El jueves se confirmaron las previsiones de consenso de los analistas sobre la subida de tipos del BCE, un nuevo 0,75% lo que deja el precio del dinero en el dos por ciento. En realidad, esta suerte de secreto a voces estaba ya bastante descontado por las sugerencias de los propios miembros del Consejo de la institución, con su presidenta, Christine Lagarde, a la cabeza, en sus continuas declaraciones semanales, en actos y eventos de todo tipo. Ello, junto a las medidas de encarecimiento de liquidez a la banca para liberar buena parte del mercado de bonos, atascado en los repos, el mercado de préstamos garantizado a un día.

Nada nuevo pues bajo el sol para unos mercados que mantuvieron el rebote de finales de mes a pesar de la subida, y para un euribor que, no obstante, ha subido menos en octubre, 0,30 por ciento en media mensual, que en septiembre, cuando escaló casi verticalmente, en un uno por ciento, recogiendo y anticipando así las dos últimas subidas de tipos oficiales. 

La pregunta por tanto es cuando llegará la próxima estación y hasta donde. La respuesta que se interpretó el jueves es que será en diciembre y que habrá que ver si no se afloja el ritmo, quedarse en solo medio punto, dada la evolución de las economías europeas, en especial la alemana. 

Esta fue la interpretación que dieron los inversores, un futuro a corto plazo menos agresivo, contando siempre con que la inflación afloje el ritmo, para no ahondar en tiempo y forma en la recesión, sea técnica o no -los seis meses continuados de crecimiento negativo- que se da por segura. 

En este panorama, las previsiones sobre la evolución del Euribor como principal índice hipotecario, también se han moderado ligeramente, hasta el entorno del tres a tres cincuenta de media para el próximo año.