FESTIVAL DE PIANO RAFAEL OROZCO

Artista: Domenico Codispoti (piano).

Lugar: Conservatorio Superior de Música.

Fecha: 14 de noviembre.

El 8º Festival de Piano Rafael Orozco tuvo el pasado sábado como protagonista al pianista italiano Domenico Codispoti, quien cosechó un gran éxito en el que era su debut en Córdoba: hasta tres propinas hubo de ofrecer como correspondencia a los calurosos aplausos del público que casi llenaba el auditorio del Conservatorio Superior. No en vano, el de Calabria había cuajado una sobresaliente actuación, pues desde las primeras notas de Chopin con que abrió su recital hasta la espectacular segunda sonata de Rachmaninov que cerraba el programa, dio muestras sobradas del gran pianista que es: muy atento a la fidelidad al texto, con hermoso sonido y amplia gradación de matices dinámicos, lúcido sentido de la forma, impresionante técnica, interpretaciones muy pensadas... Todas estas y muchas más cosas podrían decirse del italiano para describir su arte pianístico, por cierto reconocido con numerosos premios internacionales.

Tras interpretar con exquisito gusto el Nocturno op.62 nº2 de Chopin, Codispoti abordó con plena solvencia una de las obras más densas del repertorio romántico: Kreisleriana de Schumann, una enigmática ensoñación del compositor de Zwikau sugerida por una obra de E.T.A. Hoffmann y, más concretamente, por las excentricidades de su protagonista, lo que da pie a Schumann para establecer una compleja dialéctica con sus inseperables Eusebius y Florestán. Todo lo cual es resaltado por Domenico Codispoti, gracias a una lectura muy pensada y profundamente elaborada, calibrada en todos los detalles (ya sean dinámicos, de fraseo o articulación), dibujada con caracteres bien definidos y contrastados, y con un imponente sentido de la estructura.

Pero con ser bueno lo escuchado hasta entonces, mejor aún lo serían el Liszt y el Rachmaninov que ocupaban la segunda parte. Con los Sonetos de Petrarca del húngaro, Codispoti dio una verdadera lección de canto, declamando con precisión clínica y poeticidad a raudales cada uno de los versos del inmortal italiano. Una auténtica delicia. Y ya en plena emoción romántica, llegó el virtuosismo irrefrenable de Rachmaninov, con esa segunda sonata colosal y de un lirismo exacerbado que Codispoti bordó hasta hacer levantar de sus asientos a buena parte del público. Impresionante versión. De ahí, esas tres propinas venideras, dos piezas de Rachmaninov (un preludio y un estudio) y la primera arabesca de Debussy.