La Asociación Amigos de Medina Azahara, dentro del programa Lo que no se ve, ha organizado un encuentro virtual con las conservadoras de bienes culturales Ana Laborde Marqueze e Inmaculada Muñoz Matute en el que han conversado sobre la evolución de la profesión de la conservación-restauración durante los últimos años. Las especialistas han hecho un recorrido desde el oficio del taller hasta la aplicación de las nuevas tecnologías, avance que permite, según Ana Laborde, profesional del Instituto de Patrimonio Cultural de España, “un enfoque cada vez más interdisciplinar y global”. También han descrito cómo se abordan las intervenciones, la singularidad de cada una de ellas, la importancia del conocimiento y cómo se acaba creando un vínculo muy especial con la obra y entre el equipo de trabajo. Aclaraba Laborde que cada obra tiene su tiempo y particularidades poniendo como ejemplo la intervención que realizó en el Pórtico de la Gloria, que duró diez años. En este sentido apuntaba Inmaculada Muñoz, restauradora del conjunto arqueológico de Medina Azahara, que “nuestro paso por las obras nunca debe dejar impronta”. Para que esto sea así se realiza un diagnóstico previo con el que se conoce el material, su comportamiento y qué patologías está sufriendo. En todo caso, apunta, “prima la conservación preventiva y el mantenimiento, para no tener que llegar a intervenir más radicalmente”. En esta labor, es fundamental que los bienes culturales no se olviden, que se vayan cuidando no puntualmente sino de manera constante “y en Córdoba podemos decir que están bien cuidados”. Ambas profesionales han terminado reflexionando sobre cómo está afectando la situación actual de la pandemia al patrimonio cultural. Señalaba Laborde que la parte positiva es que “el patrimonio ha descansado del turismo” y en el lado contrario “que ha podido estar un poco abandonado”. Un parón que puede servir para “pensar en cómo mejorar esa vuelta a la normalidad”.