8 de marzo, día internacional de la mujer

Mujeres que viven su arte en Córdoba

Cuatro profesionales cordobesas explican cómo les influye a la hora de trabajar el hecho de ser mujeres

Coinciden en la invisibilización de la creación hecha por mujeres y critican que sigan sin aparecen en los manuales

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Clara Gómez, Pepa Anguiano, Almudena Castillejo, Virginia Filardi.

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Clara Gómez, Pepa Anguiano, Almudena Castillejo, Virginia Filardi. / CÓRDOBA

Araceli R. Arjona

Araceli R. Arjona

Crear, creer, creerse, crearse. Los verbos crear y creer se conjugan a veces como impersonales, a veces como reflexivos. Se puede crear sin creerse nada, creer y creerse, crearse y crear. Las mujeres artistas de Córdoba, como la mayoría de artistas del mundo, son personas en construcción constante que construyen el mundo a la vez se construyen a sí mismas y crean su obra. Aunque el nombre que las define, «artista», acabe en «a» y no exista opuesto acabado en «o» que distinga géneros, durante siglos hablar de artistas era igual a hablar de hombres. Afortunadamente, hace tiempo que las cosas empezaron a cambiar, pero todavía falta mucho camino por recorrer. Cuatro cordobesas profesionales del arte explican cómo les influye, para bien o para mal, el hecho de ser mujeres en el ejercicio de su profesión. 

Almudena Castillejo | «El arte como arma para visibilizar»

Almudena Castillejo, pintora e ilustradora.

Almudena Castillejo, pintora e ilustradora. / Diario CÓRDOBA

Almudena Castillejo escribe historias con sus pinceles y utiliza el arte como una forma de entender el mundo, reflexionar y experimentar. Es fundadora del colectivo artístico Algazara, que busca poner en valor el trabajo de los creadores contemporáneos andaluces, tiene en su taller Recoveco un ejemplo palpable de sororidad, ya que los últimos viernes de cada mes celebra «aquelarres» artísticos en el que mujeres del gremio se reúnen para realizar una actividad creativa y después hablar, compartir y debatir. Almudena fue víctima de violencia de género, una experiencia que hizo pública hace un tiempo después de años de silencio, y que también trasciende a lo que hace. «Mi obra es la exteriorización de mi punto de vista sobre lo experimentado, lo vivido bajo mi prisma de mujer, de artista y de andaluza, esa es la esencia». Almudena es una feminista convencida cuya firma aparece en multitud de proyectos de reivindicación y visibilización de la mujer como el de Científicas en el muro de la UCO o el festival Grito de mujer. Según Almudena, cuando revisa su obra y su forma de trabajar, «la única diferencia que encuentra con sus compañeros varones son sus temáticas». Considera el arte un «arma maravillosa» para hacer visibles realidades injustas ocultas y no duda en emplearla siempre que tiene ocasión. Creció «enredada entre pinturas, papeles y telas», sabiendo que sería artista «sí o sí», pero además, tuvo una familia que «me dejó ser, sin cuestionarme», asegura, «aunque también estuvieran preocupados por la precariedad de mi trabajo».

Esa es una constante que se repite en la biografía de las personas que se dedican al arte, en especial las mujeres, muchas de las cuales acaban aparcando esta actividad en el cajón de los hobbies para buscar otro tipo de trabajo que les dé de comer. «Esta es una ciudad difícil para crecer aunque actualmente hay varios movimientos liderados por mujeres muy corporativistas que, además de unirnos entre nosotras, están intentando cambiar las reglas del juego de nuestra comunidad». Se reconoce como feminista, pero no sabe cuándo fue consciente de que lo era. «Recuerdo de pequeña decir ‘si tuviera pito, mamá, esto no pasaría’», dice convencida. Las temáticas feministas la han acompañado desde que echó los dientes en el arte: «Desde las subyugaciones que sufrimos por el hecho de ser mujeres a la violencia de género, la desigualdad...». Ejemplo de ello es el proyecto de ilustración Sirenas, divido en tres partes: Sirenas en lata (malos tratos), Yo no soy marinera soy capitana (empoderamiento femenino) y Manual erótico sireno (felicidad y libertad). Sus referentes mujeres son amplios y contemporáneos («en los libros de arte no existimos», grita). «Van desde mi madre metida en su taller de costura a mi hermana con su taller de orfebrería, mis profesoras, artistas como Rebeca Autremer, Paula Bonet y poetas como María Pizarro y Juana Castro.

Clara Gómez | «Pinto mujeres desde el autoconocimiento»

Clara Gómez Campos, pintora.

Clara Gómez Campos, pintora. / CÓRDOBA

A Clara Gómez, la pandemia le dio el empujón que necesitaba para dedicarse a full a su pasión, el arte. En ese contexto, nació su proyecto Espejo Azul, enmarcado en el festival Eutopía, en el que ella y otras siete artistas crearon una serie de obras poéticas y pictóricas que luego se recogieron en una exposición. Clara está convencida de que «no existe una forma de pintar de hombre diferente a las mujeres», pero también es consciente de que el hecho de ser mujer influye sin ningún género de dudas en lo que hace. «Mi obra está llena de mujeres rodeadas de iconos publicitarios y comida, algo que si lo analizo, creo que son mujeres que pinto desde el autoconocimiento de ser una mujer, como si se tratasen de autorretratos que hago a través de ellas», afirma. Como la mayoría de las creadoras de su generación, apenas tuvo referentes mujeres en los libros de historia del arte, aunque, a cambio, bebió de las que tenía cerca en la Feria de Arte de la Diputación de Córdoba y que de las que fue conociendo a base de investigar como Paula Bonet, Jenny Saville, Ángeles Agrela, María Ortega Estepa, Sara Moyano y Gloria Martín.

«Actualmente somos más visibles, pero no podemos conformarnos con espacios especiales que se crean para mujeres y con los actos del 8M», sentencia, «la igualdad no se consigue solo con nuestro empoderamiento, hace falta mucha educación en cuestiones en las que aún estamos en posición de desventaja». En su opinión, «ser mujer y artista es algo prácticamente heroico, se nos pide ser superheroínas porque se nos cuestiona más cualquier decisión, propuesta u obra de arte y se nos discrimina por razones como edad y físico». Para Clara, ser mujer y ser artista «son dos realidades por separado». Ser mujer «es una forma de ver y vivir el mundo, que aportará a mi obra mi experiencia» mientras que el arte, crear es «mi aliento», algo que «si no pudiera hacer de forma profesional, lo haría igualmente porque mi mente me lo pide». Se define como feminista aunque asegura que de pequeña no era consciente de las desigualdades porque se normalizan en muchos casos. «Empecé a notarlo cuando empecé en la Universidad», recuerda, «el feminismo busca, entre otras cosas, hacer a la sociedad más sensible y consciente de las injusticias que sufrimos las mujeres», algo que cree que es posible vislumbrar en su obra si se mira con los ojos correctos. «Trabajo con la ironía para poner en tela de juicio, por ejemplo, el lenguaje publicitario que usa a las mujeres como objeto y las cosifica». 

Pepa Anguiano | «El interés por la mujer debería ser constante»

Pepa Anguiano, collages y pintura.

Pepa Anguiano, collages y pintura. / CÓRDOBA

Pepa Anguiano es doctora en Bellas Artes en la especialidad de pintura y compagina su actividad creativa con su trabajo como profesora de la Escuela de Arte Dionisio Ortiz, algo que decidió cuando acabó la carrera «ante la dificultad de vivir exclusivamente de la producción creativa». El collage se ha convertido en uno de sus lenguajes de expresión favoritos, con el que es capaz de crear atmósferas irreales y oníricas a partir de la resignificación de fotografías, recortes de revistas o postales antiguas con las que ofrece un discurso nuevo. La representación de la mujer como narradora de historias es una constante en su obra como reflejan algunas de sus exposiciones, la última individual titulada Cabezas voladoras. «Ser artista implica para mí un compromiso con la experimentación y la búsqueda constante a través del descubrimiento personal y la conexión con los demás, sin atender conscientemente a mi género», explica, «me considero feminista y aunque cuando trabajo no me planteo crear obras feministas, pueden surgir porque esas ideas están en mí». Como a sus compañeras, le parece que «el interés hacia las mujeres artistas debería ser algo constante no solo el 8 de marzo, tengo la sensación de que algunas instituciones solo piensan en nosotras ese día»». A la hora de crear, utiliza a menudo rostros femeninos y a veces busco autoras que me han influido, no necesariamente por ser mujeres, sino por su trabajo». Considera que el arte es una herramienta útil de concienciación. «Recomiendo la performance de María Gimeno Queridas viejas, que suelo mostrar a mi alumnado, en la que la artista se dedica a insertar mediante cortes de cuchillo páginas de mujeres artistas que a pesar de haber desarrollado y firmado su trabajo no aparecen en La historia del Arte de E. H. Gombrich», señala. Ese fue el manual que utilizó cuando estudió la carrera. «Ahora siento pena de no haber sido consciente entonces de que solo incluía artistas hombres». Dejar de normalizar la invisibilidad de las mujeres, en el arte, como en otras tantas facetas de la vida del ser humano, es el primer paso hacia la igualdad porque lo que no se ve o de lo que no se habla no existe.

Cuando mira atrás, lamenta que el fruto del talento de muchas mujeres no haya llegado a nuestros días. «Me parece muy triste que esto haya sucedido», afirma, al tiempo que señala «el caso de la pintora Aurelia Navarro, que terminó en un convento, o la pintora olvidada Isabel Santalo, que descubrí recientemente en la película La visita y un jardín secreto». En su opinión, cree que es algo que se está revirtiendo «y espero que llegue un momento en que todo esté superado y no se dé importancia al género sino a la intención artística». Dicho esto, cree que «aún hay instituciones y museos en los que falta representación de mujeres artistas» y que «habría que actualizar los manuales de historia del arte para incluir a los nombres que faltan». Afortunadamente, ha tenido referentes mujeres como artista. «La primera que descubrí con 16 años fue la escritora Carmen Laforet y después, Carmen Martín Gaite», recuerda, «en el campo del arte plástico, Meret Oppenheim, Grete Stern, Carmen Calvo, Remedios Varo, Leonora Carrington o Louise Bourgeois». Para Pepa, Córdoba es una ciudad interesante para crecer como artista. Echa en falta que se dé más vida al centro Pepe Espaliu, pero valora que haya «dos escuelas de arte y espacios expositivos interesantes como el C3A, la Fundación Botí, Gala y colectivos como Plata y Luciana Centeno». En todo caso, «hay que salir para un desarrollo completo de tu trabajo», sentencia. 

Virginia Filardi | «El arte es un motor a la hora de expresarme»

Virginia Filardi, collages y diseño gráfico.

Virginia Filardi, collages y diseño gráfico. / CÓRDOBA

Virginia Filardi es una freelance del arte enfocada sobre todo en el diseño gráfico y el collage. Autora entre otros proyectos del mural que se instaló en el Teatro Góngora con motivo del Festival de la Guitarra, es una de las artífices de Arte Fluido, nacido en el contexto de Córdoba Ciudad de las Ideas. Emprendedora nada, ha impulsado junto a otra artista, Lola Jiménez, la iniciativa Mujeres CREAN, que congrega a un grupo de mujeres de diferentes edades y disciplinas para generar redes. «Cada cierto tiempo, nos reuniremos en espacios artísticos de la ciudad gestionados por mujeres y se dinamizarán esos encuentros con actividades artísticas». La primera cita concitó a unas 30 mujeres y el objetivo, recalca, es seguir creciendo. Aunque para ella Córdoba ha sido un lugar que le ha facilitado desarrollarse como artista «sin demasiados problemas», echa en falta que haya más variedad de mujeres en las iniciativas que se plantean. «No sé si es por miedo o resultado del síndrome del impostor, pero somos siempre las mismas las que participamos en los proyectos», asegura. Lejos de ser una debilidad, para Filardi ser mujer y artista supone «una doble fortaleza». Para ella, ser las dos cosas «es la combinación perfecta para poder expresarme y dar voz a lo que pasa a mi alrededor». Activista del feminismo «hasta que se consiga la igualdad total», cree que al ver sus obras es posible adivinar que detrás hay una mujer. 

Sobre el panorama actual y la visibilización de la mujer, percibe cambios importantes «porque en los proyectos se busca que haya paridad aunque sigamos siendo minoría». Además, percibe mucha sororidad en los eventos en los que coinciden mujeres artistas, algo que considera muy positivo. Filardi dice sin dudar que ha tenido «muchísimas mujeres referentes» a su alrededor que han influido en su obra y en su vida, entre ellas, sus abuelas y su hermana y que siente «profunda admiración» por muchas artistas cordobesas. «Entre ellas, Pepa Anguiano, con quien hice un taller que me introdujo en el mundo del collage que es la técnica que más me define». Para Filardi, «el arte es un motor que me ayuda a expresar cómo me siento y lo que pienso sobre ciertos temas, a conectarme con otras artistas». En su obra, refleja su día a día. «La gran mayoría de mis collages hablan de situaciones que he vivido o imaginado, de ahí que casi siempre utilizo imágenes de mujeres que cuentan mi historia».

Antes de acabar, cada artista lanza un consejo a cualquier niña que quiera seguir sus pasos. Virginia Filardi la animaría a lanzarse «a no tener miedo a mostrar lo que piensa, opina o siente». Clara Gómez le pediría que «busque lo que le haga feliz porque cualquier ser humano alcanza la excelencia cuando es feliz con lo que hace, y a no dejar nunca de jugar, experimentar, crear y divertirse». Pepa Anguiano llama a esa niña imaginaria a «formarse todo lo que pueda, a leer, investigar, viajar y después, a pensar de qué manera quiere hacerlo, ya sea a través de la investigación, la docencia, la denuncia social, el trabajo colectivo...». Porque, recuerda, «no solo existe la opción de ser artista famosa». Por último, Almudena Castillejo se sentaría y le diría: «Pequeña, tienes mucho que pintar, construir, escribir... tu voz es única, así que agarra esos lápices y aprende, lee, vive y experimenta porque, al hacerlo, te armarás de argumentos para apartar las piedras del camino. Lee tu historia para reconocer el camino y lo más duro, tendrás que aprender a que un ‘no’ no te afecte ¡ay el rechazo!, porque de cada veinte respuestas, solo una será un ‘sí’».

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