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80 aniversario del estreno de la película

'El mago de Oz': un mundo de culto

David Lynch y Salman Rushdie son algunos reconocidos admiradores. El filme protagonizado por Judy Garland es un icono pop de primera magnitud

'El mago de Oz': un mundo de culto

El pasado año un estudio presumiblemente científico de la Universidad de Turín se propuso establecer mediante un algoritmo cuál era la película más influyente de la historia. Se trataba de calcular el mayor número de citas o referencias de una película en el interior de otras para concluir que la ganadora era… El mago de Oz. Aunque no parezca esa la mejor forma de establecerla, lo cierto es que el filme de Victor Fleming, adaptación de los relatos de L. Frank Baum, que puede degustarse como una versión rural y complaciente del universo caótico de la Alicia de Lewis Carroll, ha marcado sentimentalmente a varias generaciones de espectadores y dejado una huella que puede detectarse en buena parte de la cultura pop de la segunda mitad del siglo XX y más allá, con derivas sorprendentes.

La editorial Notorius ha publicado recientemente un libro en el que se deconstruyen todas las variables de la película que mañana cumple 80 años. Quizá hoy no sea de visión obligada para los niños pero ha contado y mucho para los adultos que volcaron en ella sus miedos, sus interpretaciones e indagaron en sus posibles misterios y su simbología. A partir de estas sí se puede decir que es la película más influyente y lo que es seguro es que es el filme de culto definitivo de la historia del cine.

DORITA Y SUS AMIGOS / Es difícil establecer cuándo la expresión «amigo de Dorothy» pasó a ser un eufemismo de gay en Estados Unidos, pero durante la segunda guerra mundial ya era de uso común. ¿Qué es lo que vio la comunidad para identificarse con la película aun antes de que en los años 60 Over the rainbow (Más allá del arco iris) se convirtiera en el himno gay por excelencia? Hay varias teorías: la tolerancia de Dorothy con todo tipo de personajes inusuales, la Arcadia de una vida más sencilla y colorida. Y naturalmente, Judy Garland, a quien se vio crecer en directo mientras sus matrimonios fracasaban y su voz prodigiosa se teñía de un dramatismo operístico.

Cuenta la leyenda que el mito Garland creció y creció hasta culminar en la revuelta del 28 de junio de 1968, apenas una semana después de fallecimiento de la actriz, cuando un grupo de gays y drag queens echaron a rodar la conmemoración de su orgullo en el bar Stoneway de Nueva York con el arcoiris por bandera.

EN BOMBAY / En un cine de Bombay de los años 50, un niño contra el que pasados los años Jomeini dictaría una fatua, se enamoró del glorioso technicolor de la película. «El mago de Oz me hizo escritor», suele decir Salman Rushdie. De hecho, su visionado le llevó a escribir con 10 años un cuento sobre un niño que trepa por un arcoíris y que acabaría convirtiéndose en el origen de Harún y el mar de las historias, su primer libro infantil.

Sin embargo, la vertiente más oscura y adulta de esta influencia se encuentra en el cineasta David Lynch. El título está en el decálogo de sus películas de cabecera y su filmografía está salpicada de referencias al filme infantil. Lo hizo de una forma muy directa en Corazón salvaje, en la que Lula y Sailor, los protagonistas, son perseguidos por la madre de aquella, a modo de bruja mala; Lula entrechoca sus zapatos como Dorothy para tratar de alejarse de la pesadilla que vive y Sailor, en una verdadera epifanía lisérgica, que deja al espectador trastocado, recibe la visita de la bruja buena.

Y su obra maestra, Mulholland Drive, ¿acaso no podría interpretarse como una versión bizarra de las penalidades de Dorothy en un mundo enloquecido? Sin olvidar, esa clave final para entender todo lo que se puede entender en esa película: cómo en la febril imaginación de la protagonista la gente que la rodea en la realidad se convierte en personajes de ficción. O lo que es lo mismo, el famoso final de El mago de Oz.

BANDA SONORA SECRETA / La prueba definitiva de que la película se ha convertido en una obsesión que roza el delirio para algunos es esa teoría forjada en los años 90, difundida, cómo no, gracias a internet, según la cual alguien descubrió en un alarde de inútil intuición sobrehumana que si se ponía el disco The dark side of the moon de Pink Floyd, justo en el momento en el que el león de la da Metro daba su tercer rugido y se apaga el sonido de la película se produce una sorprendente sincronía. A saber, entre decenas de ejemplos: mientras Dorothy mira al cielo cantando Over the rainbow, en el disco se oyen sonidos de helicóptero. El tema Time y sus campanadas suena cuando aparece la profesora en bicicleta. The great gig in the sky dura lo que la escena del tornado y además la cara A del disco se acaba justamente cuando la película se transforma de blanco y negro a color. Y así sucesivamente.

MÁS BULOS (O NO) / Como a todo el mundo le gusta descubrir la cara oscura de las fantasías infantiles, durante mucho tiempo circuló el rumor de que el rodaje no fue trigo limpio. Sucedió hace dos años, con la aparición de las memorias póstumas de Sidney Luft, tercer marido de Judy Garland, donde señalaba a los pequeños actores, adultos en realidad, como acosadores de su esposa cuando esta tenía 15 años. La propia actriz los acusó de correrse grandísimas juergas alcohólicas y el productor Mervin Leroy, aseguró que montaban orgías con prostitutas en el hotel donde se alojaban. Una de las últimas supervivientes de ese colectivo se defendió diciendo que es verdad había «cierta alegría» en el plató, pero que no se llegó a los excesos de los que se les acusaba. Y como bonus track, ese otro bulo que asegura que un enano se suicidó durante el rodaje y que puede verse en una escena en la que Dorothy y sus amigos saltan alegres por el camino de baldosas amarillas. Sin comentarios.

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