El mundo del deporte cordobés ha acogido con pesar el fallecimiento de uno de sus nombres de referencia. Rufino Mesa Gonzalez (Córdoba, 1953) falleció este viernes, al no superar un infarto. Este cordobés se dedicó profesionalmente a la mecánica, especialmente a las motocicletas. Compartió su vida con María Jesús, tuvo dos hijos -Inmaculada y Alberto-, y ahora disfrutaba de su jubilación con sus nietos Paula y Alberto.

De joven trabajó en un taller de bicicletas que su padre (también Rufino) tenía en la Ribera, pasando años después a ser el propietario de un taller de motos, aunque luego resultó más conocido por su faceta futbolística.

Jugó al fútbol de extremo izquierdo en equipos como el Figueroa, Recreativo Córdoba, Viñuela o Levante y fue entrenador en el Viñuela. Una vez retirado colaboró con el Córdoba CF en la puerta del acceso del estadio de El Arcángel, como muestra de su apego al club blanquiverde, amor que compartía como seguidor acérrimo del Atlético de Madrid.

Siendo veterano estuvo muy vinculado al campeonato de empresas Interfútbol. Jugó en el Bar Raquel y pasó a formar parte del colectivo arbitral del campeonato, donde estuvo bastantes años.

Afable y siempre colaborador con todos sus clientes de las motocicletas, destacaba por su magia con las "vespas". Su peculiar bondad, simpatía y gran sentido del humor le hacían no pasar desapercibido en ningún ámbito y ser considerado por todos como un hombre bueno. Tanto el trabajo como el deporte le permitieron a Rufino conocer y tener muchos amigos, que ahora con tristeza contemplan su marcha todavía joven.