En España solo hay mil instalaciones de autoconsumo eléctrico mientras que en Alemania hay un millón. La falta de sol no es el motivo, como es evidente, sino que lo era la legislación, que hacía el proceso farragoso en su papeleo, inviable para el 65% del país que vive en pisos y muy inestable en su propia definición porque obligaba a pagar una cuantía para «contribuir al sistema eléctrico», el famoso impuesto al sol. Su liberalización no ha hecho más que abrir la puerta a lo evidente: que quien quiera producir su propia energía, lo haga. El ejemplo más claro es que, tras esta apertura, Ikea venderá paneles solares en España.

«Damos la bienvenida a la desaparición del impuesto al sol. Es una buena noticia para el consumidor, le dará la posibilidad de ayudar al planeta y al mismo tiempo le permitirá ganar dinero», sentenció el vicepresidente y director financiero del Grupo Ikea, Juvencio Maeztu.

Todavía no hay fecha prevista para su lanzamiento, pero la nueva legislación permite a España entrar a formar parte del conjunto de más de una docena de países en los que Ikea está implantando los paneles solares como una nueva oportunidad de negocio. Ya los vende en Reino Unido, Suecia o Japón con gran éxito y «más baratos» que en cualquier otra empresa, gracias a acuerdos entre la multinacional y compañías energéticas locales. «Nosotros te hacemos un presupuesto de cuánto te cuestan los paneles, cuánto te ahorras y cuánta es la inversión, y en una mañana te lo instalamos», explicó Maeztu.

«El tema renovable empezó como un compromiso con nosotros mismos, pensamos que teníamos que producir más renovable de lo que consumíamos y, después, se convirtió en la posibilidad de ofrecer una vida más sostenible a un precio sostenible», agregó el español con más peso en la empresa sueca. «Estamos pasando del antiguo concepto de tengo que pagar más por ser ecológico a lo sostenible es además más barato».