Grecia en boca de todos y en la punta de la flecha de caída de los índices europeos. La colección de valoraciones de los analistas era de las que no admite resquicios de optimismo, salvo la confirmación de que el contagio es uno de los pilares de los mercados de grandes volúmenes de dinero. Un analista decía: "No debemos olvidar la capacidad de Europa para decepcionar". Seguía la enumeración de cumbres europeas en que no se han adoptado soluciones dignas de tal nombre, o sea, duraderas: 17. En términos más cercanos a literatura bélica se dijo: "Capitulación por desconfianza".

En la repetición de los titulares de las pantallas, las declaraciones del exprimer ministro griego Lukás Papadimos sobre la posibilidad de que Grecia deje el euro. La otra palabra que agitaba el badajo de las campanas de alarma era "contingencia", en alusión a que ya circulan por los despachos de los gobiernos del euro supuestos planes de cómo actuar si se da el abandono de Grecia de la eurozona, vinculada a los resultados electorales del 17 de junio. Ayer había cena de líderes en Bruselas, a la que se tildó de "informal" para evitar generar expectativas, lo que logró el efecto contrario, más incertidumbre y más retrocesos.

Todas las bolsas europeas se tiñeron de rojo: desde menos del 2% hasta más del 3%, como fue el caso de los corros de Italia y España. El Ibex-35 perdió 220,80 puntos, equivalentes al 3,31%, y cedió hasta los 6.440,50 puntos, nivel similar al registrado a finales de mayo de 2003. Telefónica (--4,90) encabezó las pérdidas, segunda del BBVA (--4,05%).