El debate sobre el lugar de nacimiento del autor de ‘el quijote’

Miguel de Cervantes y Córdoba

El profesor Francisco del Valle reivindica la importancia de los Cervantes en la capital cordobesa

Escultura de Don Quijote realizada por Aurelio Teno en Pozoblanco. | RAFA SÁNCHEZ

Escultura de Don Quijote realizada por Aurelio Teno en Pozoblanco. | RAFA SÁNCHEZ

El profesor José de Contreras y Saro, en una conferencia dictada en el Ateneo de Sevilla, ha afirmado contundente que, con los nuevos documentos hallados, Miguel de Cervantes es natural de Córdoba, una noticia que ha corrido como la pólvora por la prensa digital, por las páginas de todos los diarios de la prensa escrita y por las redes sociales, algo normal porque se trata del autor más importante de la lengua castellana. Esta rotunda afirmación ha convulsionado a cervantistas y a estudiosos del autor de ‘El Quijote’, entre ellos el profesor Enrique Soria que, inmediatamente, la ha desmentido. El lugar de nacimiento de Cervantes, que siempre ha sido motivo de múltiples investigaciones por eminentes cervantistas, este profesor lo ha solventado de un plumazo, basándose en unas declaraciones que hace Miguel de Cervantes en Sevilla (1593) en las que afirma ser natural de Córdoba en el pleito de Tomás Gutiérrez. Recuerdo que en este conocido pleito sí afirmó «ser hijo e nieto de personas que han sido familiares del Santo Oficio de Córdoba», lo cual refleja el vínculo que le unía a esta ciudad, más allá de la pretensión del profesor Contreras.

He estudiado a fondo -y lo he reflejado en ‘El hidalgo don Rodrigo de Cervantes’- la vida de Miguel de Cervantes en Córdoba, donde trabó una profunda amistad con sus compañeros, que perduró durante toda su vida, entre ellos Tomás Gutiérrez, posadero, comediante, actor, medio poeta y de una simpatía arrolladora, que siempre cautivó a Miguel de Cervantes. La prueba aportada por el profesor José de Contreras, una declaración de Miguel de Cervantes en un juicio de su gran amigo Tomás Gutiérrez, donde dice que nació en Córdoba, carece de fundamento. En esos tiempos, cualquier declaración podía ayudar a salvar a un amigo en un juicio, pero ello nunca podrá sustituir a la prueba fehaciente, esencial, de la partida de nacimiento de Miguel de Cervantes. Tan simple como eso. Alcalá de Henares, sin embargo, fue el primer nombramiento de don Juan de Cervantes en 1509 y allí nació al año siguiente su hijo Rodrigo, lo que explica que su partida de nacimiento esté en la localidad alcalaína.

La causa de la enemistad entre los Cervantes y los Torreblanca surgió en los sucesos de 1473

Por otra parte, cuando el profesor Enrique Soria, para oponerse a la tesis de José Contreras, afirma que Cervantes nació en Alcalá de Henares, incurre en el mismo fallo, al no incluir un documento que avale, que sustente dicha afirmación. Sabemos que Miguel de Cervantes fue bautizado en la iglesia parroquial de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares el 9 de octubre de 1547, siendo testigos Juan Pardo, Baltasar Vázquez y el propio párroco, bachiller Bartolomé Serrano, según consta en el libro primero de bautismo, folio 192 de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor... Es muy probable, como sostiene el profesor Enrique Soria, que Miguel de Cervantes naciera en Alcalá de Henares, el 29 de septiembre de 1547, día del arcángel San Miguel, porque en esta fecha parece que hay unánime consenso, y que fuera bautizado unos diez días después del nacimiento, un espacio, un intervalo que solía respetarse, aunque había excepciones. Yo me adhiero a la tesis de los expertos que insisten en que no hay una partida de nacimiento que avale que Miguel de Cervantes nació en Alcalá de Henares, ni tampoco en Córdoba, claro. La hipótesis del primo que nació en Córdoba no acabo de asimilarla. La respeto, pero no la comparto en absoluto.

Pero hay un aspecto muy importante, en el que quiero insistir, que resumiría en este epígrafe: los Cervantes son cordobeses desde hace varias generaciones. Lo cual es muy importante. Y Córdoba lamentablemente no lo reivindica. Por ello, ruego se me permita ampliar esta noticia, insistir, mejor dicho, en este aspecto.

Antecedentes

En el sangriento y luctuoso hecho que vivió la Córdoba idílica de las tres culturas, cristiana, mosaica y musulmana en 1473, en el que hubo varios muertos, que rememora el monumento la Cruz del Rastro en Córdoba, aparecen dos familias de conversos o de cristianos nuevos, por cierto, enfrentadas entre sí: los Torreblanca y los Cervantes. De los Torreblanca, una familia cordobesa acomodada destacó don Juan Díaz de Torreblanca, a quien sus padres enviaron a la prestigiosa Universidad de Salamanca para cursar la carrera de Física (Medicina), convirtiéndose en un afamado cirujano de Córdoba. De la familia Cervantes, también cordobesa, tenemos a don Juan de Cervantes, hijo de don Rodrigo Díaz de Cervantes, «de oficio pañero o trapero», residente en la collación (parroquia) San Nicolás de la Villa, con menos recursos y tal vez perteneciente por ello a un escalón inferior, pero con medios suficientes para que su hijo Juan hiciera Leyes en la Universidad de Salamanca. Don Juan de Cervantes, nombrado en 1549, ni más ni menos que abogado del Santo Oficio de Córdoba es el abuelo de Miguel de Cervantes y su esposa doña Leonor de Torreblanca, la abuela, algo de lo que presumirá Miguel de Cervantes cuando declaró en varias ocasiones «ser familiar del Santo Oficio...».

El universal escritor fue bautizado en Alcalá de Henares, pero no existe una partida de nacimiento

La causa de la enemistad entre ambas familias, que omito para no extenderme, surgió en estos sucesos citados de 1473, se suavizó cuando don Juan de Cervantes, siendo alcalde de Baena, se enamoró y se casó con doña Leonor de Torreblanca, una persona muy inteligente, pero analfabeta, por lo que tal vez recibió una gran dote, y se recrudeció con la separación del joven matrimonio, algo novedoso si tenemos en cuenta que se trataba del abogado del Santo Oficio.

Que quede bien claro, insisto, que Don Juan de Cervantes y doña Leonor de Torreblanca son cordobeses y que son abuelos de Miguel de Cervantes, cordobeses al menos desde el siglo XV.

UN LIBRO DE FRANCISCO DEL VALLE RECUPERA A CERVANTES

‘El ingenioso hidalgo don Rodrigo de Cervantes’ es una novela histórica, basada en una amplia información documental extraída de distintos archivos, en los que se resaltan algunos hechos biográficos de los Cervantes contados por Francisco del Valle. Don Rodrigo, con sus cuatro hijos -Miguel es el tercero-, su esposa Leonor de Cortinas y su madre doña Leonor de Torreblanca salen de la prisión de Valladolid a la hora de maitines, gracias a los favores amorosos de La Cervanta y después de recibir el director el documento de hidalguía y la partida de nacimiento, pero sin solventar los débitos a los judaizantes, algo que le causará gravísimos perjuicios. El destino es Córdoba, pero pasando por Cómpluto, donde han de vender unos terrenos. ¿Por qué Córdoba? Porque ahí vivía su padre, el todopoderoso abogado del Santo Oficio, aunque temía la reacción de éste y sobre todo las terroríficas pugnas entre los Cervantes y los Torreblanca. Finalmente llegan el 31 de octubre de 1553 a Córdoba, entran por la Puerta Nueva, cercana a la Axarquía y se alojan en la calle Grajeda, cercana del Potro, en casa de su tío, Torreblanca, porque doña Leonor se niega a hospedarse en la casa-palacete de El Licenciado, de la calle Letrados, ya desaparecida, donde también vivía el Corregidor, y a un paso de Las Tendillas. Pero esto incomoda a don Juan de Cervantes y les proporciona una vivienda más amplia en esta misma calle, procedente de los desahucios realizados por el Santo Oficio, algo que reverdece las añejas pugnas entre ambas familias. Don Rodrigo, apoyado por su padre, vive holgadamente e, incluso, adquiere el título de Médico del Santo Oficio, proporcionado por el boticario don Felipe Esbarroya, una personalidad en esa época, con lo que su título de zurujano queda superado, arrumbado, pero las luchas fratricidas entre los Torreblanca y los Cervantes se acrecientan hasta un punto preocupante. La familia Cervantes se codea con las de la alta sociedad, de lo que hay pruebas por los múltiples amoríos de don Rodrigo. Los hijos, especialmente Miguelito, visitan a su abuelo y El Licenciado tiene una predilección por éste, al que pide que haga Leyes en Salamanca. Hay muchas escenas que lo demuestran. También le aconsejó el abuelo que entrara en la Academia de Vieras y que hiciera los estudios en el prestigioso Colegio de Santa Catalina, de la Compañía de Jesús, regida por el profesor y autor teatral Padre Acevedo, que influyó decisivamente en Miguel de Cervantes, según reconocerá posteriormente. Aquí, en Córdoba, entablará una verdadera amistad con unos amigos, que perdurará durante toda su vida: Alonso de Cervantes de Sotomayor, Gonzalo de Cervantes –de quien probablemente el segundo apellido Miguel de Cervantes- Juan Castilla y Aguayo, Juan Rufo, autor de la Austriada, celebrada en varias de sus obras Cervantes no incluida en el donoso escrutinio del Quijote, y también el listísimo Tomás Gutiérrez, posadero, autor teatral, poeta a quien Miguel de Cervantes profesaba una verdadera admiración, quizás por su riquísimo carácter y por su simpatía. La vida de don Rodrigo acabó torciéndose, por muchas razones, de las que no se excluyen sus torpezas, y en la que jugaron un papel preponderante los pendencieros Torreblanca y la extremada persecución perpetrada por los temibles judaizantes que no perdonaban una deuda por nada del mundo. Así, padre e hijo, don Rodrigo y Miguel de Cervantes, unidos por las penurias, tuvieron una vida llena de dificultades y verdaderamente desgraciada, algo que conmueve y entristece.

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