Las estadísticas así lo venían confirmando. El desempleo en Estados Unidos continúa cerca de los dos dígitos, la venta de viviendas se desploma mes a mes, el acceso al crédito sigue limitado y el consumo privado no termina de despuntar. Síntomas evidentes de que la economía de la primera potencia del mundo no acaba de remontar el vuelo y que ponen de manifiesto una vez más que el ritmo de la recuperación se está estancando.

Por eso ayer todo el mundo estaba ansioso por conocer las palabras de Ben Bernanke, quien reconoció que el crecimiento en el 2010 está siendo "menos vigoroso" de lo que esperaba hace un año, aunque negó que haya un riego "significativo" de caer en una espiral deflacionista. Bernanke intentó tranquilizar a los mercados asegurando que la Reserva Federal dispone de un as en la manga en forma de nuevos estímulos que no dudará en emplear si hiciera falta.

Solo unas horas antes, el Departamento de Comercio confirmaba una revisión a la baja del crecimiento del PIB en el segundo trimestre hasta el 1,6%. Son ocho décimas menos de lo anunciado un mes antes, pero un dato bastante mejor de lo que esperaban los analistas. Por eso la noticia fue celebrada por los inversores con subidas en los primeros compases de Wall Street.

"NO VEN LA REALIDAD" Pero no todo fue optimismo. El premio Nobel de Economía Paul Krugman lamentó que tanto la Fed como la Casa Blanca y el Tesoro se nieguen a ver la realidad. "Esto no es recuperación", advirtió en The New York Times. "Necesitamos crecer a un ritmo del 2,5% para que el paro no siga subiendo, y hacerlo con más fuerza si realmente queremos que baje significativamente", añadió.

Bernanke aprovechó su intervención ante los responsables de los principales bancos centrales del mundo reunidos en Jackson Hole para reiterar que no ve motivos para modificar su política de mantener los tipos de interés excepcionalmente bajos. Aclaró que todavía dispone de herramientas para ofrecer nuevos alivios monetarios mediante medidas "no convencionales" en caso de que fueran necesarias, sobre todo si hay un "deterioro significativo" del panorama.

De momento, admitió que el PIB crecerá "a un menor ritmo" en el segundo semestre, pero insistió en que el repunte vendrá en el 2011. En su opinión, no se trata de saber si la Fed tiene herramientas para impulsar la economía, "porque las tenemos". La clave está en saber si los beneficios de adoptar "estímulos adicionales" compensan el riesgo.

BUENA ACOGIDA Sin dar mayores pistas, el presidente de la Fed dejó entrever que de cara al futuro se podrían aprobar nuevas compras adicionales a gran escala de valores a largo plazo para inyectar más dinero en la economía. Otras opciones son incrementar las metas de inflación o reducir los intereses que pagan los bancos por el exceso de reservas. Por ahora el mensaje convence a los inversores, que ayer respondieron con subidas superiores al 1% en los principales indicadores de Wall Street.