El filósofo José Carlos Ruiz presenta hoy su nuevo libro, Filosofía ante el desánimo (Destino), un ensayo donde el autor diserta sobre varios elementos como el sufrimiento, el amor, las redes sociales y los mayores y su protagonismo en la construcción de nuestra propia realidad.

-El libro parte de la idea del desánimo y cómo este está inundando todos los ámbitos de nuestra vida. Reconozco en sus palabras y en los temas que recorre a mi generación. ¿Cree que somos los que más lo estamos sufriendo?

-Creo que está extendido a todas las capas de la sociedad. Los ancianos, por ejemplo, están sufriendo una nueva forma de violencia que se manifiesta como negligencia, como la desatención de aquellos que nos han cuidado durante mucho tiempo. Nuestros mayores están padeciendo las consecuencias de un proceso que les obliga a tener que estar actualizándose constantemente en un mundo en el que todo cambia muy rápido y en el que la mayoría estamos inmersos en el ‘efecto retrato’, que solo enfoca nuestro rostro y difumina lo que hay alrededor.

-Algo que también hemos vivido en esta de pandemia es una hiperconexión frente a una distancia en nuestras relaciones sociales. ¿Qué ha ocurrido en estos meses?

-En el libro hablo del índice de divorcios entre personas de 40 y 50 años que es altísimo, sobre todo, a raíz de la pandemia. Muchas de las relaciones que se han roto, posiblemente, hubiesen sobrevivido si no hubiese pasado esto pues estaban viviendo con una agenda muy cerrada y de cara al exterior; las personas pasábamos mucho tiempo activas sin tiempo para reflexionar. Si, además, se ha edificado una relación dentro de este modelo, donde predomina la hiperacción y el esparcimiento, cuando uno se ve obligado al recogimiento es normal que no funcione. Muchas parejas no estaban preparadas para el confinamiento.

-¿Y sí para la soledad?

-En cierta medida estamos haciendo que nuestras relaciones sociales se mediaticen, que haya por medio un mecanismo que nos pone en contacto. Una relación, si queremos que se sostenga sobre un pilar sólido, precisa de una vivencia; y tienes que estar presente para construirla. Muchas personas durante esta pandemia han utilizado canales como Twitter para contar, por ejemplo, que sus familiares habían fallecido, por la necesidad de sentirse acompañados frente a la soledad que ha generado la pandemia.

-¿Y qué pasa con los mayores, de los que el covid nos ha privado de vivir esas experiencias con ellos?

-La pandemia solo ha agravado una situación que ya venía de lejos. El sistema capitalista solo permite percibir al sujeto como un activo y si no es productivo parece que el interés social que tenemos hacia él es prácticamente inexistente. Hemos pasado de tenerlos como una referencia intelectual a considerar que su experiencia de lo real está muy alejada de lo que uno considera que es real en el siglo XXI.

-Una de las figuras sobre las que diserta en el libro es la del «idiota hipermoderno». ¿Cuál es nuestra responsabilidad en la construcción de un sistema más pausado, más dialogante?

-Las instituciones están motivando a los ciudadanos a construir sus vidas al margen del criterio social y esto no parece que vaya a ir a menos. En este caso, creo que es muy importante recuperar el papel de la biografía, entendida como la presencia del relato en la construcción de tu vida; un relato que, a su vez, se construye de la herencia de la comunidad.