La sostenibilidad y la tecnología están llegando hasta los campos de cultivo. Un sector tan tradicional como es el agrícola se va a tener que adaptar a los cambios tecnológicos para cumplir con las regulaciones que se están llevando a cabo, tanto a nivel nacional como europeo.

Por ello, PRISMAB, una startup española especializada en tecnología agrícola, ha creado una solución para facilitar esta tarea a los trabajadores del campo de nuestro país. En concreto, crea y comercializa sensores inteligentes para implantar en los campos de cultivo y así poder medir distintos parámetros que hasta entonces solo se podían calcular a través de herramientas que eran difíciles de usar y con precios muy altos.

Este era uno de los principales problemas que tenían los agricultores. Así lo explica Antonio Pastor, CEO de PRISMAB, quien señala que el campo no deja de ser una fábrica de alimentos y al contrario de cualquier otra industria, en esta no se estaban midiendo los factores que activan la calidad y la producción.

Agricultura de precisión

En concreto, estas herramientas de alta tecnología permiten medir los parámetros agronómicos más importantes que hasta ahora eran invisibles para muchos agricultores y que pueden ayudar en la toma de decisiones de la producción; como son el agua que hay en el suelo para saber cuándo hay que regar, la salinidad para ver cuándo o cuánto abono hay que aportar; la temperatura del rocío o el esfuerzo que tiene que hacer la planta para hidratarse.

Esta forma de trabajar en el campo, llamada agricultura de precisión, aumenta la producción y la calidad de los productos a un precio menor. Hemos observado que algunas explotaciones han conseguido aumentos en su producción de entre un 5% y un 10%. Y esto lo han conseguido con un gasto menor que el que venían haciendo hasta ahora, explica Pastor.

En cuanto a la instalación, el consejero delegado de la startup asegura que es muy sencilla y en menos de un minuto están listos para transmitir la información de forma automática, sin necesidad de Internet ni corriente, a una aplicación a la que el agricultor podrá acceder desde su teléfono móvil u ordenador.

Este es otro problema al que se enfrentan los trabajadores del campo: la brecha digital, ya que de nada sirve tener toda esa información si no se sabe interpretar. Según narra Pastor, la agricultura se ha concebido siempre de una forma tradicional, ya sea de padres a hijos o entre conocidos del pueblo, y uno de los esfuerzos de esta startup es la de romper esta barrera. Hemos visto que los agricultores son unos supervivientes. Tienen una capacidad de adaptación increíble, asegura Pastor.

Una adaptación que muchos se han visto obligados a llevar a cabo debido a las nuevas regulaciones que se han comenzado a implantar en parte de nuestro país. Un ejemplo de ello ha sido la nueva Ley 3/2020 de recuperación y protección del Mar Menor por la cual el Gobierno de la Región de Murcia obliga a los agricultores de la zona a tener implantados distintos sensores a partir de febrero.

En concreto, la regulación determina contar con dispositivos para la medición del volumen de agua de riego, sistemas de monitorización de la fertilización mineral o la instalación de sensores de humedad, tensiómetros o cualquier otro dispositivo para su utilización sistemática en la programación del riego y llevar a cabo una gestión eficiente del agua.

A pesar de que esta nueva regulación requiere un gran cambio de mentalidad para los profesionales del sector en muy poco tiempo, el CEO de PRISMAB advierte que no hacer esto está causando unos problemas medioambientales y sociales muy grandes.

'De la granja a la mesa'

En este sentido, la Comisión Europea reclama una agricultura de precisión a través de su estrategia De la granja a la mesa?, un proyecto que busca garantizar alimentos saludables, asequibles y sostenibles; combatir el cambio climático; o velar por un rendimiento económico justo en la cadena alimentaria.

Para garantizar una producción alimentaria sostenible, la Comisión tiene como objetivo reducir el uso de plaguicidas químicos y fertilizantes en un 50% y en un 20%, respectivamente, de cara a 2030, así como que el 25% de todas las tierras agrícolas de los Países Miembro se dediquen a la agricultura ecológica.

Para Pastor, esta acción es muy necesaria, además tiene un impacto directo en el desarrollo medioambiental que tenemos ahora mismo.