Discos de la semana

Måneskin, un calambre de rock para quienes no vivieron su era dorada

El grupo italiano responde a las expectativas creadas tras su éxito eurovisivo con un álbum avasallador, algo sobreexcitado, en el que da una nueva y desesperada vida a los clichés rockeros

Maneskin.

Maneskin.

Jordi Bianciotto / Rafael Tapounet

[object Object]

Måneskin 

 Sony Music

 Rock

★★★ 

Lo asombroso no es ya que Måneskin acaparara ráfagas de ‘twelve points’ en Eurovisión (en 2021), sino que su fama no se haya deshinchado bruscamente desde entonces, siguiendo la suerte de tantos otros ganadores del festival en su era moderna. ¿Quién recuerda a los que se alzaron como vencedores en la mayoría de las ediciones recientes?

Algo tendrá este grupo de Roma para que, pasado su ‘momentum’, mantenga el tirón y lo multiplique, compadree con los Stones y con Iggy Pop, y se disponga a ofrecer, en una ciudad como Barcelonaun aparatoso doblete de conciertos (Palau Sant Jordi, con las entradas agotadas, y Primavera Sound). Y todo ello, mientras redoblan las campanas por su pretendida muerte del rock. En este loco contexto se mueve Måneskin, un grupo que factura, precisamente, rock para quienes no vivieron su era dorada, y que maneja sus clichés más efectistas como si se tratara del moderno pop comercial. Esa atención a los ganchos, la producción nítida y la brevedad compositiva: ocho de las 17 canciones de ‘Rush!’, su tercer álbum, ni siquiera llegan a los tres minutos.

Acumulación de gags

Este es un cancionero avasallador, donde el inglés suple mayormente al italiano, y en el que Måneskin pretende dejarnos tiesos con cada estrofa y con cada tonada, transmitiendo cierta sobreexcitación. Asisten a la banda productores que se las saben todas en relación al ‘mainstream’, como Rami Yacoub y Max Martin (este último se inició en el glam-funk-metal con el grupo sueco It’s Alive, allá en los 90), y de todo ello ha salido una obra trepidante cuyo riesgo es terminar agotándote por su acumulación de gags destinados a llamarte la atención.

Måneskin se mueve entre el hard rock de trazo desenvuelto (con la guitarra invitada de Tom Morello, de Rage Against the Machine, en ‘Gossip’) y la cadencia glam de ‘Read your diary’, el amago de oscuridad metalera de ‘Gasoline’ y el trote filo-‘funky’ con cenefas nerviosas a lo Franz Ferdinand de ‘Baby said’. Cierta insistencia en el estribillo obsesivo, convirtiéndose en marca del grupo, de ‘Don’t wanna sleep’ a ‘Bla bla bla’. En esta, el cantante, Damiano David, se pone (todavía) un poco más chulo de lo habitual: “Dijiste que soy feo y que mi banda apesta / Pero tengo una canción con mil millones de ‘streamings’ / ¡Bésame el culo!”. Esto es rock’n’roll, oigan.

Y Måneskin sale airoso del trance de empaquetar un álbum de guitarras, bajo y batería para una era en la que hay margen para el triunfo de lo impredecible. Pincha un poco en la sección de baladas (tirando a afectadas), y te deja en lo más alto al desplazar los tres primeros ‘singles’ del álbum a la cola del ‘tracklist’. Y después de todo, si como adulto lo acabas viendo como un ejemplo de fagocitación del rock por parte del sistema, es que quizá llevas 40 años un poco despistado.

Otros discos de la semana

[object Object]

Sarah McCoy 

 Gentle Threat / PIAS

 Rhythm and Blues de vanguardia

★★★★ 

Que los textos promocionales del segundo elepé de esta cantautora apadrinada por Chilly Gonzales citen los nombres de Nina Simone y Amy Winehouse es una invitación al arqueo de cejas. El escepticismo se evapora a medida que avanzan los cortes de ‘High Priestess’, en los que McCoy resiste la comparación gracias a una imponente voz y a una inquietud artística que la lleva a abandonar las sendas trilladas del blues para buscar nuevos caminos en el pop, el jazz, el góspel y la electrónica. Hechizante. Rafael Tapounet

[object Object]

Ryuichi Sakamoto 

 KAP-Milan-Sony Music

 Instrumental

★★★★ 

Del regreso a casa del autor japonés, tras un largo tira y afloja con el cáncer, sale este álbum en el que deconstruye su lenguaje musical con sereno minimalismo. Una suerte de dietario sensorial de su peripecia, entre trémulas resonancias de 'drone', arpegios aéreos al piano y láminas electrónicas, todo ello con deliberada asepsia clínica (esos títulos numéricos) y dejando colar el sonido flotante de su respiración. Apaciguador arte sónico posoperatorio. J. B.

[object Object]

The Arcs 

 Easy Eye Sound

 Rock-soul

★★★★ 

Concebido como un homenaje póstumo a Richard Swift, el segundo elepé de The Arcs (publicado ocho años después del primero) demuestra que el grupo es mucho más que el entretenimiento paralelo de Dan Auerbach (The Black Keys). Mezclando soul, funk, rock y psicodelia con tanta habilidad como criterio, The Arcs logran impresionar con su técnica y sonar emocionantes al mismo tiempo. La balada 'Love doesn’t live here anymore' es una prueba magnífica. Hay 11 más. R. T.