Qué les pasará realmente por la cabeza a las personas que nos rodean? Es una de las preguntas que nos ayudan a introducirnos en el fascinante universo que propone Del revés , la última nueva maravilla surgida de la factoría Pixar, después de años de cierta sequía creativa tras la que fuera su última obra cumbre, Toy story 3 (2010). Ahora vuelven a alcanzar un nuevo hito con esta película, destinada a convertirse de manera inmediata en una de las grandes joyas de la animación contemporánea.

El director Pete Docter propone un alucinante viaje al centro de la mente, a través de las emociones y pulsiones que nos representan y nos hacen ser como somos, cada uno de una forma única y compleja, poliédrica y especial. Y de cómo esos elementos van transformándose a lo largo de nuestra vida dependiendo de las experiencias y circunstancias, para terminar configurando nuestro carácter e identidad.

Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Asco. Son los personajes principales de la película, cada uno de un color característico que los singulariza: amarillo, azul, violeta, rojo y verde. Entes abstractos que toman la forma de simpáticos dibujos animados, que luchan por hacerse con el control del comportamiento humano en una sala de mandos convertida en centro de operaciones desde el que dirigir las emociones que nos definen y que recibe datos continuamente.

Parece muy complejo, pero las películas de Pixar tienen esa capacidad de conseguir que los conceptos más teóricos puedan ser asimilados casi como un juego, de manera que los niños se acerquen a ellos de manera sencilla y natural, y los adultos accedan a toda su profundidad.

Así, nos sumergimos en una aventura que gira alrededor de Riley, una niña a la que vemos nacer y desarrollarse, y que vive una infancia feliz hasta que sus padres deciden mudarse de Minnesota a San Francisco, alterando de forma drástica el equilibrio que hasta el momento había mantenido la pequeña. Será entonces cuando su mundo se desmorone e inicie una etapa más convulsa, que le conducirá por los primeros pasos en el camino hacia la madurez y la pérdida de la inocencia. Será el momento de enfrentarse a las primeras decepciones, a las latentes inseguridades, al vacío, la incomprensión y la soledad.

"En las películas de Pixar asistimos al desarrollo de una forma de narrar que recoge la narración clásica de la aventura", cuenta Jordi Sánchez--Navarro, profesor de Comunicación en la UOC. "Saben que modelar personajes generados por ordenador no es fácil, y por eso trabajan con objetos y emociones simples, lo que contribuye a que sus artistas se centren en la narración pura".

El resultado es un carrusel de peripecias por el parque de atracciones del subconsciente. En él encontramos los estudios de cine donde se confeccionan los sueños, el interminable espacio de almacenaje de los recuerdos, el foso del olvido, el reino de las fantasías y la imaginación, y las islas de la personalidad. Un itinerario lleno de percances que tendrán que recorrer Alegría y Tristeza, en su intento de regresar a la sala de control para recuperar la esencia de su querida Riley. Pixar lo ha vuelto a hacer. Han conseguido crear una obra mayúscula que mueve y remueve por dentro.