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CRITICA.

Exquisitez de la danza bolera

Exquisitez de la danza bolera

PERMITEME BAILARTE

Autor: Compañía de Danza Aída Gómez.

Lugar: Gran Teatro de Córdoba.

Fecha: 22 de enero.

Aída Gómez ha cumplido con creces ese antiguo anhelo, que la ha animado durante toda su vida, que es ni más ni menos que el retorno de la danza bolera al alto pedestal del que nunca debió de descender.

Porque la obra Permíteme bailarte escenificada el pasado viernes en el Gran Teatro de Córdoba nos hizo disfrutar a los pocos privilegiados que la presenciamos, con el rico y amplio despliegue de una sinfonía de buen gusto y de una exquisitez manifestada hasta en el mas nimio detalle en el que incluso los palillos, una tradición casi perdida, hasta la escenografía y la indumentaria brillaron a la gran altura que se ha marcado esta inconmensurable bailarina para hacer realidad su sueño.

Un ambicioso proyecto que ha contado con la complicidad de un gran cuerpo de baile que como ella ha hecho suyo este reto en la revalorización desde una perspectiva actual del gran patrimonio de la danza bolera.

Cada uno ha puesto lo mejor de sí mismo y todo ello con el fondo de un atrayente y seductor montaje en el que destacan la visualización impactante que provoca la esmerada escenografía del cubano Roger Salas y una luminotecnia impecable que añaden un importante plus a cada escenificación individual o colectiva.

Aída Gómez, exquisita y exuberante en todas sus intervenciones, se ha empleado a fondo en esta obra restaurando desde su incuestionable personalidad lo mejor de la danza española, aunque recordando bajo el influjo de su inspiración a los grandes nombres que la hicieron posible con el fulgor siempre deslumbrante de un Antonio El Bailarín o de la gran Pilar López, a la que rindió homenaje en el número que da nombre al espectáculo.

La réplica masculina tuvo en Christian Lozano un excelente embajador para poner gesto y figura a la música de Bizet y de Albéniz.

Al primero dando vida al personaje del Torero, de Carmen , y al segundo abriendo la segunda parte con la conocida Asturias en los que demostró las grandes condiciones que lo han posicionado como uno de los más importantes intérpretes de esta escuela.

Todo brilló a la altura que se esperaba aunque del escogido repertorio de los 14 números es preciso detenernos en Goyescas , con música de Granados en el fandango de Boccherini, en el pasodoble Venta de Vargas y en el Capricho español de Rimsky Korsakov, con toda la compañía involucrada en la recuperación de una efervescencia estética largamente marginada que ha recobrado su esplendor con este esfuerzo colectivo en el que se aúnan pasión y técnica, gracia y disciplina bajo la dignificación de este género tan nuestro.

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