Eran las 10 de la mañana. Un autocar dejaba en El Arcángel a una chavalería que no dejaba de gritar "¡Córdoba, Córdoba!". Pero lo primero que llamó la atención a los alumnos del colegio López Diéguez fue uno de los coches que había aparcados en la puerta. Un Porsche que algunos fotografiaron y apuntaron hasta la matrícula, como si se tratara de una pieza de museo.

Ya dentro, los niños tuvieron la oportunidad de sentirse futbolistas y periodistas por un día en la sala de prensa, donde predijeron la alineación para el partido del Celta, aunque había quien quería colocar en la portería a Raúl Navas. Otro, imitaba con sus manos una cámara de televisión. Ahí se escuchó por primera vez el nombre de Patiño que, sorprendentemente, es el ídolo entre los más pequeños. Tanto que había quien solo conocía al madrileño. "Queremos cantarle una canción a Patiño", dijeron varias niñas, que inmediatamente comenzaron a cantar y a bailar al ritmo del Ai se eu te pego de Michel Teló, que pronunciaron frase por frase en un perfecto portugués.

Después pasaron por el vestuario visitante, en el que había "zapatos sucios", para luego entrar en el gimnasio, donde les esperaba el segundo entrenador, Rafa Reyes, que estaba poniéndose en forma con las pesas. Y seguían los chicos con su ídolo. "Por favor, pon a Patiño", le dijo un niño a Reyes, suplicándole con las manos entrelazadas. Tras sentarse en la grada y tomarse un batido de chocolate de la tierra, de Covap, bajaron al campo para ver, por fin, a Patiño... y a Hervás, el segundo más solicitado. Allí repitieron el bailecito delante de los jugadores y de Paco Jémez, al que pocos conocían por su nombre. "¡Hombre, hombre!".