El promotor Esteve Serra, a sus 60 años, no recuerda haber pasado ninguna situación tan grave en su negocio. Junto con su socio, Manel Buxeda, levantó 31 chalets en Garriguella (Girona), y le quedan ocho por vender, así como un local y seis pisos de alta calidad en la localidad gerundense de Roses, y 14 pisos de precio ajustado cerca de Barcelona. "Todo está en venta", explica, "y cuando aparece un comprador, los directores de las oficinas bancarias no paran de pedir papeles y les frenan". Serra asegura que tenía prácticamente vendido el local de Roses pero que el banco negó la financiación para cerrar la operación.

Pero no todo son quejas. "Tres cajas han entendido nuestra situación y nos han hecho una refinanciación de las hipotecas a dos años, aunque ampliando el préstamo hipotecario y con un coste más elevado que antes. Pero esto nos da margen de tiempo para intentar vender los inmuebles". Añade que la firma tiene todavía deudas con los industriales, a los que les ha garantizado, incluso con su patrimonio, que cobrarán. "Si no vendo, estoy arruinado, pero también estoy convencido de que no sucederá y continúo buscando proyectos para mantener la rueda".

Imaginación y ganas no le faltan. Ha intentado vender los chalets a inversores extranjeros, "con presencia en ferias de Londres, Andorra e incluso Dubai". Para los inmuebles de Roses, busca compradores franceses, "que están volviendo lentamente". Y para los pisos de Sant Feliu, negocia con la Generalitat para pasar unos cuantos al régimen de protección. Está intentando un pacto con el propietario de un solar en otra localidad para construir allí 25 viviendas: "Le ofrezco dos torres de Garriguella en alquiler, con el compromiso de recompra pasados tres años, una operación de trueque provisional. El propietario logra unos ingresos por un terreno que ahora nadie le compraría, y nosotros podemos mantener la actividad, construyendo pisos de protección oficial, que hacen falta en la zona".

Serra está convencido de que volverán a hacer falta pisos dentro de dos años. "No vendemos caro, pero la gente está asustada y el miedo lo paraliza todo", afirma. "Debería hacerse un pacto entre los medios de comunicación y la Administración para no dar solo noticias negativas", apunta como receta para acabar con ese temor a la crisis.