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Crítica

Ópera en Córdoba: Lirismo del amor en dos actos

Dramaturgia y música se funden en el escenario del Gran Teatro con 'Il segreto di Susanna' y 'La voix humaine'

Ópera en Córdoba: Lirismo del amor en dos actosFrancisco González

Hierática morbidez que yace entre pliegues luminosos envueltos en seda roja, cuya horizontalidad alude a la direccionalidad del tiempo en la vida del amor hacia su muerte. Flash-back efímero que, encuadrado en su inmanencia, enuncia la volatilidad diegética de la imagen de un amor que dejó de ser. Retrato hilvanado magistralmente por el director de escena José Luis Castro en dos actos: Il segreto di Susanna y La voix humaine.

La imagen de un amor vivo se desprende de las magnéticas y exquisitas actuaciones de Susanna (interpretada por Karen Gardeazabal) y Gil (Gerardo Bullón), cuyas voces y cuerpos se alcanzan grácilmente en una continuidad escénica mediante la visibilidad de sus emociones. Estas son extendidas y encarnadas por las piezas musicales de Ermanno Wolf-Ferrari, que trepan del foso gracias a la impecable ejecución de la Orquesta de Córdoba bajo la precisa y distinguida dirección de Carlos Domínguez-Nieto.

Nicolla Beller Carbone, durante al puesta en escena de 'La voiz humaine'.

Remarcable ha sido la solidez de la escenografía, resaltada gracias a la expresiva iluminación de Pedro Serrano. El actor cordobés Enrique Garcés reluce como mayordomo, siendo la figura que embellece y reencuadra cada secuencia, acentuando un final que, como el humo, flota y nos transfiere a La voix humaine. El gramófono cambia de posición y nos recuerda que el tiempo y el amor se han esfumado. Tan sólo quedan el influjo de la luz cenital sobre el sufrimiento por la espera, la angustia y el miedo al porvenir de la Susanna (la voix) de Nicola Beller Carbone, de sublime y elegante interpretación. Su desbordamiento vital es contenido; está cercado en los silencios, concretos y de una sensibilidad acorde con el virtuosismo narrativo del estilo de Francis Poulenc.

 El retorno de la ópera en esta acertada temporada lírica nos ha permitido presenciar la estetización de un amor que acaba en el último aliento. La pausa tras la última nota que ratifica la cohesión entre dramaturgia y música, siendo ambas las caras que dotan de sentido a una obra de arte.

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