Están felices, como muchachos, rejuvenecidos por la amistad y por la búsqueda que los junta, en esta ocasión, para averiguar qué pasa con el envejecimiento y con la muerte. Quien pone conocimiento es el antropólogo; el otro es el poeta. Juan Luis Arsuaga, paleontólogo al que se debe la vitalidad de Atapuerca, y Juan José Millás, creador de ficciones en las que se busca como un fantasma alojado en su mente. El escritor bautizó al dúo: el científico es “el bulldog de Darwin” y él se llama a sí mismo, por una frase de su compadre, “el anarquista ruso”. Aquí, uno junto al otro, dan entrevistas sobre el libro La muerte contada por un sapiens a un neandertal, el segundo de la saga que publica Alfaguara y que se inició hace un año con La vida contada por un sapiens a un neandertal (ambos en Alfaguara). Les da el sol en la habitación de hotel blanco donde reciben. Ni se inmutan: ríen, se dedican puyas, son felices.

¡Que la muerte nos coja sanos! acaba de decir Arsuaga la entrevista que me ha precedido.

Arsuaga: Ya. Pero parece que eso nos obliga a morirnos sanos y los existencialistas decían que hay que morirse con el cuerpo destrozado, usado, machacado. Hay paradojas en la vida, eh.

Tú, Juanjo, eres el poeta de este dúo.

Millás: Bueno, yo, según Arsuaga, soy el hippy, el romántico… Yo siempre he pensado que venía de una tradición materialista, pero el contacto con Arsuaga me ha hecho ver que no. Y yo estoy de acuerdo con él racionalmente, pero no tanto emocionalmente. Muchas veces le digo: te creo porque esto ha sucedido, pero es inverosímil. Yo sé que la ciencia es lo verdadero, pero se explica mejor la Biblia.

En todo el libro ustedes se están definiendo. A veces en broma y a veces en serio: uno es el bulldog de Darwin y el otro es el anarquista ruso. Tú eres esa especie de entomología de Millás.

Arsuaga: Sí, en todo momento. Lo que pasa es que nos vamos peleando. Con cariño, eh. Es que yo, como científico, pienso que Darwin es un gigante porque consiguió explicar la biología. Igual que Newton lo hizo con la física. Entonces, el milagro de comprender algo, es extraordinario. Las neuronas de Millás disfrutan con otros alimentos.

Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga, después de la entrevista. JOSE LUIS ROCA

Tú aportas la visión del anarquista, siempre pones en cuestión al maestro, quizá para entender más.

Millás: Bueno, lo pongo en cuestión cuando no entiendo algo. O sea: no quiero fingir que entiendo. Y para entender cuestiono, pregunto, no me creo tan fácilmente lo que me cuenta.

Arsuaga: Bueno, Groucho Marx decía “no haga usted más caso a lo que ve que a lo que le digo yo.”

Millás: Todo esto implica estar cuestionando continuamente. Pero también confío en que mis argumentos también me los cuestione él. 

Arsuaga: Pero, si Dios quiere, todo eso se resolverá en el próximo libro, cuando hablemos del altruismo, del desinterés, de la cooperación, cosas constitutivas del ser humano.

Millás: Claro, ahí hablaremos nuevamente. Y ahí veremos que el cerebro y la mente no son la misma cosa, como muchas veces dice Arsuaga. Porque el cerebro y la mente no son la misma cosa, creo yo.

Arsuaga: El otro día estuve hablando con una mujer que había estado en Japón y conocía bien la historia del sumo y me la contó y pienso que a lo mejor un día nos vemos en un combate así, jajaja.

¿Cómo es la relación humana de dos personas con conocimientos tan distintos? ¿Qué te ha dado a ti Arsuaga?

Millás: Él siempre se hace el interesante y no consigo hartarme de él. Le tengo mucha admiración. Hemos creado una adicción que va en las dos direcciones. A veces él se va a un sitio y me dice: qué pena que no estés aquí para explicártelo.

¿Y qué has aprendido tú de un ignorante?

Arsuaga: Jajajaja. Bueno, yo también soy ignorante, eh. Quizá él es más sabio que yo. Yo no sé muchas cosas, por eso busco. Y en el libro respeto mucho cómo me describe, yo no le corrijo nada. Podría tacharle cosas, pero no lo hago. Es que Millás me ha robado mi soledad. Yo era feliz siendo solo y ahora no. Ahora hay momentos en que me hace falta Millás.

En estas páginas hay muchas metáforas.

Millás: Hay metáforas porque este es un libro de ciencia, pero también de literatura. Por eso para explicar muchas cosas que me contaba Arsuaga tenía que recurrir a la metáfora.

Juan José Millás, en primer plano, y Juan Luis Arsuaga. JOSE LUIS ROCA

Uno lee el libro y descubre que es como una enciclopedia de lo que nos inquieta.

Arsuaga: Sí, porque ves el horizonte final. Y eso es muy humano. El hecho, por ejemplo, de que nos sobrevivan los genes es impresionante. Saber que tenemos muchos genes compartidos con los animales… da vértigo. Da vértigo saber cuántos cuerpos han llegado hasta mí. Esto tiene una vertiente filosófica, mira. Es que no puedes evitar asomarte a ese tipo de cosas.

No se puede concebir este libro sin la eternidad, también.

Millás: A mí la palabra eternidad me remite a un domingo por la tarde que no termina nunca. Siempre me han dado pánico los domingos por la tarde. Cuando tuve una intervención quirúrgica me sedaron y… la sensación de no estar es como la eternidad. O eso pienso yo.

¿Tú has observado en Millás una personalidad especial, te ha llamado la atención como individuo?

Arsuaga: Por supuesto que sí. Él no tenía una relación muy estrecha con la ciencia o con la naturaleza y estos libros le han abierto muchos mundos. Y eso sólo le pasa a alguien especial.   

¿Y qué significa para ti esta experiencia?

Millás: Bueno, a mí me ha cambiado la percepción de todo. O sea: yo ya no veo nada como lo veía antes. Y ahora muchas veces, ante algo, digo: qué diría Arsuaga de esto. También me he dado cuenta de lo erróneo que ha sido no estudiar más o acercarme más a la ciencia. Yo siempre he estado en las Humanidades y… sin saber estas maravillas. Cuando yo pensaba que ya no tenía sentido acercarse a la ciencia, por esta edad a la que he llegado, me encontré a Arsuaga. Y me impactó su discurso verbal. Me dieron ganas de tejerlo con lo que yo hago. Y eso es este libro.

“Donde hay mucha vida, hay mucha muerte”, dices en el libro.

Arsuaga: De eso va todo, sí. La muerte es inseparable de la vida. Porque se recicla todo y se está continuamente muriendo y naciendo. Y eso hay que reivindicarlo.  

Pero Millás dice que la biología no tiene sentido del humor.

Arsuaga: Pues puede que así sea. Los biólogos sí tienen sentido del humor, pero la biología no tanto.

Quiero ir al tono de la escritura, Millás. Hay aquí una alta temperatura poética, es como si escribieras con alegría. Y tus descripciones son muy precisas.

Millás: Es que a mí la precisión me parece una actitud literaria. Es lo que más me atrajo del discurso oral de Arsuaga: la precisión. Y eso es algo también muy propio de los poetas. Y la ciencia también es precisa. 

Arsuaga: Yo siempre intento explicarles a mis alumnos que las frases tienen que ser como ecuaciones matemáticas. Cada elemento de la ecuación es relevante y puede cambiarlo todo. Y eso él lo ha entendido muy bien. Por eso creo que en Millás hay un gran científico, lo que pasa es que no lo ha desarrollado. En primer lugar, él tiene la creatividad, que le permitirá inventar teorías. Porque las teorías se inventan. Luego viene la exactitud del matemático y la capacidad de saber describir.

Juan Luis Arsuaga y Juan José Millás. JOSE LUIS ROCA

Tú le dices a Arsuaga que la escritura de este libro te ha jodido la vida. ¿Hasta qué punto?

Millás: Bueno, hay algo retórico en eso. Hasta antes de este libro, yo sabía que era un viejo. Pero la imagen que yo tenía de mí mismo era de alguien más joven. Porque no tengo grandes achaques o yo qué sé. Pero al comenzar este libro, de repente me vi viejo y dije: este libro me ha jodido la vida.

Pero Arsuaga te anima de vez en cuando.

Millás: Sí. Con lo de la selección sexual, por ejemplo, jajaja. Me ha explicado que hay cosas específicas que sirven para atraer al macho o a la hembra. La cola del pavorreal, por ejemplo, que sólo sirve para gustar. Qué interesante, ¿no?

Arsuaga se define a sí mismo como un proveedor de preguntas, pero de pronto se ve contagiado por tu existencialismo.

Millás: Es que Arsuaga, bajo esa apariencia de vitalismo, tiene momentos en que se hunde en lo zen. O en momentos de desesperación.

¿Qué reflexión les despierta este país ahora, después de haber conversado sobre todo lo que han conversado en el libro?   

Millás: Hoy, concretamente, mucho cansancio. Mucho deja vú. Mucho día de la marmota. Mucho hastío.

Arsuaga: Pues… yo pienso que este país es inagotable desde el punto de vista de la diversidad biológica, desde el punto de vista de la gastronomía, desde el punto de vista cultural. Extraordinario. Es un país para disfrutar. Que luego sus habitantes lo estén echando a perder… eso es otra cosa.Millás: ¿Y por qué yo no he dado esta respuesta? ¿Por qué yo no me he fijado en eso?

Arsuaga: ¡Porque estás centrado en la cosa periodística!