, posteriormente, he publicado un libro con la misma temática del trabajo premiado pero, en este caso, con el protagonismo residiendo precisamente en niñas y niños, que han interpretado esas palabras salvajes.

-¿Y qué es lo que más destacaría de usted como ilustradora?

-¡Uy! Intento ser original y abordar algo que no se haya hecho. En este caso, por ejemplo, también es novedoso que uso la técnica del linograbado en la ilustración y, como lectora, me encanta poner en valor la poesía a través del dibujo.