ENSAYO

Rey, más allá del silencio y la palabra

El escritor cordobés explica su poética en el ensayo ‘Jacob y el ángel’

José Luis Rey, poeta, en los jardines de Colón

José Luis Rey, poeta, en los jardines de Colón / FRANCISCO GONZÁLEZ

Alberto Monterroso

Alberto Monterroso

José Luis Rey (Puente Genil, 1973), poeta, traductor y ensayista, cuenta con una amplia relación de premios. Acaba de publicar ‘Jacob y el ángel. La poética de la víspera’, un ensayo sobre su concepto de la lírica, una poética escrita a fuego, esencial para conocer sus versos y la fuerza que los impulsa, pues en sus páginas el propio autor reflexiona sobre la génesis y el sentido de su propia obra.

Cuenta con otros ensayos: ‘Caligrafía del fuego. La poesía de Pere Gimferrer’, ‘Los eruditos tienen miedo (Espíritu y lenguaje en poesía)’, ‘En el blanco infinito. Juan Ramón Jiménez’ y ‘Brujas a mediodía. Anotaciones a la poesía de Claudio Rodríguez’. Ha traducido las ‘Poesías completas’ de Emily Dickinson y las de T. S. Eliot, ‘Harmonium’ de Wallace Stevens, una magna antología de P. B. Shelley, también a Dylan Thomas o la ‘Poesía completa’ de John Keats. Su versión de ‘In memoriam y otros poemas’, de Alfred Lord Tennyson, ha sido publicada en Cátedra, dentro de su prestigiosa colección de Letras Universales. Este año ha vertido al español los ‘Ensayos completos’ de la Premio Nobel Louise Glück y la ‘Poesía reunida’ de Kathleen Raine. Como poeta, sus libros han sido traducidos a una decena de idiomas. Destacan ‘La luz y la palabra’, ‘La familia nórdica’, ‘Volcán vocabulario’, ‘Barroco’, ‘Las visiones’, ‘La fruta de los mudos’, ‘La epifanía’, que es su obra más extensa y sobrecogedora, o ‘El dorado’, considerado el mejor poemario español del año 2023.

José Luis Rey nos ofrece en ‘Jacob y el ángel’ su forma de entender la esencia de la poesía. Y lo hace a través de una metáfora bíblica relacionada con la mística de la palabra y la materialización de los versos en eternidad trascendente, en epifanía reveladora que nunca morirá en el silencio. Ese simbolismo, tan presente en toda su obra, alude a la metafísica del lenguaje y dota de sentido a toda su poética.

La vida de Jacob atraviesa tres momentos esenciales, que son los mismos que recorre la palabra en su encarnación poética y elevación mística. La primera fase es la del hombre embrutecido falto de cultura y sensibilidad, para quien el lenguaje es algo que solo alberga la simple y básica función de designar, de nombrar, de vestir el mundo con onomatopeyas. Sólo en el enfrentamiento con las palabras, la persona se hace poeta y persigue su verdadera razón de ser. Jacob es el poeta y el ángel el lenguaje; en una contienda que se transmuta en una verdadera epifanía, una honda revelación donde el vate encuentra el sentido de la vida, que no es otro que buscar en esa lucha la trascendencia de la poesía, como si fuera el antagonista de un ángel, dispuesto a subir por la escalera de Jacob para alcanzar la eternidad del verso.

Esos tres momentos esenciales que describe José Luis Rey aparecen como un lento y esforzado proceso en pos de la poesía pura. En la primera fase, el hombre no halla ni busca su verdadero ser. Vaga lleno de palabras prosaicas, representativas del mundo, pero que no lo definen, donde no hay ninguna reflexión sobre el lenguaje, inane, sin sentir que ni siquiera sea un lenguaje en sí, insulso, utilitario, pueril. Luego surge Jacob en su lucha contra el ángel, el poeta que batalla para mitigar ese vacío del ser humano embrutecido por la ausencia de belleza. Esa lucha, por último, lo eleva hacia una fase de mayor plenitud, que le aporta un destino, un aire que respirar, una mínima supervivencia en la dignidad poética. Cambio radical, pues el vate pelea con el ángel, con las palabras, para alcanzar la mística de la poesía, que está por encima de ese combate, como Dios está por encima del ángel y de Jacob. Esa lucha es poesía robusta que busca la escalera para llegar a la plenitud. Y el vacío que supera Jacob en esa epifanía se yergue como fase creativa, en el conflicto del poeta con el lenguaje por alcanzar la pureza, la poesía limpia, la prístina, envuelto en los versos de los grandes, a quienes interpreta a la luz de su propia poética: Keats, Emily Dikinson, Mallarmé, Rilke, Blake, Rimbaud, Hofmannsthal, Keats, Shelley y, especialmente, Juan Ramón Jiménez. El poeta parte de la humildad y la indigencia en su acercamiento a esa realidad trascendente que es la poesía. En el análisis de autores clásicos, José Luis Rey desvela su visión de la palabra hecha verbo y hecha esencia, plena, como una experiencia religiosa. Es en la epifanía del enfrentamiento con el lenguaje, ni antes ni después, cuando el poeta encuentra la razón por la cual mereció la pena vivir. Paradójicamente, solo somos nosotros mismos cuando nos convertimos en el Jacob de la epifanía perfecta, de la lucha con el lenguaje, en esa búsqueda desesperada por alcanzar la poesía eterna e inmortal que está más allá del propio ser y la palabra.

Seres insignificantes en la noche, que, a través de las rendijas de un barco que se hunde, ven arder el universo y quieren abarcar esa luz que los ciega con el solo instrumento del lenguaje: esa es la poesía para José Luis Rey, como para Juan Ramón, aquella poesía desnuda, pura, para siempre trascendida.

‘Jacob y el ángel’.

Autor: José Luis Rey .

Editorial: Cántico . Córdoba, 2023

Suscríbete para seguir leyendo