PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO

El Palacio de los Angulo, una 'casa tomada' por la cultura en la plaza de San Andrés

Carmen Cristino y Víctor Vaggione han puesto en marcha un proyecto que pretende rehabilitar el inmueble y llenarlo de contenido

El Palacio de los Angulo, en San Andrés, abre sus puertas

Víctor Castro

Araceli R. Arjona

Araceli R. Arjona

El Palacio de los Angulo tiene nuevos dueños. Después de muchos años en venta, en plena pandemia, la anterior propietaria, la marquesa de Cabrera, recibió una oferta de una pareja que, enamorada a primera vista del inmueble, decidió reunir el dinero para hacerse con la casa. Lo cuentan ellos mismos, Carmen Cristino y Víctor Vaggione, madrileña ella, de la Córdoba argentina, él. «Llevaba 30 años visitando Córdoba, desde que vine con una compañera del grupo de teatro de la Universidad en Semana Santa; mi sueño siempre fue tener una casa-patio aquí, un lugar donde reunir a los amigos, organizar encuentros, disfrutar y aprender», explica Carmen. «La historia de esta ciudad, su literatura, sus poetas me parece fascinante», añade.

Fachada del Palacio de los Angulo, en la plaza de San Andrés.

Fachada del Palacio de los Angulo, en la plaza de San Andrés. / Víctor Castro

Letrada de formación, hace unos años que Carmen puso en marcha una empresa de turismo personalizado que se mueve entre seis ciudades de España, una de ellas Córdoba. Decididos a comprar una casita con encanto en Córdoba, hicieron una lista de sitios en venta en el que incluyeron el palacio, «por verlo, por curiosidad», afirman, «pero el día que vinimos y abrimos la puerta pensamos esto es otro mundo y nos enamoramos de la casa». Para comprarla, convencieron a los hermanos de Víctor, un figura en el mundo del software digital, para que invirtieran y lograran reunir el montante. 

Una de las habitaciones de la casa.

Una de las habitaciones de la casa. / Víctor Castro

Así surgió la asociación cultural La casa tomada, inspirada en el cuento del mismo título de Julio Cortázar, una casa tomada por la cultura en la que tienen previsto organizar eventos relacionados con el patrimonio, la literatura o las tradiciones. De hecho, este sábado celebraron el acto La casa tomada por la Cuaresma, centrada en las tradiciones de esta época del año. «También nos gustaría organizar algo para hermanar esta Córdoba con la de Argentina, aprovechando nuestro vínculo personal, y crear lazos culturales entre una ciudad y otra», comenta Víctor. 

Al fondo, arcos que han quedado al descubierto en la reforma de la casa.

Al fondo, arcos que han quedado al descubierto en la reforma de la casa. / Víctor Castro

El Palacio de los Angulo, que llevaba cerrado desde los años 90, ha vuelto a cobrar vida desde hace año y medio y actualmente está en un proceso de reforma con el que Carmen y Víctor quieren recuperar poco a poco las dependencias, en las que se mezcla lo antiguo y lo moderno, una escalinata del siglo XVII con habitaciones adaptadas a la vida del siglo XXI. «Esta es una casa misteriosa porque oculta su encanto al exterior, como la mayoría de los caserones de Córdoba», destaca Carmen. «Da a la plaza de San Andrés, desde la que uno no puede imaginar que al otro lado de esa fachada color albero y ese gran portón se esconda un patio como éste», coronado por palmeras y otras especies vegetales.

Actividad organizada en el patio del Palacio de los Angulo.

Actividad organizada en el patio del Palacio de los Angulo. / CÓRDOBA

La anterior propietaria explicó a los nuevos dueños que el palacio de los Angulo, cuya historia está llena de herederos y descendientes, estuvo deshabitado durante muchos años hasta que una tía soltera de la marquesa se instaló en un ala de la casa. «Al parecer, esta señora sufría agorafobia y se hizo un apartamento en un lado de la casa, donde instaló una pasarela metálica para acceder a una terraza y no salió de allí hasta que murió». Aunque hay una sala apuntalada, el palacio ha superado la prueba del tiempo con bastante lozanía. Conserva vestigios del pasado remoto, como la fuente del patio, ahora sin agua, y las columnas de capitel corintio del porche, cuyo suelo de chino cordobés ha sido sustituido por uno hecho a base de barro cocido que conserva la pátina antigua.

Pasarela metálica instalada desde una de las habitaciones.

Pasarela metálica instalada desde una de las habitaciones. / Víctor Castro

Plagada de recovecos, resulta fácil perderse por su planta, ya que al paso van surgiendo puertas que conducen a una antigua capilla, un palomar anexo a un espacio de techos bajos abovedados, un salón de baile con arcos tapiados que han vuelto a ver la luz con la reforma y puertas de distintos tamaños, algunas incorporadas en la reforma reciente que componen un conjunto ecléctico que está siendo amueblado con sillas, cómodas, mesitas o butacas que la pareja rescató en una subasta del hotel Villa Magna de Madrid. En la entrada, una especie de cobertizo se está transformando en cocina, mientras que sobre la escalinata de la entrada, ahora sobrevuela una especie de farol a la espera de la limpieza y restauración de la gran lámpara de araña que encontraron en la casa y que pronto volverá a su ubicación original. El aspecto definitivo aún está por descubrir.

Escalinata del siglo XVII del Palacio de los Angulo.

Escalinata del siglo XVII del Palacio de los Angulo. / Víctor Castro

Mientras tanto, la casa ha acogido ya algunas presentaciones vinculadas a actos de la Fundación Thyssen y Ciudad de las Ideas y también a grupos de turistas que están colaborando en la reconstrucción de la casa. «Nuestra idea es crear un club cultural de gente que participe en las actividades, que pueda alojarse en las habitaciones cuando vengan a Córdoba», explica Carmen. «Hay muchas personas interesadas en conocer esta ciudad desde dentro, profundizar en su historia desde la experiencia, y dispuestas a colaborar con el proyecto para recuperar, al menos, parte de la inversión e ir avanzando en la rehabilitación», señala. Las cosas de palacio... ya se sabe.

En la entrada, un cobertizo se está transformando en cocina.

En la zona del patio, un cobertizo se está transformando en cocina. / Víctor Castro

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