Ante el éxito de la iniciativa, la Diputación de Córdoba decidió ampliar, este pasado fin de semana, las visitas teatralizadas organizadas dentro de las Jornadas de Patrimonio, que pretenden ensalzar las áreas barrocas del Palacio de la Merced, es decir, la iglesia, el patio barroco y la escalera imperial. Estos espacios suelen pasar desapercibidos al ciudadano pese a su relevancia histórica, por lo que la iniciativa pretende iluminar acerca de la presencia en la ciudad de estas joyas del siglo XVIII.

Francisco Mellado, colaborador de este periódico, ha desempeñado el papel de guía y ha aportado datos fundamentales para poner en contexto a grupos de visitantes, tan desconcertados como encantados, al recibir la visita de dos personajes de su pasado muy ligados a la construcción del templo de la antigua orden de Santa María de la Merced, cuya primera piedra se puso en pie en 1716, en el terreno donado por Fernando III a los frailes.

Mercedes Álvarez de Sotomayor frente a los visitantes. A. J. GONZÁLEZ

Los itinerarios se organizaron de manera que, en primer lugar, una altiva, aunque benevolente, aristócrata del siglo XVIII, Mercedes Álvarez de Sotomayor, explicó a los oyentes su papel como mecenas, junto a su esposo, de las obras de construcción. Su presencia ayudó a crear la atmósfera perfecta para imaginar la sonada inauguración del templo en 1745, así como los diferentes usos que cada clase social hacía de la iglesia, zona habitual de encuentro social. Tras evocar sus recuerdos sobre los momentos álgidos de la iglesia barroca, Mercedes se despidió sin olvidarse de lanzar un beso a su esposo, enterrado en un sepulcro a los pies del Cristo de la Merced, una figura original del siglo XIV que fue rescatada de forma milagrosa en el incendio que azotó a la iglesia en 1978.

A esta aristócrata siguió la aparición de Fray Lorenzo García Ramírez quien, a base de versos de Tirso de Molina, adentró a los presentes en las sensaciones que pudieron suscitar en el siglo XVIII el formar parte de una orden religiosa que asiste a la ornamentación de su templo. Fray Lorenzo fue una figura clave en la construcción del retablo mayor, tallado a mano en madera recubierta por oro de 24 quilates, financiado con los viajes del religioso a América, donde amasó una gran fortuna que dedicó íntegramente a la iglesia de la Merced.

Fray Lorenzo evocó la esencia misma del barroco. A. J. GONZÁLEZ

La despedida de Fray Lorenzo García llevó a la visita del Patio Barroco, cuya obra se atribuye a Alonso Gómez Sandoval, y que constituyó el claustro principal de la orden, ahora considerado uno de los monumentos barrocos más destacados de Andalucía por el juego de simulación de falsos relieves en su fachada. Así que antes del punto final, situado en la escalera imperial del mismo patio, que fue construida a partir de mármol procedente de las sierras de Cabra y Carcabuey, la experiencia incitó a volver la mirada, ya instruida, a la iglesia de la Merced para dar un último adiós a las almas barrocas que dejaron su esencia intensa sobre las paredes.