"Nosotros no somos robots, no somos maquinitas, también nos pasan cosas". Una de las "cosas" que le sucedían a Santiago Damián García, conocido como "el Morro", estaba relacionada con un insondable dolor en el alma. Nacido en Uruguay en 1990, goleador del torneo argentino 2017-18, García fue encontrado muerto en su casa en la provincia argentina de Mendoza. Al lado de su cuerpo, había un arma. Su cabeza mostraba el orificio de una bala. Los medios de prensa de este país no dudaron en hablar de un suicidio del jugador de Godoy Cruz.

Había jugado su último partido el pasado 19 de diciembre, contra el Newell's Old Boys de Leo Messi. Hacía tres días que el club mendocino no sabía nada de él ni respondía a los mensajes que le dejaban. El deceso del delantero que se inició en Nacional, de Montevideo, es interpretado a través del prisma de algunas de sus últimas declaraciones. "Hubo un momento en el que pensé en dejar de jugar al fútbol. A punto tal que un día mi hermano abrió la puerta y vio la manera en que estaba viviendo. No encendía la luz de mi casa, estaba totalmente deprimido. Había muchas situaciones que me sobrepasaron, dijo en diciembre pasado al recordar su paso por Paranaense, de Brasil.

"Algo le pasaba"

Los compañeros de Morro García todavía no salen del asombro. Lo definieron como un buen compañero. Reconocieron a su vez que algo se había modificado en el ánimo de Morro en los últimos tiempos y era el propio cuerpo el que daba una constancia de una transformación negativa. Las autoridades de Godoy Cruz advirtieron que estaba excedido de peso. Le contrataron un médico nutricionista. El tratamiento no prosperó. El diario El Sol de Mendoza informó que también visitaba un consultorio psiquiátrico.

"Si le veías la cara, se le notaba en los ojos que algo pasaba", le aseguró al portal Infobae alguien que lo trató durante el último tiempo. Dicen que extrañaba a su hija, que reside en Uruguay, y a la que no veía desde el inicio de la pandemia. Le ofrecieron que viajara a su país de origen. Cuando estaba por hacer las maletas, dos semanas atrás, le detectaron el coronavirus. Tuvo que aislarse. Y eso, se especula, agravó su situación emocional. Lo habían dado de alta el pasado martes. Pocos días después, apagó el teléfono y no atendió más a nadie.