POESIA

Un mágico temblor

‘Los descalzos’, la poesía completa de Francisco Javier Irazoki

Francisco Javier Irazoki.

Francisco Javier Irazoki. / CÓRDOBA

Alejandro López Andrada

Alejandro López Andrada

Desde el verso primero de este volumen magistral de Francisco Javier Irazoki (perteneciente al poema titulado «Habitación 306») hasta el último de la obra (encuadrado en su libro ‘Música incinerada’) las palabras desprenden un mágico temblor, un halo atractivo de naturalidad que traspasa los ojos, la mirada del lector como el suave aleteo de un lento colibrí rozando los pétalos de una salvaje orquídea: «Lo mejor de mi cara es la lechuza. Vive impasible, subida a/ unas zarzas blancas.../ Me desvela las noches en que caza demasiado.../ Si me pongo delante de un espejo, no puedo sostenerle/ la mirada» (pág. 203). No es frecuente leer versos así de sugerentes, impregnados de magia, de misterio natural, de cristalina y magmática inocencia. En esos fragmentos de su poema «Autorretrato» el lector ve y, al mismo tiempo, entiende, además de sentirlo, el milagro resplandeciente, horizontal, de la buena poesía, esa que nunca nos engaña, sino que nos seduce y nos eleva hacia un misterio que reside en las cosas más frágiles y sencillas, donde siempre palpita ese mágico fulgor que uno halla en la imagen de un lento atardecer, cuando el cielo se duerme en las ramas de los álamos bebiendo las últimas briznas de la luz. Quien entra en los versos, en la magmática poesía, de Francisco Javier Irazoki sale herido por un delicado temblor de terciopelo que te acaba envolviendo y te hace conectar con el rincón sutil de lo inasible, con la reverberación de lo inefable que reside en las sombras al ser fecundadas por el sol: «Cada uno de los objetos que pretendía vendernos encerraba/ un camino para mí.../ Desde algún punto de mi mente los hilos de los olores de sus/ productos movían mis pies encaminados hacia el descubrimiento» (pág. 286). La poesía de Irazoki, además de sutil, mágica e inocente, es centelleante, fieramente humana, como el vaho de un chiquillo huérfano, aterido, que pasea y respira sin paraguas en la llovizna buscando el consuelo de una casa abandonada en la que refugiarse de la oscuridad. En los versos que hemos citado unas líneas antes, pertenecientes al poema «El vendedor de caminos» se encuentran los símbolos más genuinos, emocionantes, de la obra poética del autor navarro: imágenes sugestivas y sorprendentes que nos muestran el alma de un hombre muy sencillo, sin ningún recoveco, comprometido con la vida y los vértices cálidos de una realidad que él transforma y realza a través de sus versos zigzagueantes, de sus poemas profundos, necesarios como el aire que cruza las viejas galerías de una mina recóndita, hundida de repente, dando aliento y calor a un minero sepultado: «En mi calle vive el mendigo/ que apura en su voz/ las heridas de los hombres que pasan por su lado…/ Nuestro dolor desciende/ a las botellas que él apura» (pág. 161).

Resultaría difícil destacar cualquiera de los poemarios recogidos en este enjundioso volumen de poesía, ‘Los descalzos’, pues los versos que escribe Francisco Javier Irazoki tienen todos una altura poética loable. Aun así, en el conjunto hay un par de poemarios imprescindibles, dos piezas que brillan especialmente con luz propia sobre la toda la obra de un poeta magistral que domina las formas del verso y los espacios de la nada fácil poesía narrativa de un modo eficaz, sin dar muestras de artificio, y estos dos poemarios esenciales de Irazoki son, a mi modo de ver, dos obras insólitas por su luminosa y épica belleza: ‘Retrato de un hilo’ (2013) y ‘Orquesta de desaparecidos’ (2014). Del primero de ellos, destacamos el poema titulado «Feria de la sed», donde sobresalen versos como estos: «En el mercado flota/ la harija del amanecer,/ y las más bellas mujeres caminan/ con un leñador dormido en sus ojos» (pág. 178). Aquí vemos de nuevo ese deslumbramiento, ese humano temblor que ocupa la mirada de aquel que se adentra en la lírica sustancia de una poesía misteriosa y transparente, aunque ambos conceptos parezcan antagónicos de entrada. Otro poema muy hermoso de este libro es el titulado «Resurrección inconsciente», en los que la muerte se hace más dócil, cotidiana, próxima al milagro de una resurrección dibujada de forma alegórica y sutil: «Mi mente cose/ sus impecables trajes, deshilachados/ por una garra oscura» (pág.186).

En cuanto a su libro ‘Orquesta de desaparecidos’ (2014), destacamos especialmente el poema titulado «La casa de mi padre», cuyos versos emanan un halo tierno y, a la vez, desolador, inyectando de nuevo un misterio indescifrable en la mirada inocente del lector que entra en sus versos buscando barro y luz, un bálsamo dulce para su orfandad: «Defenderé la casa de mi padre contra la pureza/ y sus banderas ensangrentadas.../ Ofrecida la casa impediremos que en el espacio de su ausencia/ y memoria los hombres sean extranjeros» (pág. 302). Así es en esencia ‘Los descalzos. Poesía completa’ de Francisco Javier Irazoki, una de esas obras poéticas sublimes que, a leerla, sentimos un mágico temblor, un pellizco fulgente de fiera humanidad.

El amigo Fernando Aramburu

En el prólogo de este libro, 'Los descalzos (Poesía Completa, 1976-2023)' de Francisco Javier Irazoki, el espléndido narrador Fernando Aramburu, ahondando en el hecho de la creación poética, dice con cristalina nitidez: "Más allá de la labor artesanal de la escritura, que Irazoki lleva a cabo con impecable esmero, la poesía consuma la construcción moral del hombre y reside, por tanto, en su pensamiento y en sus hechos, no solo en los resultados de su trabajo con la lengua". Luego añade Aramburu que la poesía verdadera puede estar concentrada lo mismo en un poema que en un guiso hecho con amor para la familia o los amigos. Y aquí el prologuista tiene muchísima razón, ya que la poesía no está solamente en los poemarios, sino que, como ocurre en algunos de sus libros, sobre todo lo vemos en su novela más hermosa, 'Fuegos con limón', (reseñada hace años en este mismo suplemento), uno halla en la narrativa aramburiana muchísima más poesía y más lirismo que en decenas de libros de poemas laureados, editados en este país en las últimas décadas.

Pero no vamos a hablar aquí de Fernando Aramburu, escritor que uno admira por su estilo literario, sino de Francisco Javier Irazoki, poeta glorioso que aquí en este libro, 'Los descalzos', nos regala su fértil y brillante geografía poética, todos sus paisajes interiores y exteriores, todos sus pensamientos, impresiones y emociones, sus visiones oníricas de la realidad a través de sus singularísimos poemarios, cristalinos regueros que conducen mansamente al manantial de su obra poética esencial. Francisco Javier Irazoki reside desde 1993 en París y, además de escribir poesía, ejerce la crítica literaria en 'El Cultural'. Aquí en este libro, 'Los descalzos', reúne los 300 poemas escritos hasta el momento, muchos de ellos pertenecientes a poemarios señeros e imprescindibles en su trayectoria literaria como, por ejemplo, 'Desiertos para Hades' (1988), 'Retrato de un hilo' (2013) y 'Orquesta de desaparecidos' (2014), incluyendo los de su libro último, 'Música incinerada', que aún permanecía inédito. 

‘Los descalzos. Poesía completa’.

Autor: Francisco Javier Irazoki.

Editorial: Ediciones Hiperión. Madrid, 2023.

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