Pese a las restricciones de aforos, horarios y movilidad a la que ha abocado la pandemia del covid-19, la localidad de Doña Mencía no ha renunciado a celebrar su festival de arte contemporáneo, DMencia, cuya 22 edición tuvo que ser interrumpida en octubre del 2020 y forma parte del programa Periféricos de la Diputación de Córdoba. La apertura simultánea, el pasado sábado, de las exposiciones Prohibido fijar carteles Prohibido fijar cartelesy Jardín español dio el pistoletazo de salida a este evento, en el que también se puede disfrutar una muestra colectiva producida por PhotoEspaña que toma como punto de partida ventanas y balcones como elementos de gran significación durante el confinamiento.

Hasta el 7 de febrero se podrán visitar estas muestras, que, a buen seguro, no compartirán el número de espectadores de sus anteriores ediciones debido al aislamiento al que están sometidas algunas poblaciones cercanas, entre ellas la propia capital. Pero esto no ha hecho renunciar a los organizadores, que compartieron con algunos artistas y con «bastante» público el arranque de este festival de arte contemporáneo, eso sí, con todas las medidas de seguridad reglamentarias.

Aislamiento, vulnerabilidad. Nuevas formas de distanciamiento es el hilo conductor de esta edición de DMencia, que se hace eco desde el terreno artístico de la crisis sanitaria mundial y sus consecuencias. Aunque, según señala el comisario del evento, Moisés Bedmar, esos argumentos se desarrollarán más en las actividades paralelas del festival de arte que en las propias exposiciones. «Es un discurso que creamos paralelamente al ciclo expositivo», señala Bedmar, que también explica que la nueva dirección de DMencia «ha dado una nueva patina de profesionalidad al proyecto de arte contemporáneo», que valora como «uno de los más consolidados de la provincia de Córdoba». Pero «había que transcender algunas dinámicas y actualizarnos», continúa Bedmar, que explica que se ha hecho una nueva página web, se ha habilitado un correo para los participantes y se ha potenciado la relación con los medios de comunicación y las redes sociales.

De los 159 proyectos artísticos, llegados de todos los continentes, el jurado escogió cuatro y uno de ellos, Como la nuez que se redondea en su cáscara, de la artista Laura Segura, se pudo ver en octubre, fecha original del evento, que tuvo que ser interrumpido por la pandemia.

Otros dos seleccionados, Prohibido fijar carteles, de la guipuzcoana Miriam Inza, y Jardín español, del cordobés de Villanueva del Duque José Jurado, son las propuestas que cuelgan ahora en la Casa de la Cultura Juan Valera, y en marzo llegará M-E-S-H (earthworks), M-E-S-H (earthworks),del artista sonoro Pablo Sanz.

Miriam Inza reflexiona en su obra sobre los mecanismos comunicativos contemporáneos y las interferencias en el lenguaje, mediante la utilización de técnicas de impresión y materiales actuales. Por su parte, Jurado adentra en Jardín español en lo que debieron ser los jardines y piscinas del famoso hotel ilegal del Algarrobico, una metáfora del inmovilismo de este país y de la agresión al territorio, con claro cuestionamiento de sostenibilidad. También el pasado sábado se pudo ver, a través de lonas que cuelgan de los balcones de la localidad, fotografías de la colección #PHEdesdemibalcón, una exposición colectiva producida por PhotoEspaña como una llamada a la creatividad y la exploración artística ciudadana, tomando como punto de partida ventanas y balcones, elementos de gran significación durante el pasado confinamiento. Formada por 50 fotografías, esta exposición urbana transita por las calles Federico García Lorca, Granada y Bendición de la localidad, para volver, en un recorrido elíptico, a la plaza de Andalucía.

«Son diferentes autores, la mayoría aficionados, que mandaron al certamen sus fotografías del confinamiento, una iniciativa que se ha repetido en muchas ciudades», continúa el comisario, que también espera poder llevar a cabo en marzo la inmersión sonora de Pablo Sanz, en la que este artista ha captado los sonidos de la naturaleza en lugares remotos del mundo. Aunque esta edición de DMencia, «un activo de la localidad», no va a poder ser muy compartida por los aficionados al arte, Bedmar se siente satisfecho de poder haberlo organizado, a pesar de que «sea un poco triste». Todo sea por el arte y los artistas.