La primera en la frente. El Madrid de José Mourinho echó a andar en la Liga atascado y sin la pegada salvadora de sus estrellas. No fue capaz de ganar a un Mallorca bien organizado por Michael Laudrup, aunque es cierto que el mejor jugador local fue el portero Aouate, que frenó en seco a los delanteros blancos en las pocas ocasiones en que estos se vieron en disposición de marcar. El conjunto madridista tuvo que volverse con un triste empate a cero, la primera decepción de una temporada en la que el Barça no está dispuesto a regalar nada.

No lo vio nada claro en Palma el Madrid, que no pudo ofrecer ninguna de las alternativas que ofrece presuntamente el catálogo de su nuevo entrenador. En su estreno liguero, el equipo blanco mostró muchos de sus viejos defectos sin que pudieran adivinarse nuevas soluciones para cambiar su cara y sus prestaciones. Algo que no admite prórrogas ni esperas salvo que quieran conformarse con seguir metidos en el papel de segundones tanto a nivel doméstico como en el plano internacional.

Para eso no ha sido contratado Mourinho, que tratará sin duda de atraer sobre sí toda la presión que vuelve a caer sobre un grupo que no deja de ponderar las bondades de su nuevo técnico pero que no acaba de asimilar, por lo que se ve, sus métodos y sus consignas. Un grave inconveniente, sin duda, cuando el Braçam el gran referente, sale otra vez disparado.

El caso es que el Madrid se desplegó en el campo mallorquinista sin tener muy claro qué hacer para llevarse un partido que, sin poder calificarse de clave, sí que estaba subrrayado en el calendario como un marco de ensayo general para medir la progresión que ya a estas alturas debería reflejar el conjunto madridista. Con Canales como titular en la media punta, Higuaín arriba, Cristiano y Di María en las bandas, y zil y Khedira en el banquillo, el Madrid empezó como acabó hace unos meses, con protagonismo y presencia acaparadora de Cristiano Ronaldo, algo a todas luces insuficiente para descomponer al Mallorca, un equipo que ha perdido a buena parte de los hombres que marcaban su personalidad la pasada campaña, pero que ya da muestras de estar bien trabajado para complicar la vida a cualquiera, se llame como se llame.

Tras un par de amagos mal resueltos por Higuaín y Cristiano, la buena organización mallorquinista metió al Madrid en un callejón sin salida. Falto de ritmo, estático, lento y sin continuidad, el equipo blanco ofreció un perfil totalmente plano e incluso comenzó a despistarse peligrosa