Entrevista

Eduard Fernández: "El teatro me devuelve un poco la calma y me ayuda a no olvidar lo esencial"

"Termino agotado físicamente después de cada función, pero es muy hermosa y gratificante esa comunión que se logra con el público", cuenta el actor

Eduard Fernández, durante su interpretación en el monólogo 'Todas las canciones de amor'.

Eduard Fernández, durante su interpretación en el monólogo 'Todas las canciones de amor'. / Cedida

B. Blanco García

Ana María Serrano viaja este jueves hasta Zamora para contar su historia sobre las tablas del Teatro Principal de la ciudad castellanoleonesa. Y lo hace a través de la interpretación de su hijo, el actor Eduard Fernández, quien está de gira por España con "Todas las canciones de amor", un monólogo intimista donde rinde homenaje a su madre de la mejor manera que sabe hacer.

PREGUNTA: –En la víspera del día del padre llega con "Todas las canciones de amor", un cariñoso homenaje a su madre. ¿Qué le llevó a inspirarse en Ana María?

RESPUESTA: –Fue un cúmulo de coincidencias. A mí me apetecía hacer un monólogo desde hacía tiempo y estaba en Buenos Aires, donde vi una obra de teatro que me gustó mucho. Miré a ver quién era el autor, Santiago Loza y, curiosamente, tenía otra obra suya en cartel que también fui a ver. Me compré además un libro suyo, lleno de monólogos, y encontré allí uno de una señora. Al cabo de poco tiempo se murió mi madre y pensé que sería una buena idea hacer algo inspirado en ese monólogo, porque, además, se parecía bastante a la relación que teníamos mi madre y yo.

–¿Se adaptó entonces el texto a sus propias características?

–Loza añadió al texto aspectos personales, como que tenía miedo a ir solo a oscuras por el pasillo, mis pies planos, el hacerme pis por las noches o ser muy enclenque y muy sensible. Hay muchos que piensan que todo lo que cuento sobre el escenario es verdad, aunque eso da igual, porque, en el fondo, es un poema y una celebración para una madre y para un viaje a la muerte, al infinito o a la luz, cada uno según lo vea. Es un homenaje para mi madre y para todas esas madres que renunciaron un poco a su vida para dedicársela a la familia y que sus miembros pudieran hacer la suya propia.

–Personalmente, ¿qué le ha removido por dentro al interpretar algo tan íntimo, casi desnudándose ante el público?

–Yo soy bastante íntimo, es decir, que me cuesta, e incluso me aburre, hacer reuniones con mucha gente. Soy un poco particular, incluso se podría decir que asocial en ese sentido. Así que la intimidad me gusta, me siento cómodo con solo cuatro amigos hablando de nuestras cosas en plan más tranquilo. Así que aquí estoy paseando mi intimidad por España sin problema. Me gusta eso y pasear a mi madre por el país, porque mis padres viajaron mucho por España y la conocían muy bien. De hecho, antes de cada función hablo con mi madre y le explico dónde estamos y me la imagino así viajando conmigo y, de alguna manera, devolviéndole algo de todo lo que me dio.

"Me gusta la intimidad y la estoy paseando por España sin problema"

–¿Se sacude de alguna manera con esta obra el dolor que le produjo no haberse podido despedir de ella cuando falleció, en plena pandemia?

– Algo hay de eso, de amigarme con algo tan duro y que es bonito también celebrarlo sin mucho manierismo ni sensiblería. Un amigo mío me confesó el otro día, antes de ver la obra, que tenía miedo de encontrarse con una puesta en escena llena del ego de Eduard Fernández y su madre. Pero cambió de opinión al verla y eso me gusta. Es verdad que es íntimo y personal, pero, a la vez, se puede sentir identificado todo el mundo, porque todos somos hijos y tenemos una madre.

–¿Es una obra que toca la fibra sensible del público?

–Es un espectáculo muy emocional que me está gustando mucho pasearlo por España, viendo cómo reacciona el público de diferentes lugares, aunque es muy parecido en todos los sitios y siempre muy intenso. Realmente, termino agotado físicamente después de cada función, la espalda ya la tengo un poco tocada. Pero es muy hermosa esa comunión que se logra con el público, muy gratificante, de verdad.

–¿Cree que a su madre le habría gustado su interpretación?

–No lo sé (risas). Siempre cuando se le interpreta a uno no se suele identificar. Supongo que ella diría (imitando su voz) "ponte más guapa, tenía yo un vestidito muy mono, en lugar de ese camisón. ¿Y por qué vas descalzo? Ponte más erguido". Pero, aparte de todo esto, me diría "si a ti te gusta, a mí me gusta" y le parecería muy bonito hacer este homenaje por toda España.

–¿Impone estar solo sobre el escenario, llevar el peso de toda la obra?

–Claro que impone. De hecho, tuve mucho miedo y antes de estrenar estaba realmente aterrorizado, pensé de todo, hasta en dejarlo, porque me ponía demasiado nervioso. Después del proceso que tenía que pasar, ahora estoy disfrutándolo mucho. Ya llevo varias funciones y está más asimilado, puedo llenar más el escenario y me lo paso muy bien, al tiempo que es muy emotivo, llego incluso a llorar. Pero merece la pena, es muy hermoso, sobre todo ver cómo le llega al público y que, sin conocernos de nada, haya una cierta intimidad entre todos.

–¿Es menos complicado interpretar rodeado de cámaras? ¿El teatro se vuelve un reto para usted?

–Sin duda, es un gran reto. Pero me apetece, porque para mí el teatro es como la raíz, la madre de la interpretación, de mi oficio. Y está bien de vez en cuando volver a él para acordarse de qué va este oficio. Luego ya haremos cine, que también está muy bien, porque entra dentro del oficio de los actores. Pero el teatro me devuelve un poco a la calma, a no olvidarme de lo esencial, que es lo primero que olvidamos, lo más básico.

–¿Cómo logra combinar la gira teatral con la grabación de su nueva serie?

–No suelo mezclar trabajos, soy muy masculino en el sentido de ser bastante negado haciendo dos cosas al mismo tiempo (risas). Pero esta vez toca así, aunque es muy puntual lo que me queda de grabar de la serie. Pero, como dice el Cholo, hay que ir partido a partido, o como día un budista, instante a instante, y hacer en cada momento lo que toca, así no se te hace bola.

–Es un actor muy versátil, interpretando todo tipo de papeles durante su carrera. ¿Cómo ha conseguido no encasillarse?

–A veces no te das cuenta de que lo que le viene dado realmente viene buscado, ya que uno tiende a lo que tiende. Me gusta el oficio y elegir cosas que me parezcan interesantes para contar, siempre teniendo en cuenta que uno puede elegir solo cuando las cosas le van bien. Yo he dicho “no” a algunos proyectos que luego han sido éxitos, pero que a mí no me llenaban, no me apetecía hacer en esos momentos o porque estaba inmerso en otro proyecto. En ese sentido, sí que voy eligiendo, uno se va significando a medida que hace películas y las hace de determinada manera. Me siento todo un privilegiado por poder elegir, la verdad.

"Estaba realmente aterrorizado antes del estreno, pero ahora estoy disfrutando mucho"

–En su haber tiene tres Goya y ha trabajado con los mejores directores nacionales. Aun así, presume de que puede salir a la calle sin problema. ¿Cuál es el secreto para preservar su intimidad y poder pasear como uno más?

–No tengo ni idea, pero seguramente es porque no hago películas de mucho tirón. Los que me reconocen me miran con respeto e incluso algunos con admiración, de una forma muy elegante que agradezco. Lo llevo muy bien y puedo hacer mi vida sin problema. Hay gente que se pone gafas oscuras muy grandes y una gorra, diciendo que lo hacen para esconderse de los demás, pero lo que están haciendo es señalándose como especiales. Cuando se les ve por la calle, la gente apunta a que debe ser famoso, porque va muy escondido. Se trata de hacer todo lo contrario.

–Todavía le quedan muchos años de carrera, pero ahí está su hija Greta. ¿Cómo se tomó que siguiera sus pasos?

–Me lo tomé muy bien y además es algo que viene paso a paso, no de un día para otro. Me pareció algo muy lógico, pero si hubiera querido ser cualquier otra cosa, me habría parecido maravilloso, porque es mi hija y, ante todo, frente a ella soy padre. Me parece bonito y con sus dificultades, como todo en la vida. Procuro hacer de padre y darle consejos de padre, de padre actor a veces, pero sabiendo que ella tiene que hacer su camino, como yo he hecho el mío. Alguna gente me pide consejo para ser actor porque le gusto y siempre le digo que lo que tiene que hacer es lo que yo hice: hacer lo que uno quiera. Ella también tiene que hacer su propio camino.

–Actuaron juntos en "La hija de un ladrón". ¿Le gustaría repetir la experiencia?

–Por supuesto, me encantaría volver a hacer de padre e hija en alguna otra película y, puestos a pedir, que fueran dos papeles bien potentes, con un buen director y un buen guion. Sería perfecto, a ver si se cumple algún día.