Era todo pasión, la misma que le llevó a pilotar un F-1, el origen del entusiasmo con la que abordó mil y un proyectos en categorías inferiores hasta crear su propio equipo de F-1. Adrián Campos (Alzira, 17 de junio de 1960) era un emprendedor, todo corazón, su gran músculo, el mismo que se detuvo ayer sin previo aviso, por un aneurisma en la aorta con tan solo 60 años.

Había vuelto a fumar, sí, sin mucho control, como casi todo en su vida. Eso dirá la medicina, que hablará poco de los miles de viajes a su espalda, las noches sin dormir buscando financiación, las vueltas de su cabeza a cientos de proyectos otra vez un equipo español de F-1, entre otros proyectos para ya!, sus infinitas gestiones para lanzar a tantos y tantos pilotos que pasaron por sus manos.

Llegué como llegué a la F-1, pero llegué que era el objetivo, solía decir sobre su aterrizaje en la F-1, en aquel equipo Minardi, que compartió con Luis Pérez Sala. Era nieto del empresario Luis Suñer, sí, con patrocinadores importantes, también, pero cualquier niño con dinero no pilota un F-1. Fue el primer español en ganar una carrera de F-3 en Europa, y a su espalda se cargaba todo el lastre de una casi nula tradición del 'Gran Circo' en España.

Un piloto frustrado

Se dio cuenta enseguida que le faltaba el talento para ser un piloto top, pero se empapó de todos los conocimientos que necesita un piloto y un equipo para ser grandes. Un 16 puesto en 1987 fue su mejor actuación y, para entonces, ya se le había metido en la cabeza ejercer de trampolín para que otros españoles, otros pilotos, llegaran la F-1 en mejores condiciones. Hablando de talento, Campos solía decir Hay tres tipos de pilotos: el que tiene talento y no carácter, que dura muy poco; los de má carácter que talento, que pueblan la parrilla de F-1 y los que tienen las dos cosas, uno entre un millón, es decir, Fernando Alonso.

Con estas ideas se lío la manta a la cabeza para crear el Campos Racing, un equipo de categorías inferiores que se hizo un hueco en el estabilishment del automovilismo internacional, cuando promocionó a Marc Gene a la F-1, primero, y a Fernando Alonso, después. En España hay F-1 gracias a Jaime Alguersuari y Adrián Campos, repite siempre Giancarlo Minardi, el patrón del equipo italiano (después Toro Rosso y ahora Alfa Tauri) por el que pasaron Campos, Pérez Sala, Gené, Alonso, Jaime Alguersuari e, incluso, Carlos Sainz, ahora flamante piloto de Ferrari.

Campos se dedicó en cuerpo y alma a esa complicadísima transición entre el kárting y la F-1, a descubrir talentos, a buscar presupuestos, a formar estructuras. Fernando Alonso, Marc Gené, Antonio García, Álex Palou, David Vidales, Adrián Vallés, Félix Porteiro, Vitaly Petrov, Giorgio Pantano, Lucas di Grassi, Alexander Rossi, Roberto Merhi, Jack Aitken, Mitch Evans o Lando Norris. Todos ellos han estado ligados a Adrián, un ramillete con dos pilotos en la actual parrilla, un ganador de la 500 Millas y otro en ciernes, y un buen puñado de pilotos que pasaron por la F-1 y viven en la actualidad del automovilismo. Las redes sociales se han llenado con sus mensajes de luto.

El colega de Ecclestone

Fue un trabajador incansable, lleno de luces y sombras, con momentos de ruina. Sé a quién tenemos que fichar y qué medios necesitamos. Solo me hace falta dinero, le dijo a Alejandro Agag en el 2005. Y el que, después, fue promotor de la exitosa Fórmula E se metió de llenó en el asunto buscando un patrocinador, Barwa, para el equipo de Campos.

Fueron campeones por equipos de la GP2. Y al menudo Campos se le metió en la cabeza aquella que movía de lado a lado atusando el flequillo, mientras encendía un pitillo tras otro crear un equipo español de F-1. Fue una empresa con más corazón que cabeza, como casi todas la suyas. Logró convencer a Bernie Ecclestone y se hizo sitio en la parrilla con el Campos-Meta, que después derivó en Hispania y HRT con un truculento proceso por medio junto a Carabantes y Collin Colles.

Me viste hablar antes con Bernie ¿no?, me comentó en una ocasión tras salir del motorhome de Mister E?. Lo viste, me dio la mano, un abrazo, y todo sonrisas. Pero cuando entramos en su despacho, se volvió un demonio, se subió a una silla, y me gritó como un poseso: Adrián: show me the money, show me the money!? Muéstrame el dinero. Es lo único que le interesa, lo único que vale, repetía este valenciano que se ha llevado más de un millón de secretos del paddock?. Todos.

Y en eso andaba Adrián estos últimos meses, en buscar el dinero para un nuevo proyecto español en F-1, para alargar su estructura a la F-4, el primer paso de los chicos que tienen que dejar el karting a los 16 años por falta de medios en un certamen enloquecido por los costes, recordando que tenia ojo para eso, para los pilotos, como aquella vez en que vio a Fernando Alonso brillar en una carrera de campeones en Barcelona, cuando solo era un niño y le subió a su coche de la Fórmula Nissan, con enormes presiones por dar un volante a un asturiano con el Patrocinio de la Comunitat Valenciana. Me dio igual, yo sabía que era un campeón en potencia.

Así era Adrián, un emprendedor en un mundo caníbal.