Bob Dylan

"O tocamos o posamos": por qué Bob Dylan odia los móviles en los conciertos

La estrella protagonizó un episodios agrio contra la presencia de los dispositivos en sus 'shows'

Bob Dylan, en un reciente concierto en el Hyde Park de Londres.

Bob Dylan, en un reciente concierto en el Hyde Park de Londres. / EPE

Rafael Tapounet

Una de las reglas no escritas de los conciertos de Bob Dylan es que la estrella no interactúa con los espectadores. Nunca. Nada de “hola, Barcelona”. Nada de “sois un público estupendo”. Nada de presentar las canciones. Hasta hace unos años, el cantautor de Minnesota aún se tomaba de vez en cuando la molestia de mencionar los nombres de los músicos que lo acompañaban sobre el escenario, pero también eso dejó de hacerlo. Los fans de Dylan que acuden a sus actuaciones ya dan por hecho que no habrá parlamentos y, de hecho, casi prefieren que no los haya, porque saben que si el artista habla es que algo va horriblemente mal.

La última vez que Bob Dylan se dirigió al público en medio de un concierto fue el 16 de abril de 2019, en la Konzerthaus de Viena. Acababa de empezar a cantar ‘Blowin’ in the wind’ (apenas iba por la primera estrofa, así que buena parte del auditorio todavía no había reconocido la canción) cuando interrumpió la actuación después de ver a un espectador filmando con su teléfono móvil. El cantante dio unos pasos hacia atrás y a punto estuvo de caerse al tropezar con uno de los monitores. Luego volvió al micrófono y habló: “Haced fotos o no hagáis fotos. Nosotros podemos tocar o podemos posar. ¿De acuerdo?”. A continuación escupió una versión de ‘It takes a lot to laugh, it takes a train to cry’’ y abandonó el escenario para no volver.

La escena es hoy recordada como uno de los episodios más agrios de la larga cruzada que Bob Dylan mantiene contra la presencia de teléfonos móviles en los conciertos. Una cruzada que ha alcanzado el nivel más alto de beligerancia en la gira que el viernes y el sábado trae al cantautor de 82 años al Gran Teatre del Liceu de Barcelona, en la que los espectadores están obligados a guardar sus dispositivos en unas fundas especiales antes de acceder a sus localidades. Pese a la controversia que ha generado la medida, parece una mejora respecto a la estrategia antimóviles desplegada en la anterior visita de Dylan al Liceu, en 2018, cuando unos guardias se dedicaban a enfocar con una luz bastante molesta a los espectadores que desafiaban la prohibición de hacer uso de los teléfonos.

Microchip de bloqueo

En esta ocasión, el autor de ‘Stuck inside of Mobile with the Memphis blues again’ se ha asociado con una empresa llamada Yondr, que fabrica unas fundas de neopreno en las que los espectadores deben colocar sus teléfonos en modo vibración o silencio. Las fundas están equipadas con un microchip que impide abrirlas a menos que se desbloqueen con una máquina. En el Liceu, el personal de Yondr se encargará de activar los estuches en los accesos y de desbloquearlos a la salida. También se habilitará, fuera de la zona del concierto, un área de uso de teléfonos móviles para quien lo necesite.

El ‘método Yondr’ se empezó a utilizar en 2014 en espectáculos de cabaret erótico con el propósito de evitar que alguien compartiera en internet imágenes del ‘show’. Rápidamente lo adoptaron cómicos como Chris Rock, David Chapelle, John Mulaney, Kevin Hart y Amy Schumer, hartos de ver grabaciones de sus monólogos en las redes sociales. Y fue Jack White, declarado enemigo de la tecnología moderna y militante feroz de la causa antimóviles, quien lo introdujo en el mundo de la música en su gira de 2018.

Ahora es Bob Dylan el que sigue sus pasos. A favor del éxito de la iniciativa juega el hecho de que buena parte de su público creció viendo conciertos en una época en la que el teléfono móvil era un ingenio de ciencia ficción. Y, además, nadie quiere ver a Dylan enfadado. Cualquier cosa antes de que el viejo bardo se vea obligado a hablar.