La economía española creció el 0,8% en el cuarto trimestre del año, en línea con el incremento del tercer trimestre, según avanzó ayer el Banco de España en su boletín económico de diciembre. El último informe trimestral sobre la economía española, incluido en ese boletín publicado por el organismo supervisor dirigido por Luis María Linde, el PIB cerrará el 2015 con un avance del 3,2%, una décima más de lo que había previsto en su informe de septiembre, aunque por debajo de la estimación del Ejecutivo (3,3%).

El Banco de España también ha mejorado una décima su previsión para el 2016, al estimar ahora un avance del 2,8%, aunque en todo caso se trata de una tasa inferior a la previsión oficial del 3% contenida en el cuadro macroeconómico del Gobierno de Mariano Rajoy.

El avance trimestral del 0,8% coincide con el observado en el tercer trimestre y es dos décimas inferior al 1% estimado para el periodo de abril a junio, cuando se alcanzó el pico de crecimiento desde el inicio de la recuperación. Según el análisis del Banco de España, la "modesta desaceleración" del tercer y cuarto trimestre no altera el escenario central de un crecimiento sostenido en los próximos trimestres.

En todo caso se advierte de que predominan los riesgos a la baja. "A escala interna, la principal fuente de incertidumbre está asociada al curso de las políticas económicas". En particular se teme que "un posible agotamiento en el proceso de aplicación de reformas estructurales podría afectar negativamente las expectativas de crecimiento e incidir negativamente en las decisiones corrientes de consumo e inversión", se afirma en el boletín, redactado con datos hasta el 17 de diciembre, previos a los complejos resultados de las elecciones generales.

POLITICA PRESUPUESTARIA También se teme por la política presupuestaria, tras el aviso de la Comisión Europea al Gobierno español para que complete cuanto antes su Plan Presupuestario del 2016 de modo que se garantice el objetivo de déficit del 2,8% del PIB previsto para el 2016. En concreto, la CE prevé un déficit público del 4,7% y del 3,6% del PIB en el 2015 y el 2016, respectivamente, frente a los objetivos oficiales del 4,2% y el 2,8% y el Banco de España teme que de la necesidad de corregir esta desviación se derive "algún efecto negativo sobre la actividad a corto plazo". Traducido en cifras absolutas, corregir estas desviaciones supondría aplicar unos recortes de casi 10.000 millones de euros.

En el exterior, el principal riesgo reside en la posibilidad de una desaceleración más pronunciada en las economías emergentes y en los países destinatarios