Algo que diferencia a River de Boca es el buen funcionamiento colectivo. Una idea de juego bien marcada, característica del club, que tendrá una modificación obligatoria por la sensible ausencia de Rafael Santos Borré, suspendido por acumulación de amarillas, y también la baja de Nacho Scocco por lesión.

Pero River no pierde solo esos dos jugadores. El conjunto dirigido por Marcelo Gallardo perdió la localía y la posibilidad de ser campeón ante toda su gente por las decenas de inadaptados que apedraron el bus de Boca cuando se dirigía al estadio Monumental. La perdió también en el Bernabéu, porque la Conmebol le dio el vestuario que usa la primera plantilla del Real Madrid a Boca Juniors. Los millonarios usarán el vestuario visitante. La plantilla se siente damnificada por haberse quedado sin el factor campo. «La fuerza de un equipo» es el lema elegido para la finalísima. River tiene en la manga a su as de espadas: Gonzalo Pity. El 10 del equipo. Clave en el desequilibrio. Cada jugada de ataque pasa por sus pies. Quien lo acompaña un poco más atrás, en mitad de la cancha, es Exequiel Palacios, el canterano de River que será vigilado por el Madrid. El futbolista puede ser el nuevo fichaje blanco en el mercado de invierno.

Amor por el técnico

Los fanáticos del conjunto millonario aman a su entrenador, Marcelo Gallardo, que ya supo conquistar la Copa Libertadores en el 2015 -para el recuerdo, el ataque de gas pimienta que sufrieron los jugadores de River en la Bombonera-. El Muñeco es ovacionado en cada partido y los hinchas depositan mucha confianza en su míster hasta el punto que entre ellos se dicen: «Tranquilo, tenemos a Gallardo».