El fútbol va de marcar un gol más que el rival. De que la pelotita entre. De no encajar. De practicar un fútbol elegante. De perder tiempo, como ayer hizo, lógicamente y en beneficio propio, el Yeclano. El fútbol va de muchas cosas, es un libro abierto en el que cada entrenador, cada jugador, cada espectador, directivo y periodista puede interpretar, hablar, narrar, analizar, preparar y discutir. Y jugar. Pero, y no es una cuestión baladí, el fútbol también es, como lo definió Jorge Valdano, «un estado de ánimo».

Solo así puede explicarse el partido que disputaron este domingo el Córdoba CF y el Yeclano en El Arcángel. Un choque que empezó con un gol de un recién renovado Alberto del Moral, que días antes había recibido un pasillito de sus compañeros en el entrenamiento, como celebración de su nuevo contrato, y que a los tres minutos de juego celebraba, encantado, su primer gol con el primer equipo del Córdoba CF. ¿Quién podía esperar que de esa imagen se pasaría, 90 minutos después, a la foto de los jugadores murcianos celebrando con algarabía la victoria mientras los blanquiverdes, cabizbajos, se marchaban por el túnel de vestuarios?

[Así hemos vivido el partido]

Pablo Alfaro, entrenador del equipo califal, trató de encontrar el argumento de la narración del partido posteriormente, en sala de prensa. Habló de la «maraña» en la que había logrado convertir el encuentro el Yeclano, en ese choque gris, deslucido, de guerra de guerrillas en que el partido entró en la segunda parte. Y se le preguntó por el estado anímico de la plantilla. No quiso ahondar en la herida. La realidad vivida en El Arcángel fue la de una montaña rusa de emociones, de sensaciones, de estados de ánimo. De la felicidad de Alberto del Moral a la alegría de Luis Castillo quien, en el 35’, se llevaba las manos a la cabeza por haber podido rematar en el primer palo, con su estatura de media mediterránea, un balón que había acabado en el 1-1. El duelo estaba igualado en lo futbolístico pero la balanza anímica empezaba a bascular a favor del Yeclano.

Poco después de comenzar la segunda parte Becerra salió a por uvas en un saque de banda y Christian Perales, entre feliz y sorprendido, celebraba dos segundos después su tanto, el segundo del equipo murciano, que desnivelaba el partido y confirmaba que la alegría era ahora visitante. De repente, con media hora aún por delante, las palabras de Jorge Valdano adquirían un matiz lúcido, trascendente. Dos fallos, dos mazazos, y los jugadores del Yeclano, que en la primera media hora eran incapaces de quitarle el balón al Córdoba CF, parecían, incluso, disfrutar defendiendo una renta que era oro para ellos. Su técnico, Sandroni, habló de «una página histórica» en el equipo murciano. Tal vez desde la óptica del seguidor blanquiverde suene a demasiado. Pero no en la del hincha del equipo azulgrana.

Iban ganando en El Arcángel, remontándole a un equipo que hace menos de un lustro estaba en Primera, haciendo que un Córdoba CF aspirante al ascenso hincase la rodilla en su campo y ante un rival de la zona baja. En esa media hora final los blanquiverdes acusaron el golpe, el «puñetazo en la frente», como lo definió su entrenador, y los azulgranas pelearon cada balón, cada segunda jugada, cada choque, cada pelota dividida. Héctor Sandroni se desgañitaba en la banda. Los jugadores del Yeclano se daban ánimos entre sí. Incluso los saques de banda a favor eran celebrados. Y no era para menos. Ese factor intangible que es el ánimo, la mentalidad, estaba claramente del lado visitante y uno desde la Preferencia de El Arcángel, aún con la razón de su parte, podía pensar que el Córdoba CF era capaz de darle la vuelta, pero, escuchando a su corazón, sabía que no iba a ser posible. Que la felicidad era azulgrana y la desdicha blanquiverde. Y que ahora toca una semana de reflexión, de trabajo y de mucha mentalización para levantar a una plantilla herida en su orgullo que debe dar su mejor versión en casa del UCAM Murcia para volver a aspirar al liderato, su único objetivo inmediato e ineludible.