De vuelta a la pequeña pantalla, de nuevo viendo cine gracias a las plataformas digitales, a los alquileres de cintas y préstamos de bibliotecas donde refugiarse en clásicos y novedades. De alguna manera tendremos que quitarnos el mono, aunque la liturgia de disfrutar una película en una sala con gran pantalla, en la penumbra y en compañía de un aforo bien nutrido, desgraciadamente, supongo que habrá que esperarla con paciencia durante un tiempo. Y así, buscando entre los últimos estrenos de Netflix, encuentro un título, recomendado además por un amigo que conoce bien mis gustos: Pieces of a Woman. Es una producción canadiense, dirigida por el cineasta Kornél Mundruczó y con un guión escrito por la dramaturga Kata Wéber, ambos de nacionalidad húngara, y con un productor de lujo: Martin Scorsese.

Presentada en la última edición del Festival de Venecia, consiguió alzarse con la copa Volpi a la mejor interpretación femenina, gracias al trabajo inconmensurable de su actriz protagonista, Vanessa Kirby. Bastaría verla durante los primeros cuarenta minutos, en un espectacular y angustioso plano secuencia, perfectamente coreografiado, para convencer al jurado. Me refiero a la grabación del parto, cuando en compañía de su pareja (convincente Shia LaBeouf) y con la ayuda de una comadrona de última hora, da a luz en casa con todos los riesgos que eso conlleva cuando surgen problemas.

Estamos ante un relato que muestra la destrucción de una pareja, a partir de un desgraciado hecho. Aunque él se dedica a la construcción de puentes no es capaz de mantener la unión con su mujer, tampoco ayuda la diferencia de clase social, la presión familiar (la madre de ella, interpretada por Ellen Burstyn, conseguirá dar el descabello a la relación). Pero también es el retrato de un desgarro, el de la mujer que cae en lo más profundo de un pozo, mientras duda, tras embarcarse en un proceso judicial en contra de quien pudo haber sido responsable de su desgraciada situación. Historia de una redención, al fin y al cabo.