Interesante programa el planteado por el contratenor bilbaíno Carlos Mena, en su doble faceta como director invitado y vocalista, al frente de la Orquesta de Córdoba y con la participación de la joven soprano vizcaína Jone Martínez. El concierto solo se dará mañana, 29 de abril, a las 18.00 horas, en el Gran Teatro de Córdoba.

 Podríamos aventurar, ante la variedad de obras y compositores, que el programa propuesto por el discípulo del gran René Jacobs conforma, a su manera, una pequeña colección de estampas religiosas. Es decir, de músicas sobre la vivencia de la unidad del individuo con el mundo que le rodea, donde lo que se percibe diverso y separado se comprende ligado y fluyente, finalmente, en continuidad. Algo así como la beatitud conocida por cualquiera que emana de todo momento de intimidad verdadera, bálsamo y calma, al margen de las batallas cotidianas de las ideas y los afectos.

Esa religazón sensorial con el mundo late profanamente en una obra tan atmosférica como la Tarde de verano (Nyári este) de Zoltán Kodály, una fantasía para orquesta de cámara, compuesta el 1906 y revisada en 1929, que, en su condición evocativa y no-narrativa, es un trasunto húngaro de la siesta del fauno debussyano. Religión como continuidad de los elementos que arman el sentido de lo comunitario pueden ser también las Variaciones Dives and Lazarus de Ralph Vaughan Williams que abren el concierto, serie de cinco miniaturas entrelazadas entre sí para arpa y cuerdas que toman por tema una Folk song inglesa.

Cerrará el programa la única obra religiosa de tema sacro, el célebre Stabat Mater de Giovanni Battista Pergolesi, compuesto en 1736 y admirado desde su creación por contemporáneos (Bach) y extemporáneos (Mozart, Paisello o Wagner). Una obra que aúna el minimalismo de recursos bachiano con esa riqueza melódica napolitana y en la que destacan tanto el uso de cromatismos como de la retórica musical para narrar los instantes de la Dolorosa al pie de la cruz. Una joya de un joven y prometedor músico, enfermo durante la composición, y que moriría poco después de tuberculosis a los 26 años.

 El programa anuncia, además, tres canciones del noruego Edvar Grieg, sin precisar cuáles, pero que de seguro, como el resto del programa, se adscribirán a la esfera religiosa de lo íntimo.