NOVELA

Huir sin dejar rastro

‘La naturaleza secreta de las cosas de este mundo’, de Patricio Pron

Patricio Pron.

Patricio Pron. / Elisa Arroyo

Alguien conduce por una carretera de una ciudad, va a chocar, pero no lo sabe. A partir de ese enigma se va dando forma al libro, con anhelos y necesidades de los personajes que protagonizan la novela y que os inquietarán por tránsitos complejos donde la certeza no es capaz de enraizar y asistimos a una deriva, unas normas a las que asirse para entender lo que ocurre en la inmediatez, que parece no tener razonamiento pese a la cotidianeidad. El pensamiento que llega a la chica se centra en el momento en que su padre desapareció sin dejar rastro y sin ninguna razón. Una historia de cuestionamientos sobre la inmediatez que vivimos, el poder de las decisiones que marcan sin quererlo un destino, las razones de elegir los seres que nos acompañan. Y cómo no, un desaparecido, que connota siempre y más en un escritor argentino. Un policía que investiga el caso aporta una reflexión clave en el asunto: «La vida de una persona es como una novela, con sus capítulos y sus personajes secundarios, que a veces no tiene ninguna importancia para la trama y que, sin embargo, nosotros tenemos que conocer para que la novela nos parezca verosímil». Muy cervantino.

Se divide la novela en dos partes que pueden ser en realidad dos novelas distintas. La primera centrada en la hija del desparecido que vive con un continuado deseo de saber la razón por la cual se esfuma sin rastro alguno su padre. Mientras tanto, vive como actriz un intento de alojarse en otras vidas, en una especie de continuada recurrencia, incluso con cierta obsesión por los niños ferales, aquellos que lograron sobrevivir en un medio hostil al cuidado de animales. Vive en Manchester, una ciudad que el propio autor declara no conocer, pero que le permitió una libertad absoluta para transitarla desde el punto de vista narrativo. No olvidemos el hecho novelesco de que un argentino sitúe una acción en Inglaterra. No obstante, aclaramos que vive en Madrid.

La segunda parte se centra en un pintor, Edward, padre de Olivia, que transita por un descreído pesar sobre lo que lleva a cabo. La creación y su sentido acaban sobrepasando el proceso creador hasta el abandono, se esfuma la coherencia y cohesión de un mundo que pretendía ser edificado con solidez y se transforma en total incertidumbre. Esa circunstancia unida a otras provoca que un día, al llegar a casa y no encontrar la llave de acceso a ella, tome una drástica decisión: desaparecer, sin un lugar determinado hacia el que dirigirse, ni una pretensión. Casi todos los protagonistas literarios que se nos vienen a la mente no responderían a este principio.

Es una negación de lo anterior, solo hay presente. Hay que descrifrar que ocurre en el aquí y ahora. La desolación acompaña el relato, no se convierte en una huida heroica, sino sufrida a la vez que inevitable, un ‘fatum’ actual que muestra lo deslavazado de nuestra existencia donde parece difícil encontrar un sitio adecuado. El arte, que ambos protagonistas generan también, se convierte en desazón y vacuidad, la interpretación se reserva para «pantallas de ordenadores y televisores de los aviones» y la pintura no se exhibe, «se desplaza subrepticiamente del estudio del artista a la residencia de algún rico»; incluso hay bola extra para literatura: «convertida en un ámbito presidido por la identificación con el personaje y las sentimentalidades predecibles y vacuas».

También puede caber la posibilidad de que en realidad estemos ante una historia de fantasmas, de entes que no existen, pero que tiene presencia. Alguien que no existe, aunque la posibilidad de su presencia alcance el trasunto de los días. Y también podemos recordar aquellas novelas bizantinas que comienzan con una separación y hasta el final no se reencuentran. Eso sí, se supera el canon y pese a la confluencia los caminos se bifurcan sin final feliz, ni colisión.

No se trata, es obvio, de intentar destripar un final. Un ‘leitmotiv’ también interesante se asienta en el dolor que todos sentimos «y llevamos con nosotros, que nos aleja de los demás». En esa narrativa brillante hasta lo inmaterial parece cobrar vida --cosas secretas de este mundo--: «las habitaciones de hotel son mejores que los hogares, donde, en realidad, nada de lo que se rompe y se estropea puede ser restituido nunca por nadie». De todas formas el gran acierto de Pron en esta novela puede que sea la inquietud que nos genera pensar que podríamos ser nosotros mismos los protagonistas de una decidida huida hacia ningún lugar.

‘La naturaleza secreta de las cosas de este mundo’.

Autor: Partricio Pron

Editorial: Anagrama. Año: 2023

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