Equipamientos culturales | El motor de una red

La Biblioteca Central de Córdoba, punto de partida y encuentro

El equipamiento que llevará el nombre de Antonio Gala es la «cocina» del resto de centros municipales y, además de libros, ofrece un programa de actividades que inducen a la lectura

Tras el fallecimiento del escritor Antonio Gala, el Ayuntamiento de Córdoba ha elegido la Biblioteca Central para que lleve su nombre y rendir así homenaje al autor cordobés, aunque será el Pleno de la Corporación municipal el que tome la decisión última sobre su denominación concreta y el tiempo dirá si el equipamiento del barrio de Lepanto será conocido en la ciudad de una manera u otra. «El sentido de su nombre actual tiene que ver con su función dentro de la red municipal de bibliotecas como principal motor y recurso, la cocina donde se prepara todo lo que luego se sirve al resto de centros municipales que están extendidos por los barrios», asegura Rafael Ruiz, director del equipamiento de Lepanto, el barrio que más disfruta de él. «A nosotros nos encanta que venga la gente con su carrito de la compra a llevarse su libro, aunque cuando se organizan actividades o vienen a visitarnos colegios o institutos llegan personas de muchos puntos de la ciudad, incluidas las barriadas periféricas», prosigue Ruiz.

De cualquier forma, lo que no va a cambiar será la actividad que se desarrolla en el edificio que luce frente a la plaza del Cristo de Gracia, más conocida como del Rescatado o del Alpargate, que es mucha y muy variada. Para empezar, ofrece un número de ejemplares que asciende a los 171.000, aunque la cantidad aumenta a 300.000 en toda la red, y los disponibles para los ciudadanos son 90.000. Pero todo se puede ver si se solicita.

Dos mujeres miran el catálogo del que dispone el centro.

Dos mujeres miran el catálogo del que dispone el centro. / FRANCISCO GONZÁLEZ

«Esta biblioteca es un tanto especial, ya que su historia enlaza con la del Archivo Municipal y tiene un importante fondo histórico», continúa Ruiz, que asegura que toda esa documentación está catalogada y puede ser consultada, aunque en los casos en que se aconseja por su estado o valor que el documento no se manipule se recurre a las copias digitalizadas. Dentro de este fondo antiguo, el centro cuenta con dos incunables, sendas tragedias de Séneca escritas en latín, y un fondo muy interesante y de gran valor del que hay copia en la nueva Biblioteca de Alejandría, llamados manuscritos califales o códices de Tetuán, además de poseer un gran número de volúmenes sobre la historia de Córdoba o relacionados con la enseñanza en el siglo XX, esto último debido a la donación del inspector de Educación Ángel Avilés al Ayuntamiento de Córdoba de toda su biblioteca.

Una joven observa un panel de una exposición.

Una joven observa un panel de una exposición. / FRANCISCO GONZÁLEZ

Otra interesante colección de la que goza es la de publicaciones periódicas, toda una serie histórica para investigar desde 1854 hasta el día de hoy, además de revistas o semanarios «que recogen una parte de la vida de la ciudad que no siempre es la que está en los manuales de Historia o en los documentos del Archivo», subraya el director del centro.

 Pero no son muchos los investigadores que acuden a este centro a hacer consultas, lo que para Ruiz significa que «estamos haciendo un buen servicio, ya que los documentos siguen siendo utilizados pero sin la obligación de que el interesado tenga que desplazarse y se tenga que acomodar a nuestros horarios porque desde su casa, a través de internet, puede tener acceso a esa información cuando quiera».

Además de esta actividad investigadora, este centro, como cualquier biblioteca pública, dispone de un fondo generalista con una representación del conocimiento, del saber o toda la expresión literaria, «pero sin demasiada especialización, porque eso es materia de bibliotecas universitarias», señala Ruiz, que asegura que en lo que realmente está nutrida esta biblioteca es en el fondo local. En cuanto a los datos de préstamos de este año, al día de hoy en el conjunto de la red se han realizado unos 77.200 y cuando acabe el año la previsión es de 93.000. Por otro lado, la relación de La Central con el resto de centros municipales es muy intensa, además de importante.

Doce puertos

«Nos gusta decir que somos una biblioteca con doce puertos y desde cualquiera de ellos se puede acceder al conjunto de la red, y si alguien llega a la biblioteca de su barrio a por un título en concreto y no está disponible allí, rápidamente estará a su disposición», prosigue Ruiz, que asegura que ese modelo de circulación es el que después han ido adoptando otras redes andaluzas.

Un investigador ante un documento digitalizado.

Dos jóvenes eligen libro. / FRANCISCO GONZÁLEZ

Por otro lado, la Biblioteca Central, además de guardar miles de tesoros bibliográficos, es un importante punto de encuentro a través de sus numerosas actividades. «Las bibliotecas públicas no pueden resignarse a ser un establecimiento que abre sus puertas y que entre quien quiera, sino que deben ser un agente activo a la búsqueda del lector», continúa el director del centro. Bajo esta premisa, se pretende poner al alcance de la manera más fácil posible al conjunto de la población tanto las artes literarias como el conocimiento, y la manera de hacer llegar esos hábitos lectores es a través de un amplio programa de actividades que se dividen en tres ejes troncales. El principal de ellos son los clubes de lectura, y solo en la red municipal existen 42 en los que se tratan todo tipo de géneros, desde la novela negra ala histórica, ensayo, poesía... y para todos los niveles. «Es un programa muy sólido, muy extendido que nos gustaría seguir desarrollando y aumentando, ya que la demanda es creciente, pero los recursos no dan para más», asegura el bibliotecario. Otro importante eje es el de la narración oral porque «creemos que el acceso a la literatura es más fácil cuando el usuario es más pequeño». Este programa, que se basa principalmente en los cuentacuentos y se realiza en todas las bibliotecas de la red un día a la semana, tiene momentos puntuales como el maratón de cuentos, donde se reúne a grandes narradores durante una jornada, además de la Escuela de Narración Oral, destinada a padres y maestros para que tengan herramientas para leer en casa a sus hijos. Por último, el tercer pilar es la escritura a través de un conjunto de talleres de creación literaria dirigidos tanto a público infantil como adulto.

Otro momento muy especial en este centro es el Salón del Libro Infantil y Juvenil, que se celebra en este mes de noviembre, además de la organización de la Feria del Libro, que también recae en la red de bibliotecas.

Dos jóvenes eligen libro.

Un investigador ante un documento digitalizado. / FRANCISCO GONZÁLEZ

Presentaciones de libros, encuentros con autores, charlas y tertulias o programas como No seas cómplice, que pone de manifiesto el problema de la violencia de género, también forman parte de la actividad de este equipamiento, que dedicará a esta cuestión la practica totalidad del mes de noviembre en colaboración con al delegación de Igualdad.

Todo esto indica que La Central es una biblioteca «muy viva» donde no para de entrar y salir gente, que, a juicio de Ruiz, es el objetivo de una biblioteca pública. «Nos interesa, además de hacer llegar la cultura, la literatura o la escritura al conjunto de la población, que la biblioteca sea un espacio de encuentro y convivencia, valoramos mucho el espacio físico, sobre todo, en tiempos en los que la comunicación es tan fría, tan digital, y queremos que sea una continuación de la plaza pública en la que se sitúa».

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